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Saqueo a los bancos de la ría

Los pósitos relacionan el repunte del furtivismo en Ferrol con la crisis del naval El agua contaminada se filtra al molusco que se vende sin controles

Dos mariscadores furtivos se adentran en la ría de Ferrol.
Dos mariscadores furtivos se adentran en la ría de Ferrol.GABRIEL TIZÓN

La ría de Ferrol, que es el epicentro económico de la comarca, se desangra por tres vías: los astilleros públicos no construyen barcos, el agua no se depura y los furtivos saquean los bancos marisqueros.

Ha sido un verano especialmente duro para los tres pósitos: Ferrol, Barallobre (Fene) y Mugardos. Almeja babosa y berberecho, fundamentalmente, y algo de percebe, son el sustento de casi medio millar de familias de los municipios del contorno. Suman 394 licencias o permex: 105 para embarcaciones a flote, 114 a pie y 137 que combinan el permex y barca, con uno o dos tripulantes. A estas se añaden otras 58 para los percebeiros (42 con bote) para el tramo de costa que va del cabo Prioriño, en la punta de la ría, hasta el faro de Meirás, en Valdoviño.

Marea tras marea, las cofradías se han hartado de denunciar que el número de furtivos que arrancan los crustáceos de las rocas y quitan el bivalvo de los recodos interiores de la ría, en zonas vetadas a la extracción como O Couto (Neda), A Barca (Mugardos) y A Malata (Ferrol) por la sobrecarga de bacterias fecales y metales pesados, se ha disparado. Los pósitos “apretaron” a la Xunta y esta respondió incrementando vigilancia y efectivos. El último, la madrugada de este martes. Los agentes sorprendieron a media docena de furtivos en Neda y se incautaron de 82 kilos de almeja, cuatro barcas y 16 aparejos. El esfuerzo por reforzar el control no arredró a los infractores. Actúan, sobre todo, a pie y se concentran en la ribera mugardesa, pero también se atreven con el apoyo de un bote y sin esquivar el banco de As Pías, junto al puente que cruza la ría de Fene a Ferrol. Es el más productivo para la almeja —hay cuatro tipos en la ría: babosa, fina, japónica y rubia— pero también el más expuesto porque el tráfico sobre el vial es continuo y no hay cobijo.

Cualquier noche con una buena marea no era difícil toparse con una decena de personas apañando el marisco sin permiso ni disimulo. Para arramplar con el percebe de Meirás llegaron furtivos desde A Coruña, denuncia Javier Mareque, guardapesca en Ferrol desde 2000, pero tampoco se esconden de la luz. El viernes 10, unos pocos sacaban berberecho de la playa del castillo, en San Felipe (Ferrol), a un paso del biólogo que hacía el muestreo y muy cerca de las tres bateas experimentales que la Consellería do Mar instaló en la bocana de la ría para depurar el marisco de las zonas sucias. En total, 315.391 kilos desde enero de 2012 aunque el cabildo ferrolano se ha quejado de que el precio en lonja va por debajo de lo esperado.

Lejos de amedrentarse ante los seis vigilantes de la ría —dos por cofradía— o los 26 operativos especiales de la policía autonómica que han peinado los bordes de la ría ferrolana de enero a agosto, los furtivos exhiben una actitud “desafiante y chulesca”, cuenta un empleado del pósito Santiago Apóstol, de Fene. Pone como ejemplo un gran operativo que la madrugada del 27 de agosto sorprendió a un centenar de personas cerca de O Seixo (Mugardos). La Erpol, el equipo de respuesta policial de la Xunta, identificó a 50, expedientó a 48 y decomisó casi 300 kilos de almeja de una tacada. La otra mitad salieron huyendo después de encararse con los agentes y arrojarles los aparejos a la cara. Dos se estamparon con el coche al huir pero cuando llegó la ambulancia ya se habían escabullido.

