Ferrol contiene la respiración en una crisis sin fondo
Las auxiliares de Navantia han despedido a 3.200 operarios en tres años. El paro se ha disparado al 33% y un tercio del comercio local ha cerrado
Para Ferrol y su ría, la crisis es un estado endémico más que el fruto de la coyuntura económica mundial. Una crisis dentro de otra que tiende a perpetuarse. Desde los años ochenta, ha encadenado dos reconversiones navales, dirigidas por Madrid y Bruselas, para desmontar un sector muy potente que ha pasado de unos 10.000 a 2.358 empleos directos en tres décadas. El primer mazazo cayó en 1986, cuando la entonces Comunidad Económica Europea vetó Astano para el naval civil y golpeó otra vez en 2004, cuando la UE exigió la devolución de 1.200 millones de euros en ayudas irregulares que el Gobierno de Aznar había inyectado a Izar, que quebró para refundarse como Navantia, con el ministerio de Hacienda de timonel a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales.
Los astilleros de la ría vuelven a columpiarse en el abismo. La gran diferencia entre aquellas dos crisis y esta es que ahora no hay ningún barco que construir y, por primera vez en su historia, las gradas de Fene y Ferrol están vacías y en los muelles tampoco hay buques por rematar. El lunes, el Adelaide franqueó la bocana de la ría rumbo a las antípodas. Es el último megabuque que las dos factorías gallegas de Navantia han construido para Australia y que, sin embargo, se embarca en Vigo, lejos de las flamantes radas de Caneliñas y Punta Langosteira que, después de engullir cientos de millones, no sirven para esta maniobra. Los efectos de unos astilleros menguantes, con la antigua Astano reducida a la mínima expresión y la factoría ferrolana sin pedidos militares, se replican como en un tablero de dominó: cae una ficha y tumba a otras. Sin contratos, la ciudad pierde población y tejido industrial, se desboca el paro y el pequeño comercio se asfixia mientras la ruina avanza por edificios antiguos y despoblados. Ferrol los certifica todos.
Desde 1981, la ciudad naval ha perdido 16.497 vecinos y ronda ahora los 71.200 habitantes censados. La caída se agudizó en el último decenio con 7.570 personas menos de las que había en 2003. El último dato oficial colocaba a 7.800 vecinos en la cola del paro y la suma de los 20 municipios que van del Eume al Ortegal ronda los 20.000 desempleados. En julio, se produjo un hecho insólito que reflejó la EPA: había más ferrolanos en paro (33,3%) que trabajando (32,3%). Otro dato que refleja el precipicio al que se asoma el naval ferrolano es el recuento de despidos en las auxiliares: pasó de 955 en mayo del 2012 a los 3.200 de este noviembre, según los sindicatos.
De las 72 principales subcontratas del astillero, todas han metido la tijera a la nómina o aligerado la jornada y, en el mejor de los casos, van tirando con las reparaciones navales, un nicho de mercado rentable que necesita un dique flotante para seguir medrando. Electrorayma, con 248 empleados, les ha restado un 10% de sueldo y el 5% de la jornada, expone CC OO. Dinain, con 206, también ha recortado salarios y aplica un ERE suspensivo, mientras que Tecnymo, que empleó a 202 personas, está en liquidación como Turmoil o TAE. Casi todas han tenido que despedir personal o aplicar un ERE. Otras 13 han cerrado ya o están en ello, como Talleres Cachaza, Montajes Cruz, Indugalsa, Eymosa o Electrokz, por citar algunos ejemplos de una lista muy larga. Esta semana fueron los de Gabadi los que protestaron porque la dirección impone un ERE a 28 empleados.
En enero del 2012, cruzaban a diario la puerta del astillero 2.073 operarios de auxiliares. Un año después, eran 1.439 y quedaban 998 en octubre. El sindicato CIG calcula que en diciembre no son ni 500. “Hay gente que agotó las prestaciones y tenemos solicitudes para el banco de alimentos de gente que nunca sospecharíamos”, cuentan alarmados. Han creado un fondo propio para ayudar a sus afiliados con dinero y productos que sostiene a 22 familias.
