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Dinero negro bajo los cadáveres de la facultad de Medicina de la Complutense

Técnicos del departamento de Anatomía II declaran haber cobrado cantidades “en mano”

Patricia Ortega Dolz
Sala de disección de cadáveres de la Facultad de Medicina de la Complutense.
Sala de disección de cadáveres de la Facultad de Medicina de la Complutense.carlos rosillo

Técnicos del departamento de Anatomía II de la Universidad Complutense, en cuyos sótanos se hacinaban indignamente cientos de cadáveres cedidos en su día para la investigación científica, han declarado haber cobrado “en mano” cantidades que oscilan “entre los 100 y 150 euros” diarios por preparar materiales y cuerpos para “cursos” que se realizaban en horarios no lectivos, como por ejemplo los fines de semana. Así lo revelan fuentes sindicales de la universidad, que estos días acompañan a la Inspección de Trabajo a los empleados de dicho departamento, tras el escándalo desvelado por El Mundo hace unas semanas.

Según la contabilidad de una de las técnicas —hay cuatro—, se habrían realizado al menos 23 actividades con cadáveres, “fundamentalmente de odontología y oftalmología”, en el último año. Se llevaban a cabo bajo el paraguas de “cursos de formación continua” o de “alquiler de espacios” (con cadáver incluido), dos formas de uso de las instalaciones que existen en la administración universitaria. Sin embargo, y siempre según las mismas fuentes y las anotaciones de la técnica, sólo uno de ellos constaría como pagado regularmente —en las nóminas de los trabajadores— a través de la Fundación Complutense. El resto se podría haber cobrado y pagado de manera irregular, en negro. Intereses crematísticos, y no sólo desidia, abandono y falta de medios, podrían estar debajo de esa especie de fosa común que se mantuvo durante años en los bajos de la Facultad de Medicina y cuya espeluznante imagen ha provocado el consecuente desprestigio para la institución educativa madrileña.

Un departamento no puede tener una caja B, dice el rector José Carrillo

“El tema de los cursos está bajo el paraguas de información reservada”, explicaba ayer el rector de la Complutense, José Carrillo. “La Inspección de Servicio ha abierto una instrucción y espero tener el informe en semanas”, preveía. Y sin temor a las palabras, añadía: “Si alguien ha cobrado en mano es totalmente irregular, se cobra por nómina, un departamento no puede tener una financiación propia a través de una caja B, es ilegal”.

Al menos una técnica del departamento, que rehusó hablar directamente con este periódico, contabilizó y anotó “todas las piezas” —partes de cuerpos— que preparó para los citados cursos. “Estaba muerta de miedo”, cuentan fuentes sindicales. “En ocasiones tuvieron que hacer horas extras y estar presentes en esas actividades y les pagaron con dinero en mano, ni a diez euros la hora; pero otras veces les pedían que lo dejaran todo preparado en las salas de disección los viernes por la tarde y luego recogían los lunes, cuando llegaban, y en esos casos no les pagaban”, explican.

Históricamente ha habido dos departamentos de Anatomía enfrentados y con funcionamientos completamente autónomos en la Facultad de Medicina. Hasta que el pasado viernes, y tras los hechos acontecidos, se precipitó y se votó (por asentimiento) su fusión en Consejo de Gobierno de la Universidad. José Ramón Mérida, el director del departamento de Anatomía II, el protagonista del escándalo, se negó a hacer “declaraciones de ningún tipo” y colgó el teléfono. Se trata de un catedrático con buena fama entre el colectivo estudiantil pero cuya ética profesional ha quedado muy en entredicho.

Sin embargo, el catedrático José Francisco Rodríguez Vázquez, que lleva 33 años como profesor de ese mismo departamento, del que fue director hasta hace seis, asegura estar viviendo “los días más tristes” de su vida. Explicó que él había realizado cuatro cursos en los últimos cinco años, pero “todos y cada uno a través de la fundación y de la tesorería de la universidad, como debe hacerse. Yo jamás he pagado a nadie, es algo que se gestiona a través de Gerencia”. Y añadía: “Este departamento tiene cinco plantas, yo trabajo en la segunda y no bajo por los sótanos, no tenía conocimiento de nada, ni sé cómo han cobrado, no le puedo decir, sólo puedo acreditar mis cursos”.

