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Mal de amores con café

Desde hace un año, un grupo de entre 15 y 20 personas se reúne en un local de Montera para intercambiar desventuras de pareja. Una mediadora guía los encuentros y hace fluir la charla

Participantes en una de las sesiones atienden a las explicaciones de Lucía Jiménez, impulsora de la idea.
Participantes en una de las sesiones atienden a las explicaciones de Lucía Jiménez, impulsora de la idea. carlos rosillo

Luis es de los que repite. La última vez le reprocharon que monopolizaba la conversación, y ahí está, haciéndolo otra vez. Hasta que llega esa gran pregunta que a todos nos han hecho en alguna ocasión: “¿Qué buscas en una pareja?”. El joven no se lo piensa un segundo y suelta la perla: “Que esté buena”. Cuando de las 14 personas que te acompañan la mitad son mujeres, puede que esa no sea la mejor de las respuestas. Luis se percata e intenta resarcirse: “Ahora en serio, una chica natural, divertida, con quien poder hablar de todo”. La controversia está servida en la cafetería Priorité, en el 42 de la calle de la Montera, donde desde hace un año un grupo de entre 15 y 20 personas se reúne dos veces al mes para compartir sus peripecias amorosas.

La dinámica es sencilla: pagas tres euros —el precio incluye una consumición— y durante dos horas te dedicas a contar tus periplos y a escuchar los de los demás. A partir de ahí, no hay guiones ni tabúes. Puede que un individuo se plante en medio de todos y revele, con evidentes signos de vergüenza, que su mujer le ha puesto los cuernos. Puede que una divorciada relate su fallida experiencia en una cena de solteros. Puede que esa misma señora cuente que, tras abandonar la cena, acabó conociendo y compartiendo coche con un campesino de Burgos con el que resultó tener muchas cosas en común. “Hay historias muy curiosas”, comenta María Ángeles, la más veterana del grupo con seis reuniones a la espalda. La mujer de 38 años es la única que tiene pareja. “La primera vez que vine estaba soltera. Ahora tengo chico, pero no por eso he dejado de venir. Me enriquecen mucho las opiniones de los demás”.

Aunque nadie está obligado a hablar, al final hasta los más tímidos se animan a contar su experiencia. Con el fin de guardar los turnos y plantear preguntas a los asistentes, las reuniones son conducidas por una mediadora, Lucía Jiménez, quien, además, es la impulsora de la idea. “Poder hablar de tus relaciones personales, sentirte comprendido, recibir el feedback de gente que ha pasado por algo similar… Todo eso es muy beneficioso, casi terapéutico”, opina la mujer de 39 años. Antes de dedicarse a arbitrar entre corazones rotos, esta madre de dos hijos trabajaba en una agencia de viajes. Un día se percató de que en sus estanterías había más libros de psicología del comportamiento que de países exóticos. Su mayúsculo interés por las tertulias y un diploma en Coaching PNL (comunicación interpersonal) hicieron el resto. “No soy una experta, de esos ya hay demasiados en la televisión”, confiesa. “Es más práctico escuchar a quien tiene el problema”.

Tal vez ahí resida la clave para que un grupo de gente, la mayoría desconocidos entre sí, expongan sus (des)venturas amorosas sin tapujos. Tal vez hay quien, como la atormentada protagonista de Un tranvía llamado deseo, prefiere depender de la amabilidad de los extraños. Tal vez algunos no tienen con quién desahogarse y buscan la más mínima oportunidad para hacerlo. “La iniciativa funciona porque uno sale de la tertulia con la impresión de conocer un poco mejor cómo funciona el ser humano: sus miedos, sus impresiones en el amor, la relación entre hombres y mujeres”, opina José Manuel, de 53 años. Es la primera vez que asiste a una reunión. Al igual que Luis, piensa repetir.

Las próximas reuniones están previstas para el 18 y 25 de marzo y 15 y 22 de abril. Necesaria inscripción previa en www.ytuquequieres.es

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