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Un técnico de Bellvitge inyectó en vena por su cuenta fármacos a 56 pacientes

El trabajador incumplió los protocolos y alteró dosis de contrastes radiológicos sin permiso de sus superiores Un médico le acusa de haber vulnerado la ley

Jessica Mouzo

Un técnico de radiología del hospital de Bellvitge alteró los protocolos de pruebas diagnósticas sin conocimiento de sus superiores, según ha denunciado al Departamento de Salud un extrabajador del hospital —el mismo que, tal y como publicó ayer EL PAÍS, acusó al centro de falsear una historia clínica—. De los documentos a los que ha tenido acceso este diario se desprende que en 2012, el técnico realizó TACs a unas 56 personas reduciendo las dosis de contrastes inyectadas —establecidas por protocolo— sin permiso de los médicos de neurorradiología.

Al reducir el volumen de contrastes, que permiten visualizar mejor las pruebas en tres dimensiones, las imágenes pierden nitidez, lo que dificulta el diagnóstico. Según el sanitario que lo denunció, Antonio Ballesteros, “su mala praxis produjo estudios subdiagnósticos, por lo que habría que volver a repetir las pruebas y por tanto, volver a radiar a los pacientes”. El técnico, que aludió a un ensayo clínico para justificarse, tampoco informó de los cambios en los protocolos al Comité Ético del centro (encargado de autorizar los ensayos y velar por la seguridad de los pacientes en proyectos de investigación).

Ballesteros, que en 2012 desempeñaba el cargo de enfermero de radiología, descubrió las prácticas del técnico tras recibir las quejas de un neuroradiólogo. “Me dijo que había exámenes que no podía informar porque no se veía nada, así que miré quién había hecho estas pruebas y siempre era la misma persona”, explica. Si bien Bellvitge recomienda unos 110 o 80 centímetros cúbicos por inyección según el tipo de contraste, meses después de que Ballesteros denunciase los hechos a sus superiores, el técnico confesó en un correo electrónico dirigido a un responsable de neurorradiología que había inyectado cantidades inferiores. “La finalidad de dicho protocolo es la optimización del volumen del contraste adiministrado”, justificó.

En otros emails del servicio de radiodiagnóstico también se revela que los facultativos no habían aprobado las prácticas del técnico y cuestionaban la legalidad de sus prácticas. “Tus acciones, como hacer diagnósticos médicos, (...), hacer TAC sin previo aviso a ningún médico, etc, hubiera podido desembocar en una situacion comprometida no sólo en relación al funcionamiento del departamento, sino incluso en relación a una infracción legal”, reza el mensaje de uno de los médicos al técnico.

Una semana después, otro email del coordinador del servicio de radiodiagnóstico vuelve a demostrar la preocupación de los médicos por los hechos denunciados. “He vuelto a recibir quejas por la existencia de protocolos anómalos (...). Me preocupa particularmente que estas decisiones se tomen sin tener en cuenta el criterio de los facultativos”.

Ballesteros critica que ni Bellvitge ni Salud tomaran medidas al respecto y denuncia, además, haber sufrido “moving laboral” desde que reveló “la mala praxis del técnico”. A pesar de contar con una nota más alta en la bolsa de trabajo del Instituto Catalán de la Salud (ICS), el enfermero, interino en Bellvitge durante años, no volvió a ser contratado. El hospital, por su parte, asegura que “no se ha cometido ninguna irregularidad”, aunque reconoce que ha abierto un expediente informativo “para aclarar los hechos”. La diputada de Ciutadans, Carme Pérez, ha trasladado el tema al Parlament para que Salud responda sobre las prácticas denunciadas.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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