Los trabajadores no recibían ni 10 euros la hora, aseguran fuentes sindicales

Jesús Bragado, gerente de Medicina —y hermano del también adjunto a la gerencia de la universidad, Juan Bragado, y del gerente de Farmacia, Luis Bragado—, aseguró a este periódico que “todos los cursos que son oficiales pasan por la Gerencia”. Pero ¿hay cursos no oficiales? “Se realizan cursos que no tienen carácter oficial, pero de eso mejor que le informe el vicedecano de Ordenación Académica”, zanjó.

Supuestamente eran empresas, sociedades médicas, congresos o particulares los que contrataban los espacios para esas actividades extra lectivas que, según fuentes sindicales y según el vicedecano de Ordenación Académica, Jorge García Seoane, se coordinaban desde el propio departamento de Anatomía II. “Dependen directamente del departamento y se regulan en función de la entidad con la que se contratan. Pregúntele a ellos, porque al no tratarse de estudiantes de la universidad no tiene nada que ver conmigo”, argumentaba Seoane. “Antiguamente se gestionaban a través de la agencia Laín Entralgo —de la Comunidad—, pero desapareció y ahora no sé”. Los sindicatos le han pedido una auditoría al rector Carrillo, que podría ser interna (a través de la Dirección de Intervención) o externa.

“Cuando tuvimos conocimiento del estado de los restos cadavéricos y de otras cosas denunciamos ante la fiscalía por si fueran constitutivos de delito”, recuerda Carrillo. “Además, le hemos abierto un expediente disciplinario al director de ese departamento”.

El departamento de Anatomía II, que tiene parada la actividad, precintado su depósito y cuyo horno crematorio se está desmantelando porque funcionaba de manera irregular “hasta hace meses” —según fuentes de la misma facultad—, está a la espera de que se normalice la situación de sus cámaras. “Todavía hay que discriminar qué cuerpos pueden ser válidos para el estudio y cuáles no. Hoy hemos firmado un contrato con la funeraria que se encargará de incinerarlos”, explica Carrillo.

Los llamados “cursos de formación continua” y los “alquileres de espacios” son dos figuras estipuladas y normalizadas en la administración universitaria que contribuyen a la recaudación de fondos de la institución. Los recortes sufridos con la crisis y las recientes políticas educativas han hecho mella en la actividad científica e investigadora de la Universidad y los departamentos —en su mayoría— recurren a estas actividades “extras” para nutrirse de material y recursos que les permitan seguir funcionando a cierto nivel.

Lo explica José Ramón Sañudo, catedrático del departamento de Anatomía I —“el bueno”—, que ingresa 40 cadáveres al año (43 en 2013) y da salida a otros tantos a través de una empresa funeraria, con lo que sus cámaras cuentan con una media de 80 cuerpos para el estudio, repartidos en estanterías y metidos en bolsas de polietileno, como pudo comprobar este periódico. En su caso —fue uno de los organizadores en 1996 del simposio sobre los protocolos de salas de disección avalado por la Sociedad de Anatomía Española en Barcelona—, las actividades y los cursos se coordinan a través de una empresa externa llamada Clover. Una simple búsqueda en Internet permite comprobar esa gestión. Realizan unos ocho al año, “siempre en fines de semana, épocas de exámenes o vacaciones y con su titulación correspondiente”, asegura.

La gestión y contratación externa de esas actividades no es más que un subterfugio para lograr que el dinero recaudado por sus cursos revierta directamente en su maltrecho departamento. “Si lo hacemos a través de la Fundación se queda con el 20% o el 25% de los beneficios y los redistribuye por toda la institución. De este otro modo —que es regular, aclara— sólo pagamos un canon de entre el 8% y el 12% y nos garantizamos poder realizar mejoras en nuestro departamento”, explica Sañudo, que asegura haber invertido “unos 250.000 en material fungible, sueldo de becarios, mejora de infraestructuras, frigoríficos de menos 40 grados…”. Mal, bien o regular, son los propios departamentos los que esquivan a la Universidad, ante una gerencia y un presupuesto insuficientes para dotarles de medios.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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