Los náufragos de Rota
Se cumplen diez años desde que fallecieron ahogados 37 inmigrantes en las costas de Cádiz Los dispositivos tardaron 52 minutos en activarse desde que se dio la voz de alarma
Las playas de Rota atestiguaron la llegada de 37 náufragos ahogados que han hecho historia en el devenir de la inmigración. Ocurrió hace 10 años. Los cadáveres estaban blancos, venían de África y se quedaron a pocos metros de la orilla. Pocos días después Violeta Cuesta, su marido y su hija arrojaron flores al agua y se preguntaron qué habría al otro lado de ese océano. No se quedaron quietos esperando la respuesta. Viajaron a Marruecos. Fue el primero de muchos trayectos de ida y vuelta. Diez años después la aldea de la que partieron 12 de los muertos es otra. Sus habitantes ya no quieren emigrar.
La patera salió de Tánger el 24 de octubre de 2003. Era una noche de tormenta, de fuerte oleaje. Tras un día de viaje, el Focs Tenerife, un mercante que cruzaba frente a Rota, avistó la embarcación. Dio el aviso de alarma. Pero el operativo de salvamento tardó 52 minutos en activarse. “Nunca sabremos si se hubiese podido evitar alguna muerte”, explica Rafael Lara, presidente entonces de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.
Algunos dispositivos no estaban preparados, no hubo coordinación entre los cuerpos de seguridad, algunos no quisieron salir sin presencia policial. En esos 52 minutos, una ola volcó la patera y arrojó cuerpos al mar. La sentencia por estas muertes resolvió que hubo un culpable, un marroquí de 25 años acusado de dirigir la patera, condenado a 40 años de cárcel, pero también más posibles responsables no identificados. El ahora presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Lorenzo del Río, escribió en aquel fallo judicial que no pudo entrar a juzgar “materias colaterales aunque no insignificantes” sobre las responsabilidades públicas o privadas de no atender la llamada de socorro.
Jornadas de recuerdo
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha decidido que el décimo aniversario de la tragedia de la patera de Rota sea una oportunidad para el recuerdo a los 37 fallecidos y para debatir sobre lo que ha ocurrido en estos diez años. La Casa de los Toruños de El Puerto de Santa María (Cádiz) acogerá el 25 y el 26 de octubre unas jornadas en las que se rememorará lo ocurrido. La exposición de fotografías de Fito Carreto, el fotoperiodista que captó algunas de las imágenes más dramáticas de los cuerpos sobre la arena, ilustrará el drama con imágenes. Y también se revivirán los partes informativos con un programa de radio de la SER que repasa minuto a minuto lo que sucedió la noche del 25 de octubre. También se emitirá un reportaje realizado por sus servicios informativos. Periodistas, políticos, cuerpos de seguridad y de salvamento, y miembros de organizaciones solidarias analizarán en mesas redondas y charlas aquellos momentos y también qué repercusiones ha tenido esta tragedia en el flujo de la inmigración clandestina de la última década. Se cerrará todo con un acto de homenaje a las víctimas. También se va a proyectar la película Retorno a Hansala, de Chus Gutiérrez, que refleja la realidad de lo que pasó tras aquel naufragio.
Durante los días siguientes al naufragio, los cadáveres fueron arrojados por el mar a las playas. La contundencia de las imágenes removió muchas conciencias. “Nunca ese drama había sido exhibido con tanta crudeza”, revela Lara. Aunque el Gobierno del PP, tampoco después el PSOE, buscó responsables sí se tomaron medidas. Hubo una ampliación provisional en los medios de salvamento, se hicieron esfuerzos reales en identificar a las víctimas y hubo intentos de controlar mejor esos flujos migratorios. “El Gobierno entendió que lo que había que hacer era cerrar la ruta del Estrecho. Amplió los radares del Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), se fijaron acciones de Exteriores en algunos países donde salían muchos inmigrantes”, recuerda Lara. Fue, en su opinión, la causa de más dramas. “En vez de buscar soluciones, se incentivó la represión. Después vinieron los saltos multitudinarios a las vallas de Ceuta y Melilla, los desvíos a Canarias, el cierre total del Estrecho, y luego los viajes desviados hacia Italia. Creo que Lampedusa es consecuencia de lo que pasó aquí hace 10 años”.
Para Violeta Cuesta y su familia este aniversario es también el recuerdo de un hecho que cambió sus vidas. Ellos formaban Solidaridad Directa, una pequeña organización cuya filosofía era resolver problemas para mejorar la vida de personas en apuros. Decidieron viajar a Hansala, una pequeña aldea del Atlas marroquí, de 2.000 habitantes. De allí eran 12 de los muertos. La visita de aquellos extraños conmocionó en unas casas impactadas por la pérdida de los vecinos. Cada uno de ellos pagó unos 1.800 euros a la mafia. “Las familias se endeudaron o vendieron sus propiedades porque creían que aquel viaje era una inversión”, dice Cuesta.
Solidaridad Directa decidió actuar en aquella aldea. Se arregló la escuela, se creó un dispensario médico, se construyó un centro social, se compraron pequeños rebaños, se levantaron casas, se habilitó una ambulancia, se impartieron clases de alfabetización y costura, lecciones sobre el riesgo de la inmigración clandestina. Violeta Cuesta estuvo este agosto en Hansala. “Ahora esa aldea es otra. La lectura que hacen es que aquellas muertes no fueron en balde, aunque el precio que han pagado fue muy alto”.
La patera de Rota dejó tres huérfanos en Hansala. Ahora tienen 12, 10 y nueve años. También una viuda, dueña de una vaca, que se ha convertido en una de las primeras mujeres de la aldea que saca su casa por sí sola. Violeta Cuesta revela que desde aquella despedida a esos 12 hombres no ha vuelto a haber emigración clandestina en Hansala. Al contrario, algunos han regresado.
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