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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Vidas paralelas

Es inevitable pensar que Cataluña se halla más avanzada en el proceso de alcanzar, si no la independencia, al menos el ejercicio del derecho a decidir.

A la hora de reflexionar sobre la situación y los procesos de Cataluña y Euskadi o Euskal Herria, a los que tenemos cierta edad, que estudiamos latín en el Bachillerato, se nos vienen a la mente las traducciones que hacíamos de las Vidas paralelas de Plutarco, que eran unas biografías comparadas de las cuales quizás la más famosa era la que trataba de César y Alejandro Magno. En un pasaje de la misma, César se lamentaba de que Alejandro a su edad ya era dueño del mundo, es decir, reconocía el retraso con respecto a su punto de referencia. Es inevitable pensar desde Euskal Herria que Cataluña se halla más avanzada en el proceso de alcanzar, si no la independencia, al menos el ejercicio del derecho a decidir. Este retraso, si de verdad lo hay, no tiene por qué ser necesariamente perjudicial, pues permite o puede permitir aprender de errores o aciertos en el proceso y, aunque sea muy difícil, escarmentar en cabeza ajena.

En cuanto a cuáles son las razones por las que el proceso catalán ha adelantado al vasco, son difíciles de definir. Es fácil pensar que la historia de violencia del País Vasco es la causa principal por la que un movimiento a favor de la independencia que aparecía más potente en la Transición en el País Vasco que en Cataluña ha sido rebasado por el proceso de esta última. Que resulte fácil no quiere decir que necesariamente sea cierto: a fecha de hoy, la posición del Estado es tan cerrada frente a un escenario de violencia como frente a una situación de paz y de vías estrictamente políticas. Por lo tanto, no debemos pensar que un movimiento vasco por el derecho a decidir y la independencia estrictamente por vías políticas no se hubiese encontrado con la misma respuesta, es decir, no y nada más que no. Quiero pensar que las causas son más de estructura social que de actuación política, sea esta de lucha pacífica o armada.

En la Segunda República el movimiento independentista catalán avanzaba más rápido que el vasco. Las declaraciones de Macià y de Companys solo podían tener lugar en una sociedad estructurada cuyas raíces más hondas y más extendidas se hallaban en el anarquismo de primer tercio del siglo XX. La década de los sesenta en Euskal Herria se vive un despertar de un independentismo alejado del sabinismo vizcaíno de los orígenes del nacionalismo vasco. La lucha contra el régimen de Franco acelera o fomenta la apuesta por la independencia. Llegamos a la Transición con un mayor apoyo a esta en Euskadi que en Cataluña, sin perjuicio de las reclamaciones estatutarias catalanas.

El avance y la socialización del apoyo a la independencia probablemente están conectados con factores previamente ínsitos en la nación. Por lo tanto, el movimiento acelera cuando depende más de movimientos sociales que institucionales y, al revés, la institucionalización no lo hace avanzar. En Cataluña, el nuevo ímpetu por la independencia parte de una iniciativa de movimientos sociales y apartidistas en la convocatoria de las manifestaciones de las dos últimas Diadas. Estos movimientos sociales tan fuertes y pujantes han sobrepasado a los partidos, haciendo que estos deban sumarse al movimiento e incluso se vean obligados a colaborar, como es el caso de CiU y ERC.

En Euskal Herria, la apuesta por la independencia es más que nada un referente estratégico de un partido político, o ahora ya de una coalición, y, aunque se haya extendido en parte de las bases de otro partido, no se haya trascendentalmente inserto en la sociedad fuera de lo institucional. Quizás el propio régimen paccionado tenga su parte de responsabilidad. En resumen, la distinta situación de los procesos vasco y catalán probablemente se deba al origen actual de su impulso, y en cuanto a su evolución posterior y final de una vía u otra, la social o la institucional, debemos esperar a los acontecimientos en Cataluña y de ello sacar las conclusiones que puedan ser aprovechadas para el procedimiento vasco.

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