El laberinto de Pere Navarro
La dirección del PSC ha priorizado la paz con el PSOE a dar satisfacción al sector catalanista Esquerra Republicana y Ciutadans son las formaciones que se se benefician de la situación
Los dirigentes más veteranos del PSC suelen destacar que su partido se “inventó” para unir Cataluña internamente en un momento —finales de la década de los setenta— en que había un serio riesgo de fractura social entre catalanes de origen y los llegados del resto de España. Este papel cohesionador interno acabó por trasladarse a las relaciones entre esta comunidad y el resto de España, hasta el punto de que el socialismo catalán consiguió lidiar como muy pocos con las aguas siempre revueltas del debate territorial. El resultado fueron décadas de hegemonía del PSC en las grandes ciudades catalanas. El órdago soberanista amenaza ahora con borrar a los socialistas de la primera línea de la política catalana.
La dirección encabezada por Pere Navarro ha decidido, entre bandazos, que la bandera de la unidad de España no puede quedar solo en manos del PP y de Ciutadans y se ha lanzado a batallar por ella con una propuesta de reforma federal. Al optar por esta vía ha dejado atrás sus múltiples crisis con el PSOE y ha satisfecho a una mayoría de dirigentes del área metropolitana de Barcelona.
Sin embargo, con este viraje se ha alejado de sus bases más catalanistas. El problema es que, si bien estas se concentraban antes en la Cataluña rural, hoy se encuentran también en la capital y su periferia. De ahí que entre los dirigentes que estos días han expresado públicamente su malestar con Navarro estén desde el alcalde de Flix (Tarragona), Marc Mur, hasta la diputada por Barcelona Rocío Martínez Sampere, en otro tiempo muy próxima a José Montilla. El primero anunció ayer que abandonaba la ejecutiva del partido. La segunda la ha dejado también, aunque formalmente lo hace para presentarse como precandidata a las primarias de la ciudad de Barcelona.
Sea como fuere, el partido no ha sido capaz de dar en los últimos años con una fórmula ganadora. Desde los resultados históricos que logró en 1999 Pasqual Maragall, con 52 diputados, el partido no ha hecho más que perder apoyos. Pere Navarro solo logró 20 escaños en las últimas elecciones catalanas en 2012.
La sangría se ha dado en todas las provincias, si bien ha sido más grave en las zonas menos urbanas, donde el PSC ha cedido ante CiU y ERC. En Lleida, por ejemplo, el PSC ha pasado de cinco diputados con Pasqual Maragall a solo uno en la actualidad.
El declive socialista afecta a la Cataluña rural, pero también al área de Barcelona
Los datos también desmienten que el discurso catalanista provoque sistemáticamente rechazo en los feudos del área metropolitana. El ejemplo más revelador de ello es que en Cornellà de Llobregat Pasqual Maragall llegó a superar en votos al alcalde histórico de la población y posterior presidente de la Generalitat, José Montilla. En esta localidad, emblema del antiguo cinturón rojo, el PSC tuvo más apoyos en las autonómicas de 1999 que en las municipales del mismo año, concretamente 2.000 votos más.
Uno de los beneficiarios de la crisis que arrastra el PSC desde hace diez años es Ciutadans, que en las últimas elecciones logró nueve diputados. El partido de Albert Rivera ha hurgado en las discrepancias del PSC y ha intentado hacerse con su electorado más contrario a las posiciones catalanistas. Sin embargo, los sondeos también cuestionan que el PSC esté desangrándose solo en esta dirección. Según el último barómetro de la Generalitat los socialistas pierden más votos en favor de ERC (4,6%) que de Ciutadans (3,6%). En estos momentos, el 19% de quienes votaron a los socialistas en las últimas autonómicas no saben si repetirán en las siguientes, algo que convierte al PSC en la formación con más indecisos de la política catalana.
La cúpula del partido socialista asume que necesita trabar un discurso territorial
Los socialistas están intentando revertir esta situación comenzando por el área metropolitana de Barcelona. El proceso de primarias en el Ayuntamiento de la capital catalana, que ha arrancado esta semana, es el ejemplo más claro. Quieren movilizar a la izquierda descontenta con los recortes que el Gobierno de CiU, con el apoyo de Esquerra Republicana, sigue aplicando en la Generalitat.
Sin embargo, son conscientes de que no basta con una elevada participación electoral para ganar. CiU ganó las últimas elecciones autonómicas de 2012 con el nivel de participación más elevado de la historia: un 69,5%, una cifra que superó en 2,5 puntos la de las últimas generales. Además, el alza en la participación se dio en comarcas tradicionalmente socialistas del entorno de Barcelona, como el Baix Llobregat o el Vallès.
El segundo obstáculo que están intentando vencer los socialistas es la fragmentación del espacio de la izquierda. El discurso del PSC compite con el de Esquerra Republicana en el terreno económico, pero también con el de Iniciativa per Catalunya e incluso la CUP. Lo que todos los dirigentes socialistas admiten es que ya no les basta con articular un discurso social. También necesitan trabar cuanto antes una alternativa territorial.
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