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La práctica hace nuevos maestros

Estudiantes de grado de Infantil y Primaria que acaban hablan de su presente y futuro

Las estudiantes Laura Navarro y  María Gómez en una clase del colegio Cervantes.
Las estudiantes Laura Navarro y María Gómez en una clase del colegio Cervantes.

Estudiantes de maestro de Infantil en la Universitat de València, María Gómez y Laura Navarro hacen las prácticas de cuarto curso en el colegio Cervantes de Valencia. Están a punto de titularse. Algunos niños y niñas de cinco años se abrazan a la cintura de María al entrar en su clase y no la sueltan. Es difícil no contagiarse del entusiasmo de las maestras de Educación Infantil. Una de ellas apunta: “Cuando llegas en prácticas, sientes admiración por los maestros de infantil, es un ritmo frenético, ¡con 25 niños!”. Carlos Rubiño acaba de terminar sus prácticas en La Nostra Escola Comarcal de Picassent, una cooperativa. Estudia en Florida Universitaria, donde seguirá un año más para tener la doble titulación de Primaria. Le gustan los niños “desde siempre”.

 Los tres pertenecen a la segunda promoción de grado de maestro que se graduará con cuatro cursos de carrera, uno más que la diplomatura de magisterio en extinción. Llegan con un plus de formación que esperan les sirva para seguir educando a niños y niñas cuando acaben. Pero ven complicado el futuro. “Yo quería estudiar magisterio hace años, pero desistí, era una época en que las oposiciones estaban congeladas”, recuerda Laura. Dejó pasar aquella ocasión y retomó la decisión años más tarde, en un contexto muy diferente pero convencida de su vocación. “¿Hay vida después del grado?”, bromea María. Han barajado hacerse cooperativa y crear un centro, pero no deja de ser un sueño. Las próximas oposiciones en la Comunidad Valenciana están previstas para 2015. Se ofertarán 117 plazas, de ellas 90 para el cuerpo de maestros. Las otras opciones son la bolsa de interinos o las vacantes de los colegios privados. También la emigración.

Mientras tanto, ésta sigue siendo una de las profesiones con más demanda, muy por encima de una oferta que en la actualidad cubren tres universidades públicas y tres privadas, además del centro cooperativo Florida, donde 590 alumnos cursan estos estudios. Para hacerse una idea, en la Universitat de València, la demanda en Primaria se sitúa en 1.875 aspirantes y la de Infantil, en 1.797, cifras que multiplican por tres y por cinco, respectiva y aproximadamente, la matrícula total actual. En la Universidad de Alicante se preinscribieron, según los últimos datos oficiales, 2.254 estudiantes en ambos grados, frente a una oferta de 500 plazas para primer curso. La Jaume I de Castellón es la tercera universidad pública que oferta estas carreras, con una oferta total de 450 plazas en primer curso.

En las privadas, las cifras son muy dispares. La Cardenal Herrera-CEU tiene actualmente una matrícula de 1.116 estudiantes en ambas carreras, mientras que la Universidad Católica informa de una matrícula superior a los 2.900 alumnos en sus 10 titulaciones (Infantil y Primaria, más varios dobles títulos). La VIU (Valencian International University) es la primera que oferta un doble grado en internet.

Frente a una demanda y una oferta que supera en buena medida la red escolar valenciana, hay maestros cada vez más formados. María Gómez, que domina el inglés y ha dado clases de esta lengua desde hace años, es también realizadora y operadora de sonido con dos titulaciones. Ha trabajado como tal, pero considera que maestra “es el modo más noble de cambiar el mundo”, porque “en otras tareas he visto cómo mis principios pueden chocar con lo que hago”. Laura Navarro es licenciada en Publicidad y ha trabajado felizmente en mercadotecnia. Conocen algún maestro economista, agrónomo o arquitecto y varios psicólogos. Pero tienen muy claro que quieren dedicarse a enseñar. Ambas confiesan que “ya desde primer curso se confirmaron” sus buenas expectativas. “En la práctica hemos visto que es esto lo que queremos hacer”, afirma Laura. María reconoce que llega a casa “reventada, pero con una sonrisa de aquí a aquí”.

Es una de las carreras con más componente práctico. Todos los estudiantes tienen tres años de prácticas El primero, son dos semanas en las que se limitan a observar, a ver cómo funciona la clase y el colegio. En tercero, son dos meses, y en cuarto un cuatrimestre entero. Pero también realizan trabajos de campo, personales o de grupo, en contacto con centros escolares. María y Laura hicieron uno en el colegio de educación especial Sebastián Burgos, con su “equipo habitual”, que incluye estudiantes de 20 a 47 años, dos de ellos varones, los únicos en una clase de 42. “Fue una experiencia muy rica, la gente que trabaja allí es puro corazón”, dicen, en referencia a los profesionales de la educación especial que conocieron in situ como “puro corazón”, además de “muy formados y preparados”. Las prácticas les sirven también para constatar dificultades materiales de los centros. Por ejemplo, cuando a uno “le deben seis meses de comedor”. Carlos Rubiño recuerda como una de sus mejores experiencias un trabajo, con otros seis compañeros, en un centro de acción educativa singular (CAES), en Mislata. Recuerda que daban “clase sobre diferentes culturas”. Entre 20 niños, “en mi aula no había ningún alumno español, pero había mucha riqueza cultural”. subraya. “Era complicado, la maestra estaba cansada y nosotros llegamos con muchas ganas”. Por su parte, Laura Navarro advierte que “en los colegios públicos te acogen con los brazos abiertos”, porque así “los maestros pueden hacer más cosas”.

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Carlos acabará este año el grado de Infantil y el que viene el de Primaria. De momento le gusta más la primera opción de trabajo. ”Tienes más libertad para actuar, respecto al currículo, en primaria estás más marcado por el libro de texto”, justifica. Ve el futuro “difícil”, pero no se desanima. “Depende mucho de cómo nos esforcemos”, añade. Recuerda que más de una vez ha escuchado eso de que “magisterio es fácil y estáis ahí por las vacaciones”, y piensa que quien estudie la carrera con ese razonamiento “no tiene mucho futuro, le tiene que gustar”. Las prácticas se lo han demostrado: “Para una sola clase nosotros, hemos tenido que dedicarle horas”, recuerda. “Imagínate la planificación de un curso, hace falta mucha paciencia y ganas"

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