Mas pide al Gobierno que no recurra la consulta y “respete a la mayoría”
El líder de CiU insiste en que puede convocar el referéndum y que será legal
Artur Mas mantiene su hoja de ruta soberanista y este sábaddo ha vuelto a dar una nueva prueba, a las puertas del inicio de un mes de vértigo político. Durante una intervención en el consejo nacional de CiU, el presidente catalán ha pedido al Gobierno de Mariano Rajoy que no recurra la convocatoria de la consulta soberanista del 9 de noviembre y le reclamó “que deje de engañar a la gente y decir que es ilegal”.
Frente al argumento expresado en su día por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaria, de que en Cataluña existe una “mayoría silenciosa” en contra de la independencia, Mas ha argumentado que lo que hay es una “mayoría social” a favor del referéndum, además de una “mayoría parlamentaria” que lo avala y un “consenso político” entre los partidos.
Mas, por tanto, no ha mostrado ninguna intención de ceder, como le reclama el Ejecutivo, que el pasado viernes le recordó su promera de no hacer nada ilegal. El líder catalán, por el contrario, ha recordado que “el derecho de autodeterminación” está en el propósito fundacional de Convergència y de Unió, evocó el camino seguido desde que lanzó su órdago soberanista, hace ya casi dos años, y reiteró que piensa completarlo. “Convocaré la consulta del 9 de noviembre”, ha dicho, entre la ovación del auditorio.
Su argumento es que la ley de consultas que amparará la convocatoria tendrá el apoyo de más de 100 de los 135 diputados del Parlamento catalán y que el Consejo de Garantías Estatutarias ha avalado su constitucionalidad. Mas no precisó que, aunque los socialistas votarán esa ley, han dicho desde el principio que no puede servir para amparar la consulta y que cuatro de los nueve consejeros que firmaron el dictamen jurídico cuestionan la constitucionalidad del texto. El líder de CiU, por el contrario, considera que ley “sirve para avanzar, no para romper consensos”.
La tesis del presidente de la Generalitat es que con todos esos mimbres “la consulta se puede hacer”, y que si no se hiciera sería solo por el recurso del Gobierno, pues en ese caso quedará suspendida de manera inmediata por el Tribunal Constitucional. Se trata de una cuestión de “voluntad política”, dijo Mas, frente al argumento de legalidad que esgrime desde hace meses el Gobierno para desautorizar el referéndum.
“Madrid responde que todo esto es ilegal, pero estamos haciendo las cosas bien y las seguiremos haciendo así”, consideró Mas. Con todo, su relato se detuvo en el escenario de la convocatoria. “Dejémoslo aquí, porque no sabemos cómo evolucionará esto”, precisó, sin querer aventurar qué camino tomará tras la suspensión del referéndum: elecciones anticipadas, gobierno de concentración, declaración unilateral de independencia o acabar la legislatura en soledad. Algunos dirigentes de CiU y el propio Mas admiten en privado que no sacarán las urnas a la calle si hay suspensión del Constitucional, algo que solivianta a Esquerra Republicana, su socio parlamentario, que ya ha anunciado que no volverá a pactar con CiU si no hay votación.
En público, el número dos de Convergència, Josep Rull, ha proclamado, sin embargo, que su partido está formado por “gente seria”, y que por ello, dijo, “cumpliremos los compromisos y pondremos las urnas”. Pero, al mismo tiempo, CiU y los socialistas están tendiendo puentes por lo que pueda pasar tras el previsible fiasco del 9-N.
Lo que sí ha hecho Mas este sábado ha sido reiterar que si no hay consulta decidirá el camino a tomar después de reunirse con los partidos del bloque soberanista: CiU, Esquerra, ICV y la CUP. Consciente del desafío político que se avecina, el presidente de la Generalitat repitió en varias ocasiones que ha llegado “la hora grande” de Cataluña y reclamó a las formaciones soberanistas que huyan “de la táctica pequeña, de la miopía del juego partidista, porque si no es así, la hora grande pasará a ser la hora pequeña”.
Minutos antes, había mandado un recado al partido de Oriol Junqueras, que se niega a gobernar con CiU. Mas recordó las “carreras” que había por gobernar con el tripartito. “Ahora todo el mundo quiere huir y te comes más sapos, pero entonces las decisiones eran más fáciles, te quemabas menos, te apuntabas más tantos”, ha dicho.
Funeral político de Jordi Pujol
Jordi Pujol renunció al cargo honorífico de presidente de CiU tras confesar en julio que desde 1980 ha mantenido oculta una fortuna en el extranjero. Como era de esperar, ayer no asistió al consejo nacional de la federación, y la larga sombra que ha proyectado durante años empezó a diluirse.
Se encargó de ello el propio Artur Mas, quien la primera vez que lo citó olvidó el sustantivo de presidente. Luego rectificó, pero el mensaje fue inequívoco. “Hace 10 años que la política catalana se está haciendo sin Jordi Pujol”, dijo su delfín político y sucesor, en un intento de desdramatizar las consecuencias de la confesión delictiva. “No era fácil dentro de CiU, pero nos hemos enfrentado al gran tsunami que era su relevo”, inquirió Mas cuando evocó la última década que le ha tocado liderar, “con dos tripartitos y la peor crisis económica de la historia”, remachó.
Mas añadió que los nacionalistas viven “una hora difícil”, e insistió en que la confesión de Jordi Pujol le produce “pena, lamento, tristeza y también decepción”. Pero, hecha la aclaración, insistió en que el expresidente pintaba poco. “El símbolo es muy grande y si queda tocado, el impacto es muy grande, pero hace diez años que Pujol no tomaba ninguna decisión en CiU”.
Oriol Pujol, uno de los siete hijos y el único que se dedicó a la política antes de renunciar a su escaño en el Parlament por el caso de las ITV, tampoco acudió al consejo nacional. Mas lanzó un mensaje que algunos interpretaron pensando en él. “Los servidores públicos van a hacer un servicio con voto de honestidad, no de pobreza, porque la pobreza la hacen los franciscanos”, dijo. Y remató: “De las lecciones y los errores se puede aprender si hay propósito de enmienda”.
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