Mujeres
La prensa palmera del PP recibió con la esperada alegría la imputación de Álvarez, pero calla cuando la fiscalía censura la instrucción de Alaya
Andalucía ha tenido la fortuna de ser la tierra en donde más se ha promocionado a la mujer en puestos de alta responsabilidad política.
Y no solo en cargos tradicionalmente reservados para la mujer: las políticas sociales y culturales. Como fue el caso de la primera mujer ministra tras la restauración de la democracia, Soledad Becerril, que ocupó Cultura (1981).
En Andalucía se nombró en 1994 a la primera mujer que dirigió las finanzas de un Gobierno, estatal o autonómico: Magdalena Álvarez, consejera de Economía y Hacienda hasta 2004. Fue también la primera mujer en ocupar el Ministerio de Fomento.
Tras el paréntesis de José Griñán en esa consejería (2004-2009), otras dos mujeres la han ocupado: Carmen Martínez Aguayo y la actual, María Jesús Montero. En las dos últimas décadas, pues, las altas finanzas de la comunidad han estado prácticamente en manos de mujeres. Hoy, dos de ellas atraviesan un infierno avivado por el odio y el rencor que anida en la derecha política y su batallón mediático.
Un odio que veces se convierte en insulto soez y machista: es lo que acaba de hacer un veterano periodista, José María Arenzana. Bajo el seudónimo de Pepe Masai, pero con su foto real, Arenzana ha insultado groseramente a la exministra Bibiana Aído en su perfil de Facebook. Si quieren saber detalles, busquen en ese estercolero. Lo peor es que este señor sigue siendo vocal del Consejo Audiovisual de Andalucía, a propuesta del PP.
La próxima semana, una de las mujeres que más inquina concitó en esa derecha rancia, está citada a declarar ante la juez Alaya. Junto con una veintena de ex altos cargos de la Junta y los expresidentes Chaves y Griñán, Magdalena Álvarez está acusada de haber utilizado un mecanismo irregular para pagar a prejubilados y empresas en crisis. Todos los que no son aforados están imputados.
Un paso arriesgado, que la propia Alaya calificó en el más que sorprendente auto del 10 de septiembre como "entrar de lleno en la vertiente política de los hechos".
Si es o no delito penal, como insiste Alaya, lo decidirá el juez competente en su momento. Pero hay una cosa clara: a ninguno de estos ex altos cargos se les acusa de haberse lucrado personalmente con fondos públicos. Ni ellos, ni sus cónyuges. En ninguna cochera de los señalados han aparecido coches de lujo. Ninguna de sus cuentas corrientes ha registrado aumentos inexplicables. Ninguno tiene cuentas en Suiza.
La prensa palmera del PP recibió con la esperada alegría la imputación de Álvarez. Le tenían ganas desde que la entonces consejera de Economía y Hacienda plantó cara a un trío de cajeros (Castillejo, Beneroso y Benjumea) que se creían los reyes del mambo de las finanzas andaluzas. Hoy, las cajas que regentaban han desaparecido.
La otra consejera de Hacienda señalada por Alaya, Carmen Martínez Aguayo, sufrió también una feroz campaña orquestada por sindicatos de casta y jaleada por los palmeros de siempre cuando intentó poner orden en el entramado público de la Junta. La acusaron de querer hacer funcionarios ¡a 25.000 amiguetes del PSOE!
Alaya es también mujer de armas tomar. Solo que cuenta con el apoyo fervoroso de la derecha mediática. Tanto que uno de estos palmeros la comparó por su belleza con la Virgen Macarena. Una juez a quien la fiscalía ha reprochado dilaciones en la investigación de los casos ERE y Mercasevilla, que ha tenido una primera consecuencia: han prescrito algunos delitos de los que estaban acusados seis empresarios, entre ellos dos hermanos de otra mujer, la ministra Fátima Báñez. Ni los voceros del PP ni sus palmeros han dicho esta boca es mía.
¿Callarán igual si algún día se reconoce que los delitos (presuntos) de los que se acusa a Magdalena Álvarez han prescrito, como sostiene su abogado? Me temo que no. Hay mujeres y mujeres. No todas son igual. Por fortuna.
@JRomanOrozco
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