La ciencia envejece con los recortes
La Universitat de València y el CSIC creen que el peor golpe a la investigación ha pasado
El envejecimiento de las plantillas de científicos y técnicos es “tan preocupante o más que no tener dinero”, afirmó ayer el coordinador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Comunidad Valenciana, José Pío Beltrán. Es así porque no pueden sustituir, afirmó, a los profesionales que se jubilan ni a los jóvenes que se van. La tasa de reposición limitada al 10% pesa como una losa. En consecuencia, la mayor preocupación en este momento de la institución es “revertir el reclutamiento de científicos y técnicos”. Coincidieron en esta inquietud el rector de la Universitat de València (UV), Esteban Morcillo, y el vicepresidente de organización del CSIC, José Ramón Urquijo, que presentaban la sexta edición de Expociencia, la fiesta de divulgación que organiza el Parc Científic de la UV.
Urquijo señaló que la edad media del investigador es de 52 años y la de un profesor investigador, 58 años. No ha dejado de subir en los últimos años. Por otro lado, el CSIC ha perdido en los dos últimos años 2.000 personas de un total de 14.000, entre jubilaciones no repuestas y otras circunstancias, como científicos en formación sin opción a plaza. En la Comunidad Valenciana se han perdido entre 250 y 300 de los 1.200 previos a los recortes.
Morcillo puso como ejemplo el joven investigador valenciano que descubrió el año pasado un manuscrito inédito de Lope de Vega (Señoras y criados) en la Biblioteca Nacional y ahora trabaja en una universidad alemana, “porque aquí no se le ha dado una oportunidad”. La solución al problema no es fácil. “Como no se inyecten 80 o 100 plazas anuales, la reversión de la edad no bajará”, señaló el rector. Y no solo se trata de los que salen por una u otra razón. José Pío Beltrán puntualizó que la edad de entrada de los científicos en el CSIC era de 38 o 39 años y ahora es de 42. La tasa de reposición del 10% también ha llevado al profesorado de la UV a una edad media de 51 años, que en los catedráticos se acerca a los 60, en un crecimiento “lento pero inexorable”. El rector agregó un pronóstico inquietante: “A partir de una década habrá una caída abrupta por jubilaciones masivas”.
Previamente, José Pío Beltrán había puesto una luz de optimismo (aunque prefirió hablar de realismo) al final del túnel al manifestar que el “golpe fuerte” a la investigación por los recortes y la crisis económica, “ya ha pasado”. No fueron sus únicos comentarios animosos. Incluso confesó que frente a los seis millones que la Generalitat debía el año pasado a los 11 institutos valencianos del CSIC, ahora “solo” les debe tres. El vicepresidente corroboró la mejoría de la situación para el consejo, reflejada en un déficit cero y un aumento de presupuesto de 50 millones. Además, frente la ausencia el año pasado de la convocatoria de ayudas a la I+D+i, de la que se nutren los investigadores de todo el Estado, ahora la resolución, confían, “está al caer”.
Al necesario cambio de política de personal, Esteban Morcillo añadió la reivindicación, que comparten tanto la Conferencia de Rectores como el CSIC de “retorno de los presupuestos de I+D+I de los años 2008 ó 2009”. El tercer elemento estratégico señalado fue la financiación europea. “En este momento para un investigador lo prioritario es Europa”, se dijo. Y la principal esperanza está en el Horizonte 2020.
El rector dijo que “no solo de dinero vive la ciencia, también son fundamentales las vocaciones y por eso es fundamental una actividad como Expociencia”, capaz de reunir a más de 4.000 personas que viven la ciencia durante una jornada. La jornada de puertas abiertas, en la que participarán un centenar de científicos, tendrá lugar el sábado día 24. Física, Matemáticas, Biología, Química, subrayó Morcillo, son disciplinas que cada vez tienen menos demanda y por eso “hay que potenciarlas”. El director del Parc Científic, Juan Antonio Raga, destacó, entre las actividades de esta sexta edición, la conexión en directo con la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) para conocer de cerca el mayor acelerador de partículas del mundo, que halló el Bosón de Higgs y en cuyo proyecto participaron científicos del Instituto de Física Corpuscular de la Universitat de València y el CSIC.
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