El barbo revive pero no remonta
Los obstáculos en el río impiden a los ejemplares de esta especie autóctona del Jarama llegar a zonas de reproducción
El pez da un gran salto y cae de panza sobre la base de la pequeña presa. Con suerte, si no resbala de inmediato, se sostiene durante unos segundos en los que lucha moviendo violentamente la cola para avanzar muro arriba. Pero nunca lo consigue y siempre termina retrocediendo a la casilla de salida.
Al principio, resulta un espectáculo simpático, incluso hermoso, hasta que se cae en la cuenta de lo que está ocurriendo: los barbos, una de las últimas especies autóctonas del Jarama, intentan sin éxito remontar el río para alcanzar sus zonas de freza —los lugares poco profundos, con corriente y una buena base de grava para colocar sus huevos—; se lo impide un azud (presa de pequeño tamaño) abandonado, el del Porcal, entre Velilla de San Antonio, Rivas y Arganda del Rey.
A su paso, el barbo se topa con presas y azudes en desuso
Varios grupos ecologistas denuncian que eso está ocurriendo por todo el Jarama, es decir, que “numerosas infraestructuras, presas y azudes, muchas de ellas en desuso”, han roto la continuidad del río, impidiendo a estas especies remontarlo. Además, tampoco existen pasos para peces (al menos, que funcionen), como sí hay en otras cuencas españolas.
De camino hacia el azud el Porcal, por un sendero continuamente transitado por ciclistas, Antonio Martínez, portavoz de la asociación Jarama Vivo, habla de ironías, de cómo la crisis ha reducido la actividad industrial cuyos despojos acaban en los ríos y, por ello, este afluente del Tajo (uno de los más importantes) “se ha recuperado un poco; no es que esté más limpio, es que está menos sucio”.
Gracias a esto ha resurgido la población del barbo común (barbus bocagei), como ha podido comprobarse en las últimas semanas, asegura: ha sido muy fácil ver a gran cantidad de ejemplares fracasar frente a los obstáculos durante la época de remonte que comenzó a mediados de abril y está a punto de acabar.
“El problema no es solo que no lleguen a sus zonas de freza y coloquen los huevos donde pueden, sino que terminan el proceso muy debilitados por el esfuerzo. Además, esa ruptura de la continuidad del río provoca que haya grupos aislados que no se mezclan, con lo que debilita la especie”, explica Martínez.
Sin embargo, para los ecologistas, este espectáculo de los barbos es, sobre todo, un síntoma más del abandono del Jarama, uno de los ríos más contaminados de España a pesar de esa pequeña recuperación de los últimos años. “Está desahuciado por la Confederación Hidrográfica del Tajo. En verano no es raro que sus tramos altos se encuentren desecados por el cierre radical de las compuertas de los embalses [...] A estos problemas sanitarios y ambientales hay que añadir la invasión de especies de peces exóticos que ya pueblan sus aguas, y que han sustituido a los ciprínidos que las habitaban tradicionalmente”, se quejan los ecologistas en una nota.
Y, para una especie autóctona que aguanta, la del barbo común, resulta que se enfrenta con esos obstáculos, muchos de ellos abandonados, que la Confederación debería eliminar, reclaman.
Ecologistas en Acción denuncia el abandono del río Jarama
Mientras preparan un mapa detallado de esas construcciones, los ecologistas ofrecen algunos ejemplos que se pueden ver en el gráfico que acompaña a estas líneas: son ocho repartidos en unos 70 kilómetros de cuenca; tres de ellos, en desuso. La Confederación del Tajo no ha respondido a las preguntas planteadas por este periódico sobre el asunto.
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