Exalumnos de la UPC financian la carrera de los nuevos talentos

Jorge Peña acaba de finalizar el tercer curso del doble grado en Matemáticas e Ingeniería Física en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). El estudiante, natural de Benidorm, asegura que la economía familiar no llegaba para costear la matrícula y los gastos de residencia. El primer curso le salió gratis porque tenía matrícula de honor en Bachillerato y recibió un premio económico por su alta nota en Selectividad. Al año siguiente pidió la beca del Ministerio de Educación, pero se la negaron por sobrepasar en casi 100 euros la renta patrimonial. Jorge encontró la solución en los préstamos UPC Alumni (asociación de exalumnos) que no deberá devolver hasta que encuentre trabajo.

Este programa de préstamos arrancó hace tres años por iniciativa de Ramon Carbonell, ingeniero de la empresa Copcisa y en aquel entonces vocal del Consejo Social de la UPC. “En 2010 veíamos que el déficit en servicios públicos como las universidades no dejaba de crecer, así que era previsible que aumentara el precio de las matrículas, con el riesgo de que muchos alumnos no pudieran acceder a la universidad por motivos económicos”, recuerda Carbonell. Entonces decidieron crear un fondo, que se engrosa a base de donaciones principalmente de antiguos estudiantes. De esta bolsa, gestionada por UPC Alumni, salen los préstamos que se dan a alumnos con un brillante expediente, pero sin recursos económicos suficientes para costearse los estudios.

Desde 2011 se han concedido 202.305 euros en ayudas, que han beneficiado 19 alumnos. Cada alumno puede recibir como máximo 20.000 euros, tanto para pagarse la carrera, como para cursar un máster o realizar una estancia en una universidad extranjera. La semana pasada se cerró la convocatoria para el próximo curso, que llegará a ocho estudiantes, por valor de 92.000 euros. Uno de los beneficiarios es Damià Torres, que vive en Alginet (Valencia), pero que en septiembre se trasladará a Barcelona para estudiar la doble titulación de Matemáticas e Ingeniería Física. También ha pedido la beca del Ministerio. “Pero no sé si me la van a dar y sin la ayuda no podría estudiar”, explica el joven de 17 años que quiere dedicarse a la investigación científica.

Damià y Jorge pueden estudiar gracias a donaciones como la que hizo Copcisa. Carbonell no tardó en convencer a su empresa, “donde trabajan muchos ingenieros ex alumnos de la UPC”, explica para hacer una donación. En un primer momento se buscaron donantes entre los ingenieros, pero también se abren las puertas a otras personas y empresas y no se requiere un importe mínimo. “El programa sirve para que el alumno se conciencie del gasto que supone sus estudios y además es un modelo alternativo al de las becas tradicionales, sobre todo en un momento en que ayudas como el Erasmus se está reduciendo”, abunda Carbonell, que desde hace un año preside el Consejo Social de la UPC.

Los préstamos se devuelven, sin intereses, una vez el alumno empiece a trabajar y lleve dos años cobrando una nómina. Aquí el único aval es el honor del estudiante. “No hay garantía real de que lo devuelvan, pero confiamos en que lo van a hacer porque son conscientes de lo que ha supuesto la ayuda”, tercia Carbonell. Las cuotas de retorno vuelven al fondo para pagar los estudios a un nuevo alumno. “Es una cadena que permite que sea viable. Es una ayuda importante porque es la que me permite estar aquí”, zanja Jorge Peña.

El programa es inédito en las universidades públicas catalanas, pero la Autónoma pondrá en marcha en septiembre el programa Apadrina un becario para conceder ayudas a estudiantes de máster y doctorados, también gracias a donaciones.