Euskaltzaindia reivindica su labor social

“La Academia lo que tiene que hacer es lo que lleva reivindicando estos últimos años: una labor de acercamiento de su trabajo a la sociedad, un trabajo a medio o largo plazo que no es fácil”. La reflexión corresponde al presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia. La Real Academia de la Lengua Vasca desempeña un papel clave en la extensión del uso del euskera. “No se acaba de ver que la Academia no es solo prescriptiva, sino que busca la mayor y más general difusión social y utilización de la lengua”, prosigue su responsable. “Muchas veces se ve en Euskaltzaindia solo la parte relativa a las normas y las recomendaciones lingüísticas y no se ve la labor social en la difusión de esas normas, con su presencia en pueblos, en acontecimientos, con la organización de eventos que ponen en valor y a disposición del público en general los contenidos del euskera y de su mundo”, añade.

Cuando llega la celebración otro 3 de diciembre del Día Internacional del Euskera, Urrutia, quien la semana pasada participaba en Bruselas en el programa de actos organizados por el Instituto Etxepare en torno a la cultura vasca, desliza una cierta crítica: “Muchas veces parece que, como en las fiestas, echamos los cohetes de bienvenida, celebramos el Día del Euskera, y al día siguiente no hay. El euskera es de todos los días”. Al igual que otros de los consultados, el presidente de Euskaltzaindia reconoce la existencia de un problema de implantación social del idioma. A medida que aumenta su presencia en registros muy formales, puede ir reduciéndose su utilización espontánea en los registros más habituales.

Incluso en ámbitos formales la desproporción es evidente. Por ejemplo, el 72% de los ciudadanos se dirige al Gobierno vasco o a su Diputación casi siempre en castellano, frente a un 23,5% que lo hace en euskera tanto o más que en el otro idioma cooficial. La distancia es mayor en el caso de los bancos y aún más en los servicios sanitarios, pese a los grandes progresos registrados en estas áreas. Para Urrutia, estimular el empleo de la lengua cooficial, en particular entre las nuevas generaciones, “no es cuestión de subvenciones, sino de hacerles interiorizar que también ellas tienen que ser partícipes en este proceso”.