El canto elegante de Piotr Bezcala salva la inauguración de Peralada
El tenor polaco y la soprano Erika Grimaldi protagonizan la primera gala lírica del festival en el que también actuarán Jonas Kaufmann, Marcelo Álvarez y Xavier Sabata
No es fácil convertir un convencional concierto de arias y dúos en una gran noche de ópera. El tenor polaco Piotr Beczala, un magnífico intérprete que canta con buen gusto y elegante fraseo, regresaba al Festival Castell de Peralada (Girona) como cabeza de cartel del concierto inaugural del más glamuroso festival del verano musical catalán, y todo parecía indicar que se alcanzaría un alto voltaje lírico. De entrada, hay que celebrar una gran asistencia de público, lo que, dado los altos precios del concierto —de 165 euros en platea a 40 para las localidades más económicas— tiene su mérito en los tiempos que corren. Y entre los invitados al evento, destacaba la presencia del consejero de Cultura Ferran Mascarell y el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, entre otras autoridades. Pero, aunque tuvo sus buenos momentos, la noche de Beczala, que compartió protagonismo con la soprano italiana Erika Grimaldi y la Orquesta de Cadaqués, bajo la dirección del francés Marc Piollet, no fue una velada triunfal.
Bien sea por efecto de la tramontana —sopló con fuerza el viernes por la noche—, por el exceso de humedad o por las limitaciones acústicas de un espacio al aire libre, el concierto tuvo un desangelado inicio: Beczala no conseguía proyectar bien la voz y sus agudos sonaban apagados, sin brillo ni intensidad, en la exigente aria de Lucia di Lammermoor, de Donizetti, que abría el programa. Tampoco brillaba la orquesta. Tras caer del cartel Sonya Yoncheva, por su avanzado estado de embarazo, el festival presentó a Erika Grimaldi, de buena voz, pero menor carisma: optó de salida por una página exquisita, y muy dificil, de Rossini, Selva opaca, de Guglielmo Tell, que no levantó el vuelo. La temperatura sólo empezó a subir con Puccini y el gran final del primer acto de La bohème, con el encuentro de Rodolfo y Mimí, sus célebres arias y el dúo O soave fanciulla. Estuvo bien, pero sin el esperado arrebato lírico.
Pese a los precios, el primer recital contó con una gran asistencia de público
Por fortuna, todo salió mejor en la segunda parte. La bella voz de Beczala se proyectaba con más intensidad y los matices de su elegante fraseo encontraban el remate deseado en el registro agudo. Cantó muy bien, con efusivo lirismo, tres arias emblemáticas del repertorio lírico francés pertenecientes a Rómeo et Juliette, de Gounod, Werther, de Massenet, y L’Africaine, de Meyerbeer, en las que Marc Piollet, que domina este repertorio, obtuvo una respuesta mucho más brillante de la Orquesta de Cadaqués.
Grimaldi lució mejor sus cualidades en la ópera italiana —cantó con expresividad arias de Anna Bolena, de Donizetti, e Il corsaro, de Verdi, pero anduvo más insegura en los dúos de Rómeo et Juliette y Faust, en los que se lució el tenor. El público, que también fue entrando en calor, aplaudió con más ganas y el concierto acabó con dos clásicos dúos del verano lírico como propinas: La viuda alegre (cantada en alemán e italiano) y el incombustible Brindis de La traviata.
La oferta operística de Peralada incluye hasta el 12 de agosto otros tres conciertos, a cargo de Jonas Kaufmann, la soprano Ángeles Blancas y el contratenor Xavier Sabata; un montaje de Andrea Chenier, de Giordano, con las voces del tenor Marcelo Álvarez, la soprano Eva-Maria Westbroek y el barítono Carlos Álvarez, bajo la batuta de Marco Armiliato, y el estreno de la ópera Flaubert & Voltaire, de Philippe Fénelon. La clausura tendrá lugar el 13 de agosto con la única actuación en Cataluña de Rosario.
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