Libros sobre aceites y olivos
Los olivos son obra de arquitectura, fruto del injerto de un árbol silvestre, porque en origen la olivera o el olivo no existen, son un invento
El biólogo Joan Mayol ha escrito El llibre de l'oli, (El Gall), tras plantar con su hermano Martí 2.560 olivos y cosechar varias añadas de aceites Verderol —ellos son ornitólogos— y Algebicí. Los Mayol producen en las tierras donde Ramon Llull en el siglo XIII tuvo su alquería, en el llano de Palma, la misma que le legó su padre, Benito Mayol, que primero creó un huerto de alfalfa y una vaquería moderna. El verde pasto ha desaparecido por doquier al igual que las vacas que solo están en anuncios, estampados y etiquetas.
La estructura del negocio ganadero-lechero en Mallorca se colapsó varias veces hasta su casi extinción. La lechera madre, Agama, mantiene la bebida Laccao, vive de distribuir cerveza y creó sus vinos. La rica tierra de alrededor de la lechera privatizada en Palma se transportó 30 kilómetros lejos, hasta sus viñas de la Marina de Llucmajor en Sa Torre.
Benito Mayol, acreditado armero cazador que tuvo hijos ecologistas, creó un naranjal tras la alfalfa. El mercado continental estrangula la producción autóctona. Allí donde hubo alfalfa y después naranjos ahora existe un mar plateado y gris, un olivar con sebel.líns (alcaravanes), aves de los solos tristes nocturnos de verano.
Joan Mayol, funcionario, exconsejero de Agricultura, nacionalista del PSM en el Gobierno de Baleares del Francesc Antich del PSOE (1999-2003), fue derribado —y se marchó él— por las tractoradas de las patronales agrarias que ahora mandan directamente con el PP.
Los Mayol producen en las tierras donde Ramon Llull tuvo su alquería
Alejado de la política Mayol escribe, viaja, gestiona e investiga. El Llibre de l'oli es un ejemplo de voluntad descriptiva, histórica y actual. El aceite es una moda en Baleares, vive un boom, una notable burbuja de marcas selectas, caras.
Cristóbal Rosselló de Aceitunas Rosselló compró Olis Batlle y crea una megaplantación de decenas de miles de pies entre Porreres y Felanitx y otra cerca de Inca. En el mercado exterior reina la marca Aubocásser de los catalanes Daurella de Dauro Nespresso y Coca Cola; empuja hermético el alemán Peter Einsemann del latifundio de Es Fangar, resisten en su posición pionera Pep Solivellas, la cooperativa de Sóller, los históricos Mateu de Caimari, y la almazara-pamboliera de can Catiu de Inca.
Hoteleros y zapateros, economistas y funcionarios crean olivares. Decenas de etiquetas, casi 100 en todas las Baleares. En mínimas parcelas y en posesiones sin límite, con las de Rosselló, también hotelero.
El Mediterráneo se resume en el aceite, el vino, el trigo, la sal y el agua dulce (más higos, naranjas, ciruelas, berenjenas, pimientos tomates, patatas...). Este territorio luminoso, ventoso, se consolida donde la gente ve la mar y se baña en esa gran piscina de olas, cultural, vital. Y usa el aceite para cocinar, aliñar, conservar, regar el pan y los vegetales; o para curarse.
Un club de literatos y fotográfos crea ‘Les oliveres mil.lenàries de Mallorca’
Las culturas y los imperios en guerra se expandieron en barcos con ánforas con zumo de olivas y vino duro, tráfico de esclavos y galeotes encadenados. Tres mil años atrás, a Occidente llegaron los olivos, una obra de arquitectura y matrimonio, fruto del injerto porque en origen la olivera o el olivo no existen, son un invento. Esos troncos de cientos de años (no milenarios), torturados que ahora son monumento, comenzaron siendo acebuches ullastres silvestres de fruto mínimo, comida de pájaros que expanden en sus heces la población espontánea.
Cargado de poética e imágenes de rango (de Bela Adler y Català Roca) llegó al mercado un libro de ultralujo Les oliveres mil.lenàries de Mallorca, obra del club de literatos José Luis de Juan de Deià, Antonio Colinas —que es leonés y vivió décadas en Ibiza—; Carme Riera, que habitó sus veranos entre olivares de Deià; Narcís Comadira de Girona y exveraneante en Mallorca. Domina la imagen. Los textos cruzan de la simbología a la astrología, muestran el rastro económico del aceite y flota la memoria personal. La lenta edición de la obra la promovió la fundación Alda (por Alberto y David, hijos del financiero catalán Jordi Robinat que encabeza MedGroup, y de su esposa Rita Rosés, con residencia en la Tramontana de Mallorca y obra benéfica entre niños de Paraguay).
Los expertos cuestionan que los olivos de las islas sean milenarios, más allá de quinientos o seiscientos años no se han hallado los rastros en la geológica madera de sus troncos, tantas veces pintados, cantados.
Mallorca cometió contra sí misma uno de tantos desastres al convertir en tonterías de souvenir los troncos de millones de olivos retorcidos, fantasmales. La isla devoró su paisaje y ahora importan olivos viejos del continente para plantarlos en rotondas, calles y zona urbanas y muchos jardines. Un decorado artificial, sin duda.
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