“El ‘no’ de Madrid, da alas al ‘sí’ aquí”
Tres generaciones de los Roig-Riera ilustran una Diada que fue una fiesta familiar
Repitieron. Este año en Barcelona. La familia Roig-Riera, tres generaciones de entre cuatro y 72 años, 16 personas en total, bajaron ayer a Barcelona para participar en la manifestación de la Diada. Orgullosos de ser de Arenys de Munt, el primer municipio que, hace cinco años, sacó las urnas a la calle para celebrar una consulta soberanista. Si el año pasado se volcaron en la cadena humana, este año, a Barcelona.
Llegaron acalorados en un tren abarrotado en el que viajaron de pie; pasearon por el centro; comieron de bocata en los parterres de una plaza de Catalunya convertida en un enorme y festivo picnic amarillo y rojo; participaron en el tramo 58 de la V, en la Gran Via, otras dos horas de pie; dieron otro paseo vespertino para no sufrir el colapso de los trenes... Entraron por la puerta su casa a las once de la noche, cansados y tras haber sudado de lo lindo, pero con esa emoción en el cuerpo que no te deja dormir.
“Uf, muy orgullosos de poder decir, ‘nosotros estuvimos allí’”. Casi afónica Anna Riera resumía así la jornada todavía en el tramo 58, justo disuelta la enorme senyera formada por centenares de miles de manifestantes. Multitud a parte, le emocionó un detalle: las ancianas de una residencia que se asomaron al balcón y acompañadas de sus cuidadoras ondearon esteladas. “Mi padre estaría orgulloso de todo esto”, explicaba Teresa, la tía de Anna. El abuelo falleció hace solo unos meses.
Estamos muy orgullosos de poder decir, ‘nosotros estuvimos allí’”
“Lo nuestro no es del boom de ahora, en casa siempre hemos sido independentistas”, asegura Teresa. Una familia donde se votan tanto partidos de derechas como de izquierdas, pero que nunca antes del desafío soberanista había participado en movilizaciones masivas. Son independentistas; pero no todos ven igual el desenlace del momento que vive Cataluña. Santi Roig, el marido de Anna, es “el menos optimista”: “Madrid está que no y que no, un ‘no’ que da alas al ‘sí’ a la independencia aquí; pero de aquí a poder votar... siempre se escudan en la mayoría silenciosa. Si hoy somos dos millones, dirán que hay cinco que no han venido”. Teresa opina igual: “La presión del Gobierno español, que no de los españoles, provoca más ganas de movilizarse”.
Pero, ¿habrá referéndum el día 9 de noviembre? Santi no lo ve nada claro, dice que el Gobierno español “no puede dar marcha atrás en su enroque”. “Nosotros tampoco vamos a dar marcha atrás, [Artur] Mas no puede engañar a la gente”, le contesta Xavi, uno de los jóvenes de la familia. Y todos apelan a la consulta, sin amparo legal, de hace cinco años en Arenys de Munt.
Los abuelos, Josep y Pepita, son de la generación que reivindicó el Estatut d’Autonomia de 1979. Volcados en el movimiento independentista de Arenys de Munt —la semana pasada cocinaron para 700 personas en la conmemoración del aniversario de la consulta— están ilusionados. Y rechazan los mensajes catastrofistas sobre la viabilidad —¡las pensiones!— de una Cataluña independiente. “Utilizan la economía para meternos miedo”, responden convencidos.
Se sorprendieron el año pasado con la movilización por la cadena humana que recorrió el litoral catalán; ayer alucinaban con la respuesta a la V. ¿Y el año que viene? “Primero, a votar el 9 de noviembre”, zanjaban.
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