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los efectos de la crisis

Lanbide tropieza en su modelo

La inacabada estructura interna y los efectos de la crisis la llevan al límite

Pedro Gorospe
ELA se concentró la pasada semana frente a la sede del Gobierno en Bilbao
ELA se concentró la pasada semana frente a la sede del Gobierno en BilbaoFERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Lanbide, la ventanilla única que une la gestión de las prestaciones por desempleo, las ayudas sociales, la formación y la reinserción laboral, no ha tenido ni un minuto de calma desde que selló la transferencia. La “caja de herramientas para el empleo” que nació en 2011 primero como un ente público de derecho privado y luego evolucionó hacia la actual configuración de organismo autónomo está tropezando en su propio zapato. A los problemas externos que está teniendo para atender a su cada vez mayor clientela —hasta el Ararteko aseguró a mediados de año que en 2012 no funcionó bien— se suman los internos de organización de sus trabajadores y de indefinición de su modelo y falta deestrategia.

El cambio radical de concepto —hasta 2011 la asistencia social, las prestaciones por desempleo y la activación tenían ventanillas diferentes— y la brutal crisis que ha duplicado los perceptores de RGI hasta los actuales 62.000 y casi 180.000 parados, han convertido Lanbide en un polvorín. Sus 877 trabajadores, más de 300 de los que llegaron con la transferencia, han celebrado ya varias huelgas con el cierre casi total de las oficinas y prevén otra más en la primera quincena de diciembre en protesta por el plan del Gobierno de dejar una plantilla de 814 empleados y una bolsa de trabajo de 86, con afección salarial y movilidad. Función Pública trasladó la propuesta a principios del pasado mes en la mesa negociadora, y después ha mantenido contactos bilaterales con cada una de las fuerzas sindicales.

Ahora sabe que el conflicto de Lanbide tiene más aristas de las que parecía a simple vista, y que se trata de un problema que puede colapsar la apuesta por el pragmatismo que el Gobierno de Iñigo Urkullu está desplegando en materia económica y fiscal, tanto con el PSE como con el PP y también con la Administración central. Regular sus condiciones por decreto encendería más las protestas. La definición de la Relación de Puestos de Trabajo, RPT, una obligación de la administración es el primero de los problemas. La propuesta de Función Pública no gusta en general a los sindicatos.

La clientela de Lanbide

ELA y LAB exigen que todas las personas que están ahora trabajando aseguren su continuidad, con seguridad. “Nosotros hablamos de puestos de trabajo, los sindicatos hablan de personas concretas”, sostienen desde el Gobierno, tras recordar que de los 877 actuales empleados de Lanbide, 190 tienen un tipo de contrato temporal. La propuesta del Gobierno consolidaría 814 puestos y el resto hasta 900 serian bolsa de trabajo. Un bloque que según Empleo, dejaría la institución preparada para atender a la actual demanda puntual de trabajo y a la futura, cuando pase la crisis y de los 62.000 perceptores se pase al entorno de los 30.000 y la tasa de paro caiga al 8% ó 9%. “No están haciendo una foto real de las necesidades”, responde la responsable del sector público de CC OO, Maite Garabieta, habida cuenta de que con la actual plantilla “se llega justo a atender a la RGI” dejando totalmente de lado todo lo relativo a la activación del empleo.

Para los sindicatos es un error definir una RPT cuando no existe un plan estratégico hasta 2016, y cuando la coyuntura invita a pensar que todavía el desempleo y sus consecuencias van a segur creciendo en 2014. La realidad es que el modelo definitivo depende sustancialmente no sólo del número de puestos, sino de la definición del número de oficinas por zonas que permita pasar del modo RGI, ahora colapsado, al de activación y formación para el empleo, directamente abandonado. Prácticamente toda la clientela de Lanbide tiene motivos para estar enfadado comolo reflejan ante el Ararteko.

A los retrasos y los problemas con la RGI se han sumado los inconvenientes de las huelgas y paros, y las molestias derivadas de la poca seriedad con las subvenciones de los autónomos, los pagos a las empresas de inserción, y en las subvenciones por fomento del empleo. “Estamos hablando de empleo, de formación, de reinserción laboral, de conceptos fundamentales que hay que prestar con calidad y que tenemos que prestigiar entre todos”, dice Garabieta y para eso “es necesaria plantilla suficiente”. El secretario general de UGT, Raúl Arza asegura que la clave está en el diseño de oficina.

Nos hemos olvidado de que hay más parados que perceptores de RGI"

“Nos hemos olvidado que la otra parte del servicio, quizás la más importante, es la de la orientación y la formación” y no hay que perder la perspectiva de que “hay muchos más parados que perceptores de la RGI”. En el actual diseño que ha propuesto la administración hay excedentes en San Sebastián que se solucionarían con una tercera oficina. Las fuerzas sociales piden a la administración un mapa más ambicioso de oficinas y con un modelo de dotaciones y servicios que permita ofrecer un servicio de calidad ahora y en el futuro, pase lo que pase con el desempleo y con la demanda de ayudas. “No se puede crear un organismo para el futuro porque vivimos en el presente”, aseguran las fuerzas sindicales frente a una plantilla que tiene por delante el reto del rejuvenecimiento. La media de edad del personal de Lanbide está en el entorno del medio siglo.

Rebaja salarial: "Casus belli"

La tardía transferencia de las políticas activas de empleo generó en origen un desnivel salarial considerable, hasta que en 2011, CC OO y UGT con el anterior Gobierno pactaron la homologación sobre la base de una serie de complementos que equipararan los niveles de la administración vasca a las funciones que estaban haciendo ya los nuevos empleados de Lanbide que llegaban del Servicio Público de Empleo Estatal. “No vamos a firmar nada por debajo de eso” afirma taxativo Arza. Cualquier intento de adaptar los salarios a las titulaciones y por lo tanto en muchos casos rebajar las nóminas sin tener en cuenta las funciones, sería “casus belli”. La parte más débil son precisamente quienes vinieron del SEPE que tenían salarios bastante más bajos. “Hacer la transferencia bien era hacerlo con salarios homologados desde el primer momento, no se podía andar con parches”, explica Arza. “En este momento nadie se pasa de las escalas salariales de la administración vasca, luego no hay porqué ajustar a la baja. Cualquier criterio que se use para ello será interpretado como una excusa para recortar y no es admisible”, concluye Garabieta. A partir de ahí todo lo demás es negociable pero teniendo en cuenta que hay tres líneas rojas que en la actual coyuntura no se puede sobrepasar como es “el mantenimiento del empleo, el mantenimiento de los actuales niveles salariales, y finalmente que la movilidad se haga de forma pactada”.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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