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Tribuna
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Islas de creación

Las fábricas de la creatividad ya no son una prioridad para el actual Ayuntamiento, que prefiere el ocio pasivo y consumista

Hace justo dos años, en esta misma página de opinión publiqué el artículo Las fábricas pendientes, hablando de Can Ricart y Can Batlló, y dedicando un párrafo a las fábricas de creación, que hoy conviene precisar y poner al día. Convertir antiguos recintos industriales en lugares para el desarrollo de las artes fue uno de los proyectos estelares de la última etapa de la alcaldía de Jordi Hereu. Iniciado por Carles Martí y conceptualizado por el ICUB dirigido por Jordi Martí, ha seguido desarrollándose en este periodo de la alcaldía de Xavier Trias, con Jaume Ciurana en Cultura y con la continuidad de gran parte del equipo gestor. Se realizaron concursos entre equipos de arquitectos jóvenes y la realización de las obras ha sido coordinada por el arquitecto Aureli Santos.

Durante estos dos años ha entrado en funcionamiento el centro de arte de la Fabra i Coats, con una fuerte actividad artística y social, y ya el 16 de marzo de 2012 se inauguró la Central del Circ debajo de la erosionada y desértica explanada del Fórum, junto a la pérgola fotovoltaica. El proyecto de XXm Arquitectura, formado por Xavier Roscalleda y Marta Lorenzo, se realizó con medios modestos, con un coste de cuatro millones de euros para acondicionar 3.500 metros cuadrados debajo de la plataforma, organizándolos en espacios de diferentes alturas, con una gran sala de entrenamiento general que articula todo el conjunto, cuatro salas de creación y una sala de puesta en escena para exhibiciones restringidas. Desde entonces la Central del Circ ha conseguido ser un entorno creativo, un foco para ensayos y actividades, y se ha convertido en un nodo en la red de grupos circenses, desde Barcelona hasta Europa.

Otro de los proyectos que se ha incorporado recientemente a las fábricas de creación es la nueva Sala Beckett, en proceso de traslado a un antiguo edificio del Poblenou. Para este proyecto se había realizado un concurso que en 2011 ganaron los arquitectos Eva Prats y Ricardo Flores, consiguiendo encajar el programa en el volumen existente, mediante un elaborado tratamiento de la sección y la cubierta. Sin embargo, el proyecto ha tenido que ser totalmente replanteado tras la crisis y retirada de subvenciones. Se va haciendo por fases de intervención, con una primera ya realizada de 325.000 euros y una segunda prevista de 100.000 euros.

Otras piezas que forman parte de las fábricas de creación son la Seca-Espai Brossa, con sus dos salas de teatro y el bar en pleno funcionamiento, y la Nau Ivanow en la Sagrera, que continúa su tradición de años.

Además, funciona también desde 2011 el centro de danza El Graner dentro de la Illa Philips, en la Zona Franca, según un cuidado proyecto de las jóvenes arquitectas Maite Hernando y Sara Galmán, con un presupuesto de dos millones de euros. Este centro de ensayo para compañías de danza, dirigido desde el Mercat de les Flors, también funciona a pleno rendimiento, bajo la estructura metálica ligera de la cubierta de los hornos de la antigua fábrica de bombillas, con una gran sala a toda altura y dos salas menores de ensayo. Destaca una preciosa terraza que usan los residentes para estar, comer, descansar y relacionarse, orientada al sur, hacia el antiguo jardín de la Illa Philips. Este centro de danza tiene muy buena relación con el entorno del barrio.

Si bien estos centros de creación funcionan a todo rendimiento y tienen una fuerte incidencia en cada uno de los sectores artísticos, se nota que ya no son prioridad para el actual Gobierno municipal, que los mantiene como islas de creación, generalmente muy poco visibilizadas y señalizadas. Se demuestra la poca voluntad para completar la serie inicial, que incluía la Escocesa en el Poblenou, hoy con un funcionamiento provisional, y el Canódromo Meridiana, al que le faltaba muy poco para convertirse en un centro de arte contemporáneo.

Y mientras, Can Batlló sigue en su sabia y adecuada rehabilitación, con nuevas actividades de los vecinos y nuevos espacios acondicionados por los jóvenes arquitectos de La Col. Y Can Ricart sigue su lánguido deterioro, mientras dentro sobrevive Hangar, otra de las fábricas de creación, recientemente ampliada y reforzada, y mientras espera servir para el nuevo uso de estudios audiovisuales de la Universidad de Barcelona. En este sentido, va a ser una lástima que se pierda todo el trabajo que hizo EMBT (Enric Miralles / Benedetta Tagliabue) para insertar en Can Ricart la non nata Casa de las Lenguas.

Está claro que el actual Ayuntamiento prefiere las grandes inversiones en proyectos grandilocuentes y despilfarradores —como el HUB, els Encants o el Born— o los derribos absurdos —como el tan costoso económicamente de eliminar el anillo de Glorias— a estas necesarias fábricas de creación, hechas con eficacia y presupuestos modestos. Había sido una espléndida idea para avanzar en la rehabilitación del patrimonio industrial en un sentido amplio, para reforzar el campo del ocio creativo, para impulsar lugares de trabajo sobre reciclaje, nueva artesanía y cooperación. Sin embargo, la opción del Ayuntamiento actual, cínica y neoliberal, es la del ocio pasivo y consumista, la del espectáculo sentimental y la del servilismo hacia los lobbies del turismo.

Josep Maria Montaner es arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC.

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