Millet se escuda en la medicación que toma para no responder al fiscal
El acusado ha acudido en silla de ruedas a la vista y dice "estar mal mentalmente" Jordi Montull dice que los políticos apoyaron el hotel del Palau por “amistad” Millet niega haber recibido 900.000 euros de comisión por el hotel del Palau
Al decimotercer día, Fèlix Millet reapareció. Tras sufrir un accidente doméstico y ser operado de una fractura de fémur, el saqueador confeso del Palau de la Música despejó la incógnita y acudió ayer a declarar al juicio por las irregularidades urbanísticas en torno al proyecto fallido de construir un hotel de lujo junto al coliseo modernista. A la hora de la verdad, sin embargo, Millet decidió guardar silencio. Desde la silla de ruedas, el ex presidente del Palau de la Música se escudó en su supuesto deterioro mental, fruto de la medicación postoperatoria, para negarse a responder a las preguntas.
Millet solo contestó, durante cinco minutos, a su abogado. Y lo hizo para negar cualquier implicación en los hechos: ni cobró una comisión del promotor del hotel a cambio de garantizarle la adjudicación ni presionó a cargos políticos para que agilizaran el proyecto. Una tesis similar defendió su mano derecha en la institución musical, Jordi Montull, que sí se avino a responder al fiscal. En un interrogatorio de más de cuatro horas afirmó que la relación de “amistad” de los máximos responsables del Palau con los políticos pesó a la hora de que estos diesen su apoyo al hotel.
Con perfecta dicción y de forma cristalina, Millet expuso al tribunal cuán confuso se encontraba después de que le hayan implantado una prótesis de cadera. “Mentalmente estoy un poco delicado, en el sentido de que no soy yo. Voy muy medicado”, expuso el acusado. que previamente pidió "disculpas" a los magistrados por no haberse presentado al juicio el pasado 25 de febrero. Ese día, apenas unas horas antes de declarar, Millet se cayó al levantarse de la cama. El juicio, por el que Millet y Montull afrontan una petición de más de diez años de cárcel, quedó aplazado hasta ayer.
La magistrada recordó a Millet que,el domingo, un médico forense le examinó y resolvió que estaba en condiciones de declarar. De modo que, como acusado, estaba en su derecho de hacerlo o no, pero no podía excusarse en la medicación. “No es que no quiera declarar; ya lo dije todo en tres interrogatorios exhaustivos”, insistió Millet, quien aseguró que está “tomando muchos calmantes”.
Tras unos minutos de confusión, uno de los abogados de Millet, Abraham Castro, intervino para aclarar que su cliente solo le respondería a él.
El fiscal del caso, Antoni Pelegrín, leyó las preguntas que había preparado. “Las preguntas que no quiere responder”, reprochó a Millet, que le escuchó inmóvil, desde su silla de ruedas, durante más de una hora. “¿Recuerda haber comido con el presidente de la Generalitat en mayo de 2005? ¿Se aprovechó usted de su posición social para tener controlados a los partidos políticos? ¿Le dejaron plena libertad para que gestionara el proyecto, como si fuera una especie de API de la Generalitat?”. Todas recibieron el silencio como respuesta.
A preguntas de sus abogados, Millet afirmó que en sus tres declaraciones ante la juez de instrucción, había dicho “absolutamente toda la verdad”. El saqueador confeso negó haber recibido una comisión de 900.000 euros del promotor del hotel, Manuel Valderrama, a cambio de adjudicarle el proyecto. “Ni le pedí nada ni Valderrama me ofreció nada tampoco”. El objetivo de construir el hotel, añadió, fue evitar que el coliseo modernista perdiese la distinción de Patrimonio de la Humanidad. “La Unesco me avisó de que el entorno del Palau no estaba en buen estado”. También negó haber presionado a cargos públicos para que dieran trato de favor al proyecto. “Lo hice porque era mi obligación: hablar con todos para que supieran lo que íbamos a hacer y preguntarles su opinión”, expuso, muy lúcido, Millet.
Millet y Montull están acusados de apropiación indebida y falsedad documental. Según el fiscal, urdieron una trama para sacar tajada de la operación urbanística. Y aprovecharon la “relación de confianza y amistad” que les unía a diversos cargos electos para granjearse su apoyo. El hotel de lujo no prosperó: tras el registro del Palau por los Mossos d'Esquadra, los vecinos llevaron las irregularidades a la fiscalía. Por esta causa, Millet y Montull pasaron 13 días en prisión provisional, algo que no ocurrió en la trama principal del caso Palau: el expolio de más de 26 millones de euros de la institución musical.
Junto a ellos, están acusados los máximos responsables del Urbanismo barcelonés en época del PSC: el ex teniente de alcalde de Urbanismo, Ramon García Bragado; el ex gerente de esa área, Ramon Massagué; y el ex director jurídico, Enric Lambies, que afrontan una petición de cuatro años y siete meses de cárcel.
Jordi Montull asegura que “todo el mundo” estaba de acuerdo con el proyecto
Jordi Montull fue preguntado de forma extensa por su relación con los dirigentes políticos. Este expuso que, desde el principio, todos estaban al corriente de que un tercero iba a hacerse cargo de la construcción del hotel. El fiscal le exhibió multitud de correos electrónicos en los que, presuntamente, atiza a los políticos para que den un empujón al proyecto. En uno de ellos, usa la expresión catalana collar (apretar). Las presiones, insistió, ni se produjeron ni eran necesarias porque “todo el mundo estaba de acuerdo” en que el hotel de lujo era beneficioso para el Palau y para la ciudad.
Pelegrín puso el acento en la relación de compadreo que se desprende de alguno de esos documentos. Como un correo en el que se dirige a Ramon García Bragado como “distinguido amigo”.
Fiscal: “¿Era su amigo?”
Montull: “No”.
Fiscal. “¿Por qué pone "distinguido amigo?”
Montull: “Porque era distinguido, pero amigo no”.
Fiscal. “¿Y entonces por qué pone amigo?”
Salpicada con “no sé” y “no recuerdo” —”hace más de diez años de eso”, dijo— la declaración de Montull trató de convencer al fiscal de las bondades del proyecto. Los 900.000 euros —que aparecen anotados en diversos documentos de la causa— no eran una comisión, sino los honorarios del despacho de arquitectos que se hizo cargo del proyecto.
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