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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Enseñanzas

¿Hemos hecho algo en estos largos años para evitar que una situación tan penosa como la que estamos atravesando pueda repetirse en el futuro?

Bien, supongamos, contra toda evidencia relevante, que la recuperación ya ha comenzado. Y preguntémonos a continuación qué hemos aprendido realmente a lo largo de estos siete años crisis económica; y también, qué hemos hecho para evitar que algo parecido pueda producirse en el futuro.

Algunas enseñanzas son muy evidentes y pueden ser de gran utilidad, si no las olvidamos pronto. Como, por ejemplo, que toda elección de gasto tiene un coste de oportunidad; de modo que si la Administración emplea nuestro dinero en financiar asesores, montar instituciones inútiles, aceptar sobrecostes en la obra pública, o abonar el clientelismo político, los dependientes dejan de percibir ayudas, la sanidad aumenta sus listas de espera, los científicos abandonan el país, y los estudiantes pierden sus becas. Tan simple como esto.

En realidad, el concepto de coste de oportunidad siempre estuvo allí (los recursos siempre son escasos), lo que ocurre es que en épocas de “vacas gordas”, cuando todo crece, su utilidad pasa mucho más desapercibida; para nuestra desgracia, y de la Humanidad toda.

Otra cosa que espero hayamos aprendido es que las instituciones juegan un papel muy relevante en el desarrollo económico. De tal modo que cuando estas no actúan con la neutralidad y equidad que se les da por supuesto, o cuando se muestran incapaces de ejercer su función controladora y reguladora con eficacia, o cuando se politizan (en el peor sentido del término), o cuando se muestran ineficientes en la provisión de servicios públicos, o cuando, en fin, obstaculizan el nacimiento de nuevas empresas, con todo tipo de artimañas burocráticas, entonces todo el sistema económico se resiente. Aquellos que aún hoy, todavía piensen que el mercado es una cosa, y la instancia política, otra muy diferente, no solo están radicalmente equivocados; es que trabajan directamente para el enemigo.

Un tercer asunto sobre el que se debiera haber reflexionado durante estos años es el relativo al carácter manifiestamente mejorable de nuestro modelo productivo. Ya sé que a algunos no les gusta que se hable de “modelos”, porque puede dar la impresión de que uno puede elegirlos a voluntad, lo que, evidentemente, no es el caso. Pero, convendrán conmigo que entre California y la Comunidad Valenciana (CV), hay diferencias de carácter cualitativo en los respectivos “modelos” que convierten en mera anécdota la gran cantidad de similitudes que mantienen, ya sea en lo que respecta al clima, al turismo, a los cítricos, a la viticultura, al textil…, e incluso, a la existencia de un parque temático. El hecho de que California tenga una renta per cápita de 40.000 euros, frente a los menos de 20.000 de la Comunidad Valenciana, lo que pone de manifiesto es que el valor añadido (y por tanto, la productividad) de la mayoría de producciones en aquel territorio es muy superior al de las nuestras, independientemente del sector que se considere. Explicar por qué sucede esto, y definir estrategias para reducir, a largo plazo, diferencias tan enormes, no es una tarea que debiera considerarse inútil. Se crea, o no, en la existencia de “modelos productivos”.

Y bien, respondamos ahora a la segunda pregunta: ¿hemos hecho algo en estos largos siete años para evitar que una situación tan penosa como la que estamos atravesando, pueda repetirse en el futuro? Yo creo que no. ¿Y ustedes?

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