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crítica | teatro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La belleza, al servicio de la codicia

En El feo, Marius von Mayenburg muestra el sencillo entramado de instintos básicos

Javier Vallejo
Intérpretes de 'El feo'.
Intérpretes de 'El feo'.Sandra Munuera

Dinero y deseo, motores de la economía de libre mercado. En El feo, Marius von Mayenburg muestra, a través de un tajo seco transversal, el sencillo entramado de instintos básicos que motivan las decisiones de compra y venta en el capitalismo. Lette, su protagonista, ingeniero cuyo imaginario y afectos se sitúan al margen del mundo empresarial donde trabaja, recibe, en la primera escena, un revés formidable: su jefe le ha apartado de la presentación pública del invento que él ha concebido y desarrollado, porque "su cara no vende".

Sembrado el germen de la desconfianza en sí mismo (y del desamor propio consiguiente), Lette, feliz ignorante de su fealdad hasta entonces, le pide a su esposa que le confiese si, además de admirarle, le gusta; y en vista de que no mucho, decide operarse para competir con esas hermosuras a las que una mayoría de empresas fichan para el mostrador de ventas.

Las líneas maestras y el detalle de la parábola están trazados por Mayenburg con claridad y firmeza, como las de los cuentos de los hermanos Grimm. Buscando recobrar la dignidad personal que la decisión de su jefe le ha arrebatado, Lette se embarca en una peripecia que acabará adentrándole en ese lado del espejo al que su ingenuidad, su integridad moral y su desafortunada fisonomía le tenían vedado el paso.

EL FEO

Autor: Marius von Mayenburg. Intérpretes: Óscar de la Fuente, Rebeca Valls, Mario Tardón y Fran Calvo. Escenografía y vestuario: Mónica Boromello. Luz: David Elcano y Raúl Alonso. Dirección: Paco Montes. Teatro del Arte, hasta el 29 de diciembre.

El joven autor alemán encadena sin solución de continuidad escenas breves bienhumoradas, corrosivas y certeras, lo que obliga a sus cuatro intérpretes a cambiar de papel a la vista y sobre la marcha, sin oscuros ni mutaciones escenográficas o de vestuario que retarden el ritmo vivaz con que se suceden los saltos en el espaciotiempo, las transfiguraciones de Lette (y del trato que a la vista de su nuevo rostro todos le dispensan), las dudas identitarias que le acechan a partir de entonces, los rituales de venta y de seducción que se ve obligado a interpretar…

Paco Montes, su director, imprime en esta función tan centroeuropea, cuyo ambiente opresivo evoca el que Václav Havel crea en El comunicado (retrato de la empresa en las economías de planificación centralizada), una luz, un tempo y un estilo interpretativo mediterráneos, que la vuelven acaso menos terrible y expresionista y más divertida, sin perder calado. Los actores secundan su empeño eficazmente y resuelven a cara descubierta, con humor y agilidad las mutaciones continuas de lugar, identidad y cronología. Firme eje sobre el que pivota el espectáculo, Óscar de la Fuente exhala humanidad, bonhomía, rectitud y una debilidad de carácter muy al cabo de la calle. Rebeca Valls encarna con brillo a las tres evas de Adán, Fran Calvo sopesa atinadamente la potestad de los personajes en que se biloca, y Mario Tardón imprime un relieve suave a las figuras del subordinado trepa y del hijo castrado emocionalmente.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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