La destrucción de más de 3.000 empleos indirectos, y los temores de una plantilla que ha perdido mucho poder adquisitivo y se quedó sin paga extra, también dejaron su huella en el comercio local. Un estudio encargado por el gobierno ferrolano a la firma Auren Consultores SA. contabilizó 428 locales inactivos en 14 calles de los barrios de A Magdalena y Ferrol Vello. En el centro urbano hay censados 788 negocios: 384 son comercios y los otros 404, de servicios (el 33% de hostelería).
Un recorrido por la calle Real, la vía más comercial, sube la cuenta de bajos desiertos a 54 frente a los 39 que refleja el informe. Ocurre lo mismo en A Magdalena, que ronda los 80 vacíos —62 en el estudio— y el número de locales que se alquilan o se venden supera, por tramos, al de tiendas abiertas. Cristóbal García Nores, presidente del Centro Comercial Aberto de Ferrol (ACOF), calcula que desde 2010 han cerrado un tercio de los comercios. “Somos el termómetro de la crisis y aquí tenemos dos encima: la naval y la otra”, resume. No quiere caer en el pesimismo, pero admite que la pasada Navidad fue durísima y que las cosas “tampoco pintan bien este año” a pesar de los esfuerzos del sector por reinventarse con descuentos y promociones.
El calendario de protestas y paros laborales que los operarios mantienen desde hace meses les resta, de media, unos 170 euros mensuales a cada uno. “Pues ya ves si se nota en la nómina”, explica un operario, “pero, ¿qué? O protestamos y perdemos eso o no tenemos nada”.
Para dinamizar el casco urbano, el Gobierno local adjudicó a la consultoría un Plan Director de Captación de Oferta Comercial. Auren cuenta con 46.736 euros de fondos públicos para convencer a emprendedores locales y foráneos de que se instalen en los bajos vacíos del centro y presenta sus resultados el próximo enero. Por cada negocio nuevo, se embolsará un incentivo variable de 2.000 a 4.500 euros. Su primer informe, en resumen, recomendaba enfocar el comercio de Ferrol Vello a tiendas de recuerdos para los turistas de crucero y otras especializadas en decoración, alimentación y hogar por A Magdalena.
La presión social, con 30.000 manifestantes en las calles de la ciudad el pasado domingo 1, las quejas de Feijóo y con los alcaldes del PP y los sindicalistas —por separado— protestando ante la puerta madrileña de la SEPI en pocos días, forzaron a Navantia a posponer, al menos hasta principios del año próximo, la aprobación de un documento de empresa con las claves para el futuro de un grupo lastrado por la deuda y la falta de pedidos. La dirección dijo que no habría despidos ni cierres, pero pocos trabajadores lo creen. Hasta ese día, Ferrol se moviliza y contiene la respiración.
Una inversión a contracorriente
Cuando saltaron las alarmas de la crisis, a finales del 2007, Navantia acababa de firmar el mayor contrato de su historia para una Armada extranjera. Hasta mediados de 2010, la ría de Ferrol funcionó a pleno rendimiento con la burbuja de oxígeno de los megabuques australianos. Hace dos años que el comité de empresa empezó a denunciar que la carga enfilaba la recta final y el goteo de despidos entre las auxiliares se desbordó hasta la sangría. La crisis tardó en notarse pero cayó a plomo sobre una ciudad volcada en el naval y educada en la cultura de la subvención pública que no ha sabido reinventarse, a pesar de haber recibido inyecciones millonarias en planes de ayudas (ZUR, ZID o Plan Ferrol) que, tarde o temprano, fracasan sin que nadie responda por el dinero invertido.
Con el pequeño comercio bajando la reja, la promotora Santiago Sur apostó por la ciudad naval por delante de otros destinos en Galicia y norte de Portugal y acaba de abrir Parque Ferrol en el polígono de O Boial. 50 millones para edificar 23.000 metros cuadrados de superficie comercial y 1.100 aparcamientos para los clientes de Carrefour, Bricodepot, Mediamarkt, C&A, Lidl o Sprinter.
Abrió el 7 de noviembre y en tres días contabilizaron 110.000 clientes. Tuvieron que pedir aceite y ruedas a otros centros porque agotaron las existencias con las promociones de apertura. Su gerente, Manuel Moreno, presume de 600 nuevos empleos y aspira a captar tres millones de clientes por año. Una veterana empleada de Alcampo, hipermercado sin competencia en Ferrolterra desde 1986, echa cuentas y teme despidos a medio plazo. “Ferroliño no da para tanto y sin chollo en Navantia, menos”, vaticina con resignación.
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