“Me han quitado 16 violines”

Ion L. M. toca el violín en las calles de Valencia desde hace años. En su repertorio hay boleros tan populares como Amapola o Moonriver, que toca de oído. Lo hace por las calles del centro, por las que pasan a diario cientos de turistas. Rumano, de 39 años, Ion se gana la vida como músico callejero desde hace seis años. El Ayuntamiento de Valencia, que autoriza discomóviles a todo volumen hasta la madrugada en Fallas, le ha aplicado la ordenanza de contaminación acústica y le ha sancionado con 100 euros.

“Me han quitado 16 violines ya. Me han multado muchas veces”, asegura el músico que toca por las mañanas solo y por las tardes, acompañado de su primo. A veces toca en calles peatonales, otras recorre las terrazas y las menos anima bodas rumanas. Así se gana la vida. “La primera vez que puso su mano sobre un violín tenía 7 años”, recuerda en un castellano aprendido también de oído. Su madre, una gitana rumana con una familia toda de músicos, se lo llevó de pequeño a una tienda de instrumentos musicales y le dijo: “Elije uno”. Y optó por uno de los más difíciles de tocar.

Ion no ha pagado ninguna multa porque confiesa que le sale más barato comprar otro violín que pagar la multa. “De segunda mano me cuesta 40 e incluso 30 euros”, explica. Uno de los últimos le dolió porque era de su país y tenía más valor sentimental que económico. “No trabajo con amplificador”, declara a modo de descargo. Pero cuando ve a la policía aparecer, por si acaso, se esfuma.

Un policía le aconsejó que solicitase permiso al Consistorio y así lo hizo en agosto pasado. Muestra una copia del escrito donde solicitaba tocar el violín cuatro horas al día en la calle de Jorge Juan sin amplificador para evitar problemas. Cuenta que el Ayuntamiento no le autorizó porque no tenía la documentación en vigor. Es reacio a que lo fotografíen porque ha tenido alguna mala experiencia. “No estoy loco”, afirma.

Un portavoz de la Policía Local de Valencia explicó ayer a este diario que el protocolo normal es que el agente le pida la autorización y si no la tiene le incaute el instrumento, que recupera una vez satisfecha la multa. “Un violín puede provocar un sonido muy estridente y si además hay denuncia de los vecinos, se actúa”, dijo un portavoz.

Félix Crespo, concejal delegado responsable del régimen sancionador en el Ayuntamiento, reconoció ayer que la figura del música callejero es alegal, no está regulada en ninguna ordenanza municipal, por eso si se les multa es por contaminación acústica. El Gobierno local prepara una ordenanza reguladora de la vía pública e incluirá esta figura. “Siempre ha habido músicos en la calle pero no el número que son ahora”, explica Crespo, que estudia varias opciones, entre ellas la elegida por Madrid, de examinarlos.