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El juez busca de nuevo al ladrón del cuadro robado en el Ayuntamiento

El gobierno municipal ha instado al juzgado a reabrir otra vez el caso

Cuadro Cibeles láctea, obra de Antonio de Felipe, desaparecido de la Junta de Retiro.
Cuadro Cibeles láctea, obra de Antonio de Felipe, desaparecido de la Junta de Retiro.

El titular del juzgado de instrucción 18 de Madrid, Ángel José Lera Carrasco, relanzó el pasado 30 de junio la investigación para esclarecer el presunto robo de un cuadro del Ayuntamiento de Madrid. El juez ha instado al gobierno municipal (PP) a demostrar que ha inscrito como suya en el inventario municipal la obra de arte La Cibeles láctea, del pintor valenciano Antonio de Felipe; y ha solicitado además a EL PAÍS —a cuya redacción fue devuelto el lienzo, junto a la confesión de su sustracción, tras publicar la historia de su desaparición— que lo entregue esta semana en los juzgados de la plaza de Castilla.

La obra, valorada en 12.000 euros, desapareció del despacho del concejal de la Junta de Distrito de Retiro entre los años 2006 y 2007, cuando la entonces edil, Elena González Moñux (PP) dejó su puesto a Luis Asúa (PP).

Antonio de Felipe cedió el cuadro al Ayuntamiento en septiembre de 1996, tras exponer en el centro cultural Casa de Vacas, dependiente de la Junta de Retiro. Durante un tiempo, el lienzo colgó en el despacho del entonces director de Casa de Vacas, Francisco Javier Ramírez Caro, responsable en la actualidad del Instituto regional de Realojamiento e Integración Social (IRIS).

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El ahora ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (PP), colocó a González Moñux al frente del distrito de Retiro tras ganar la alcaldía de la capital, en mayo de 2003 (la ejerció hasta 2012).

“Cuando llegó la concejal, vio el cuadro y me lo pidió para su despacho. Allí seguía cuando abandoné el Ayuntamiento”, ha relatado Ramírez, que dejó sus responsabilidades municipales en julio de 2005 por diferencias con González Moñux.

En una fotografía distribuida por el Ayuntamiento en mayo de 2006 se puede ver el cuadro colgado en una pared de la sala de reuniones del despacho de la edil.

González Moñux estuvo al frente de Retiro hasta 2007, cuando Gallardón la pasó al distrito de Fuencarral-El Pardo. Allí se mantuvo hasta enero de 2012, cuando fue nombrada viceconsejera de Justicia por Esperanza Aguirre, entonces presidenta regional (lo fue hasta septiembre de ese año) y ahora líder del PP regional. La pista del cuadro se pierde ahí.

El concejal al que Gallardón puso al frente de Retiro, Luis Asúa (retirado ya prácticamente de la política), ha explicado que nunca vio el cuadro en el despacho porque su predecesora se lo llevó durante su mudanza a Fuencarral-El Pardo. Moñux niega estos hechos y asegura que el cuadro se quedó cuando ella dejó ese cargo. Sostiene además que la obra no es de su agrado.

Tanto el Ayuntamiento, a instancias de la alcaldesa, Ana Botella, como el PP regional, por orden de la propia Aguirre, abrieron una investigación sobre la desaparición del cuadro después de que EL PAÍS informara del asunto en enero. Apenas dos semanas después, el 4 de febrero, el cuadro llegó en un sobre sin remitente a la redacción del periódico.

Acompañaba al lienzo una nota anónima que explicaba: “Cuando llegó el Sr. Asúa, como concejal a la Junta de Retiro, entre otros cambios, mandó quitar este cuadro porque dijo, según cuentan —yo no lo escuché—, que era ‘feo de coj...’. Y con las mismas, desde la Junta se mandó de nuevo a Casa de Vacas. Allí estuvo el cuadro dando vueltas, durante bastante tiempo, sin que nadie reclamase el mismo, entre cajas y trastos de las diferentes exposiciones. Hasta que hace unos años, cuando en Casa de Vacas se hizo una remodelación, aprovechando que yo estaba por allí controlando la obra y que el cuadro estaba prácticamente entre las cosas que se iban a tirar, y seguía envuelto en el mismo papel de burbujas del traslado, cogí, con toda naturalidad, la lámina y me la llevé para casa”. Y concluye: “Permítame que no le diga mi nombre por razones obvias. Soy funcionario del Ayuntamiento. Gracias, y perdón por las molestias”.

Huellas dactilares y declaraciones de testigos

EL PAÍS informó el 18 de enero sobre la desaparición del cuadro La Cibeles láctea del Ayuntamiento de la capital, una historia que tenía en esos días revolucionado al Partido Popular de Madrid, hasta el punto de que su presidenta, Esperanza Aguirre, ordenó unas pesquisas internas para aclarar el caso.

Tras la publicación de la noticia, el Ayuntamiento, regido por Ana Botella (PP), inició así mismo una investigación oficial.

Apenas dos semanas después, el 4 de febrero, el cuadro fue enviado, doblado ocho veces y apretado dentro de un sobre sin remitente, a la redacción de EL PAÍS. La obra llegó arrugada y visiblemente dañada, con una raja en un lateral, como si alguien hubiera querido destruirla y se hubiera arrepentido.

EL PAÍS puso los hechos en conocimiento de la justicia y del Ayuntamiento, pero el titular del juzgado de instrucción 18 de Madrid, Ángel José Lera Carrasco, optó en febrero por sobreseer provisionalmente la causa apenas unos días después.

El Ayuntamiento decidió sin embargo personarse en el caso, al observar en los hechos relatados la posible comisión de un supuesto delito de hurto y de otro de daños. Así, tras conocer la decisión del juez de sobreseer la causa, recurrió.
El juez reabrió la causa. Sin embargo, consideró que esos posibles delitos, de haberse cometido, estaban ya prescritos, pues habían transcurrido casi siete años desde la desaparición del cuadro de la Junta de Retiro.

El Ayuntamiento volvió a recurrir, al estimar que, en contra de lo supuesto por el juez, los daños al cuadro pudieron haber sido provocados no en el supuesto momento de la sustracción, en 2007, sino posteriormente.

Por ejemplo, al trascender la noticia de su desaparición o al ser devuelto por vía postal. De hecho, ni siquiera la sustracción tuvo que ocurrir por fuerza ese año, añadía el Ayuntamiento, que pidió al juez una investigación más profunda.
El gobierno municipal instaba, entre otras actuaciones, a que la Policía Científica tomara huellas dactilares del cuadro y el sobre, y a que interrogara a posibles testigos del robo.

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