Ángeles Santos encuentra a las Guerrilla Girls
Nadie se ha preocupado todavía de ver en conjunto la obra de la pintora que de joven pintó ‘Un mundo’
No puede haber sido casualidad, de ninguna de las maneras: la pintora Ángeles Santos fallecía este 3 de octubre, en su casa de Majadahonda, el mismo día que en Alhóndiga de Bilbao se abría la retrospectiva de las Guerrilla Girls. Por fin Ángeles Santos se ha cruzado en el camino de estas artistas norteamericanas que, anónimamente, llevan 30 años lanzando dardos al mercado del arte y a sus instituciones por el maltrato dado a las artistas y a sus obras. Lástima que no se hubieran conocido en vivo, sería bonito reírnos con las guerrilleras y su sarcasmo del caso Santos.
La noticia de su muerte, a los casi 102 años, no ha tenido mucho eco. No sé con qué otras noticias culturales relevantes coincidió aquí, pero su muerte pasó muy inadvertida en la mayoría de ediciones digitales y noticiarios del mismo día. Y eso que, nacida en Portbou y con fuertes raíces en Barcelona y en Sitges, así como en Figueres, donde el Museu de l’Empordà alberga algún cuadro suyo, bien se podía esperar, por la relevancia de su obra, mayor atención a su adiós.
Ha merecido obituarios, pero no siempre en las secciones de Cultura. Y ha tenido esquela institucional. Como en su día le dieron, ya muy mayor, la Creu de Sant Jordi, a la mañana siguiente tenía la correspondiente esquela de la Generalitat en los periódicos catalanes. Pero no con su nombre de artista, sino de familia: Ángeles Santos Torroella. Ella firmaba Ángeles Santos y, en su última etapa, solo Santos. Al parecer, más de uno y más de dos debían de creer que lo que la hizo merecedora de la cruz y de la esquela fue haber sido hermana de Rafael, crítico e historiador de arte. Puede que incluso más de uno de ustedes se pregunte ahora mismo: pero, bueno, ¿de quién estamos hablando?
Fueron los viajes que la familia emprendió a lo largo de la Península, los que intensificaron la indómita imaginación de la niña Angeleta
Estamos hablando de una pintora importante, de obra larga que no ha sido todavía considerada en su globalidad, sino que sigue siendo una artista de culto por sus primeras y emocionantes obras de juventud, cuando pintó Un mundo y La tertulia a sus 17, el mismo año. Surrealismo, realismo mágico, nueva objetividad son las etiquetas que se aplican a su etapa vanguardista. Luego, dio un gran vuelco. Una pintora muy dotada que tuvo al menos dos vidas.
Nacida en Portbou, hija de un funcionario de aduanas y de una mujer de buena cuna local, estuvo muy vinculada a su abuelo y a los rituales del mundo fronterizo. Pero fueron los viajes que la familia emprendió en razón del trabajo paterno, a lo largo de la Península, los que intensificaron la indómita imaginación de la niña Angeleta / Angelita. Ahí está Un mundo, enorme cuadro por proporciones y por sabiduría compositiva e imaginación. Un mundo cúbico, visto desde el espacio, plagado de ángeles (ángelas, según ha dicho muy bien Josep Casamartina, que rescató en una exposición su etapa de juventud en 2003). Por ese mundo transita un tren que recorre los lugares y los va dejando atrás: un cine, una casa, un teatro, un cementerio, la plaza del pueblo… La joven Santos pintó lo ancestral y lo moderno, esto último en La tertulia, una reunión de amigas de extraña y potente luz oscura.
Los dos cuadros pasaron años en Figueres y ahora están en el Reina Sofía. En la colección de su hermano Rafael, que se va a quedar en Girona, está Niña durmiendo, una de sus plasmaciones para mí mejores de su mirada interior, que forma un díptico precioso con su autorretrato, pintado en 1928, un año antes que aquella niña que duerme con los ojos medio abiertos.
Sus visiones eran tan intensas que la muchacha se quebró. Pasó su larga vida después huyendo de ellas, elaborando una pintura suave, luminosa, sin intención, eso parecía. Una vez que la entrevisté, su hijo lo razonaba así: “De joven ella lo sabía todo de la pintura. Y luego se ha pasado la vida desaprendiendo”. Quién sabe. Hasta que no veamos a fondo su obra en conjunto, no sé qué pensar. Solo sé que trabajó hasta el final (y vendiendo) y que puede que no estuviera desaprendiendo, sino algo más. Que no sabemos lo que es. Surrealista hasta el fin. Enigma Santos.
En Madrid se acaba de inaugurar El surrealismo y el sueño, una exposición sin duda estupenda, pero tampoco en ella está Ángeles Santos. Ahora que las Guerrilla Girls corren por el norte, a ver si se fijan. Una de ellas podría adoptar su nombre (según su costumbre) para hablar con la prensa y darle el realce que aquí no le damos.
Mercè Ibarz es escritora.
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