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La especialización inteligente

Euskadi asume como hoja de ruta el programa europeo de innovación ‘Horizon 2020’

Mikel Ormazabal
Un técnico de Tecnalia trabaja con el robot humanoide "Hiro" en las instalaciones de Tecnalia.
Un técnico de Tecnalia trabaja con el robot humanoide "Hiro" en las instalaciones de Tecnalia.fermín lasa

El panel que la Unión Europea elabora anualmente con los indicadores de la innovación arroja una puntuación favorable para Euskadi, a una centésima del grupo de países líderes en esta disciplina (Suecia, Dinamarca, Alemania y Finlandia), aunque todavía por debajo de la media de la UE-27. En 2014, este medidor que evalúa el grado de implicación en actividades innovadoras pone en valor el esfuerzo que hace la comunidad vasca, sobre todo en recursos humanos (la disponibilidad de personas altamente cualificadas) y en inversión empresarial (los gastos en I+D que destinan las empresas). En cambio, señala como un punto que debe mejorar la financiación, el gasto ejecutado por el sector público en I+D.

Los últimos datos del Eustat señalan en este sentido que la inversión en investigación científica y desarrollo tecnológico disminuyó un 4,9% el año pasado, al caer tanto el gasto que realizaban tanto las empresas, como los centros de enseñanza superior y la administración pública. No obstante, Euskadi figura entre las comunidades autónomas que más recursos destina a tecnología e innovación, según los últimos datos aportados en julio pasado por la fundación Cotec. Dedica el 2,19% de su PIB a la I+D —en 1998 era del 1,11%—, lo que la convierte en la que más invierte, seguida de Navarra (1,91%) y Madrid (1,82%). Si se computan las inversiones empresariales, ese índice rebasa con creces el 6% del PIB vasco. Según un estudio de EAE Business School, Euskadi invierte 1.400 millones de euros en I+D+i. El objetivo del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015 es llegar al 3% del PIB, lo que supone algo más de 1.900 millones de euros.

“La trayectoria de Euskadi de apoyo a la innovación es muy positiva. Son 35 años de impulso a estas políticas”, opina James Wilson, investigador senior de Orkestra-Deusto.

Los expertos como él consideran que “la inercia es muy importante” para lograr “un buen sistema de innovación como el que goza el País Vasco”, aunque apunta la necesidad de abordar algunos retos. “El desafío principal está relacionado con la especialización inteligente, puesto que los países deberían apostar por impulsar áreas concretas que tengan un fuerte impacto en el futuro”, remarca Wilson: “Este es un debate que se ha abierto en Europa en los últimos 18 meses y en el que ha participado activamente el País Vasco. Se han fijado tres ejes estratégicos de la política de innovación: la fabricación avanzada, la energía y la bio-nanotecnología”.

Sobre especialización inteligente habló recientemente el lehendakari, Iñigo Urkullu, con ocasión del 40 aniversario del centro investigador IK4-Ikerlan. Aclaró que la hoja de ruta en materia de ciencia e investigación pasa por adecuar el sistema vasco “a los retos de la especialización inteligente del programa europeo Horizon 2020”, dotado con un presupuesto de 78.600 millones de euros.

En esta tarea se ha implicado Innobasque, la Agencia Vasca de Innovación que se encarga de dinamizar el proceso de transformación de Euskadi hacia una sociedad innovadora y que se ha fijado como objetivo convertir a esta comunidad en “el referente europeo” en esta disciplina en el año 2030. También rema en la misma dirección la Spri y los clusteres.

Para ello, ha lanzado el Cuaderno Estratégico de la I+D+i vasca en Europa para el periodo 2014-2020, que también incide mucho en la estrategia de “especialización inteligente”. El reto es participar en 2.100 proyectos europeos en los próximos siete años y conseguir una financiación de 805 milones de euros, un 75% más que en el anterior programa europeo (460,65 millones).

La clave para lograrlo, añade el investigador Wilson, es lograr un “balance equilibrado” entre las políticas horizontales, más genéricas, y la necesidad de abordar líneas de especialización que van emergiendo y permiten “adaptarse a una evolución muy cambiante y competitiva”.

La innovación “colaborativa”, señala Wilson, es relevante para conseguir ser punteros en esta materia, aprovechando las sinergias que producen las cuatro universidades vascas, los centros de investigación, las corporaciones tecnológicas Tecnalia e IK4, además de la contribución de las administraciones públicas. En este sentido, pone el énfasis en que una de las “fortalezas” de Euskadi es “el éxito de la colaboración público-privada”, con un peso “bastante equilibrado” entre ambos.

Precisamente, las bases de ese entendimiento han comenzado a fijarse, hasta la fecha de manera exitosa, entre el Gobierno y las tres diputaciones, que promueven conjuntamente una apuesta por la innovación no tecnológica, aquella parcela de la I+D+i recogida en la i pequeña. Es la estrategia Innobideak, que impulsa el Departamento de Desarrollo Económico y Competitividad, y cuya misión está enfocada a facilitar a las empresas cuenten con estrategias de negocio y de gestión de primer orden.

En esa línea se inscriben el programa Lehiabide, orientado a apoyar la innovación en el modelo de negocio que permiten ganar competitividad a las empresas. Se trata, según explica Aitor Urzelai, director de Emprendimiento, Innovación social y Sociedad de la Información del Gobierno vasco, de “definir planes de actuación, adquirir conocimientos y capacitarse en materia de gestión empresarial avanzada. Apoyamos proyectos de innovación empresarial en el seno de las organizaciones, de cara a obtener unas bases sólidas de gestión y competitividad”.

“Hay oportunidades de negocio en la economía social cuando el modelo de empresa ofrece una mayor participación de los trabajadores aunando capital, trabajo y conocimiento de una manera más comprometida”, asegura Urzelai.

Es lo que en este ámbito de la innovación se denomina “democratización de las empresas” para ganar transparencia y, en definitiva, lograr una mejor gestión.

“Históricamente, la innovación en Euskadi ha tenido un enfoque tecnológico, vinculado a la industria en gran parte, pero cada vez hay una mayor conciencia por impulsar la innovación social”, asegura Wilson: “Esto es importante, porque si se apuesta todo a la tecnología se produce un desfase con la salida de los productos al mercado. La innovación no tecnológica puede contribuir a salvar esta brecha”.

Un ejemplo de este modelo es el programa Kudeabide, en el que participan el Ejecutivo autonómico y las tres instituciones forales y que contempla ayudas por un total de tres millones de euros en la convocatoria de 2014 para empresas de cinco o más trabajadores. El objetivo de la iniciativa es impulsar la mejora de la competitividad de las empresas industriales vascas mediante el apoyo a la implantación de metodologías, herramientas y principios novedosos de gestión empresarial. Se pretenden introducir en la práctica empresarial conceptos de nuevo cuño como gestión del conocimiento, calidad total, excelencia en la gestión o responsabilidad social empresarial.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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