Los cuadros seguían en el palacete
Los testigos declaran que vieron las obras de arte en casa de Julio Muñoz Ramonet tras su muerte en 1991
La colección de arte de Julio Muñoz Ramonet estaba en su palacete de la calle Muntaner cuando el industrial falleció en mayo de 1991. Así lo corroboraron ayer ante el juez los testigos presentados por la Fundación Julio Muñoz Ramonet (impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona) en la querella criminal presentada en marzo contra las cuatro hijas del industrial por apropiación indebida y estafa procesal por no entregar más de 600 obras de arte, entre ellas pinturas firmadas por autores como Rembrandt, Goya, El Greco, Velázquez, Sorolla o Fortuny, entre otros muchos autores.
Ayer, día fijado por el juez de Instrucción 29 de Barcelona, un antiguo secretario de Muñoz Ramonet durante décadas, aseguró que en el momento de la muerte y durante el funeral, los cuadros permanecían en el inmueble, colgados en las paredes del palacete, mencionando en especial los retablos y obras de arte góticas. Por su parte, las tres restauradoras citadas como testigos declararon que acudieron a la vivienda de la calle Muntaner, después del fallecimiento de Muñoz, por orden de la propiedad con el fin de analizar y comprobar el estado de las obras. Las tres expertas explicaron al juez que “la colección llamaba la atención más allá de lo normal” y aseguraron que participaron en el embalaje y en el proceso para descolgar y trasportar algunos de los cuadros.
Las diligencias también contemplan la declaración de una quinta persona fundamental dentro de la causa. Se trata de la experta de arte norteamericana Lori Gross que asesoró en la elección de obras, planificó su traslado de la calle de Muntaner a una vivienda de las hermanas Muñoz Villalonga a Madrid, y supervisó su desembalaje entre octubre de 1991 y febrero de 1992, un trabajo por el que percibió 1.800 euros, tal y como destapó EL PAÍS en agosto de 2013.
Su testimonio se une al del matrimonio que cuidó el palacete entre 1980 y 2001 que ya habían explicado que una noche vieron como las hijas se llevaron las obras en dos tráileres.
Cuando Muñoz Ramonet falleció en 1991 dejó en su testamento un legado a la ciudad de Barcelona: su palacete de la calle Muntaner y todo su contenido. Por eso es fundamental saber qué obras colgaban en sus paredes. El ayuntamiento de Barcelona tuvo noticia del testamento en 1995 y desde entonces pelea en los tribunales con las cuatro hijas del industrial por hacerse con la herencia. Desde entonces tres sentencias le han dado la razón, la última del Tribunal Supremo.
Por eso, en agosto de 2013 las hermanas se vieron obligadas a entregar las llaves de la casa, después de 22 años. Sin embargo, cuando los técnicos municipales entraron se encontraron que las grandes obras de la colección habían desaparecido y en su lugar, repartidas por toda la casa, encontraron cientos de obras de artistas contemporáneos de menor valor que las obras maestras. Tras comparar diferentes inventarios el Ayuntamiento determinó que habían desaparecido 853 piezas patrimoniales, 672 de las cuales son objetos artísticos: 67 pinturas y dibujos, 260 miniaturas, 20 esculturas de marfil, 17 vidrios arqueológicos y ocho esculturas policromadas en madera. Que son las que sigue reclamando a las hermanas Muñoz.
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