“Se marchan pero pronto vuelven. A veces la misma noche a por los sacos que dejaron escondidos. Antes casi siempre eran los mismos pero ahora hay muchas caras nuevas”, dicen los vigilantes de la ría. Cuentan que las sanciones administrativas no les asustan porque se declaran insolventes y relacionan el repunte del furtivismo con la dureza de la crisis en la ría ferrolana, con una tasa de paro que llegó al 30%, muy por encima de la media gallega. Al ir agotando las prestaciones sociales, los operarios que iban encadenando contratos en auxiliares de naval —o en otras muchas empresas pequeñas que fueron a pique— se ven con el agua al cuello y bajan a la marea como antaño hacían sus padres y abuelos, contra el hambre de la posguerra.

“No hay paro y no hay ayudas. La gente se ahoga porque no les sale chollo por ningún lado y se tiran al mar. Te dicen: ‘Sí, tú hazme la receta (multa) que ya la pagaré cuando tenga trabajo pero mientras tengo que comer”, cuenta Mareque, un veterano que lleva 14 años patrullando la orilla ferrolana. Es habitual, comenta con pesar, que se acerque a comisaría cada dos por tres para denunciar las amenazas que recibe por hacer su trabajo.

La mayoría de los bancos que frecuentan los furtivos ferrolanos son potencialmente peligrosos porque la contaminación del agua se filtra directamente al molusco que se comercializa sin controles por dos vías fuera del circuito legal y al margen de las autoridades sanitarias, explica Félix Cerqueira, biólogo del pósito ferrolano. Una, a pequeña escala, es puerta a puerta en bolsas de plástico con unos pocos kilos. La otra, denuncia la cofradía, es a través de mayoristas que lo compran a sabiendas de su procedencia y que “supuestamente lo depuran algo”.

“Sabemos quiénes son. Lo sabe la policía, la Administración y los sabemos todos pero ahí siguen. Si uno coge 10 kilos de almeja y a la media hora lo tiene vendido y cobrado, pues claro que vuelve”, razona el guardapesca ferrolano, que exige actuar contra los compradores del marisco furtivo para atajar un problema endémico que no puede erradicarse haciéndolo de uno en uno.

324 inspecciones en ocho meses

L. B.

Los pósitos reconocen que la vigilancia no se ha relajado en lo que va de año sino todo lo contrario pero muchos mariscadores se cuestionan su eficacia como medida disuasoria. Entre enero y agosto, explica una portavoz de la Consellería do Mar, en la ría de Ferrol se han realizado 324 inspecciones y 26 operativos especiales conjuntos entre los guardapescas y la policía autonómica. El resultado: 1.459 kilos de distintas especies decomisados y devueltos a la ría y 544 aparejos incautados.

La Cofradía de San Telmo, en Mugardos, es la que más ha insistido este verano en sus denuncias porque los furtivos les han comido mucho terreno en la orilla sur de la ría, donde el marisqueo es a pie. A finales de septiembre, Mar realizó dos operativos consecutivos de madrugada en la ría ferrolana y cazaron a 74 furtivos: 43 en A Barca, la primera noche, y 31 en A Malata, la siguiente, con 138 kilos de bivalvos.

Desde el gobierno gallego insisten en que comprar a los furtivos implica un alto riesgo para la salud. Colea el famoso caso de las vieiras tóxicas de Ferrol, con dos episodios en 2008 y 2011. Las vendían directamente en la puerta de reputados restaurantes aún cuando el molusco llevaba años en veda por la carga de toxina amnésica (ASP), que causa daños neurológicos.

Mientras, la contaminación campa a sus anchas entre corrientes porque a la depuradora norte de cabo Prioriño todavía le falta, como poco, un año para empezar al filtrar los vertidos residuales que lanzan al agua los 96.000 vecinos de Neda, Narón y Ferrol. Con una inversión que pasa de 250 millones de euros y pagada, sobre todo, con fondos de la UE, la infraestructura no estará lista antes de diciembre del 2015, la última fecha que fijó Acuaes, el ente que gestiona el agua de las cuencas españolas. En la orilla sur, ya funciona la estación de Punta Avarenta para Fene, Ares y Mugardos. Los resultados, de la limpieza, aunque discretos, ya se reflejan en las analíticas.

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