He visto el futuro, y funciona
Si decimos que es necesario abrir el PSOE a la sociedad, tendremos que hacer primarias abiertas
Algo más de ocho millones de personas vivimos en este trozo de tierra que es Andalucía y, sin pretender ser más que nadie, tampoco podemos desmerecer nuestro número. Andalucía es una tierra orgullosa de nuestro pasado y esperanzada en nuestro futuro. Un pueblo paciente pero que ha sabido ganarse su derecho a no ser menos que nadie.
Nosotros, los socialistas, debemos estar orgullosos de los avances que Andalucía ha experimentado en estos 30 años, pero debemos asumir también nuestra responsabilidad. Una responsabilidad manifiesta en la dificultad para crear empleo, una estructura económica fuerte y para conseguir un crecimiento económico sostenido.
Los socialistas debemos decir sin complejos que sin crecimiento económico y sin empresas la creación de empleo es imposible. Como nos dicen Acemoglu y Robinson en su libro Por qué fracasan los países, para generar las condiciones necesarias donde los empresarios inviertan y compitan, hacen falta instituciones inclusivas, y para ello es fundamental que los políticos sean agentes (aunque imperfectos) de los ciudadanos.
En Andalucía acabamos de vivir una coyuntura crítica (Acemoglu y Robinson): la marcha precipitada del presidente Griñán y la llegada de una nueva presidenta, Susana Díaz. Una nueva situación, un punto de inflexión para generar una creación destructiva (Acemoglu y Robinson), imprescindible para cambiar la estrategia económica de la comunidad y, en paralelo, promover una regeneración política real. Esta creación destructiva sustituye lo viejo por lo nuevo, y no necesariamente vinculado a lo personal o generacional, sino más bien implica romper con dinámicas caducas que se han demostrado científicamente improductivas e ineficaces.
En Andalucía debemos transitar por el camino del cambio de un sistema de subvenciones y una política de “fondo perdido” hacia la meta de una política basada en el incentivo, el esfuerzo y en los estímulos necesarios para la creación de empresas.
Un capital humano de calidad a través de una formación reglada, pública; con la Universidad, la investigación, el desarrollo y la innovación como piezas claves para construir el nuevo escenario económico andaluz. Es aquí donde debemos dirigir todos los esfuerzos presupuestarios en materia económica.
Además de otorgar seguridad a la propiedad privada, un sistema administrativo imparcial, transparente y unos servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones. Cualquier emprendedor debe tener la sensación de que las oportunidades que le ofrece la Administración pública no son exclusivas, sino que están dirigidas a todos.
De nada sirve formar a desempleados si no hay empresas que los puedan contratar. Más bien, deberíamos formar para la creación emprendedores y con ellos la creación y la defensa del empleo de calidad.
El fin es hacer sostenible el Estado del bienestar, irrenunciable para cualquier socialista, ya que es el sistema que aporta equilibrio y justicia a una sociedad.
De la misma manera que el crecimiento económico y social es necesario, es imprescindible que los ciudadanos perciban la política y las instituciones como verdaderos garantes y defensores de los intereses comunes. Los socialistas debemos liderar el proceso de regeneración democrática basado en el consenso y en la puesta en marcha de las medidas jurídicas necesarias.
El poder político no puede corresponder a un individuo o a un pequeño grupo, debe residir en una amplia coalición o pluralidad de ellos. El poder se concede por un tiempo limitado y su ejercicio no debe tener como objetivo exclusivo el mantenimiento en el mismo, en base a la mera gestión administrativa o la gestión de los tiempos políticos. El ejercicio del poder debe ser democrático, transparente, compartido y plural.
Es urgente abordar una reforma legal en profundidad para combatir la corrupción, más allá de ocurrencias puntuales que consiguen alejarnos cada vez más de los ciudadanos por la ineficacia de las mismas.
Es crucial en estos momentos un respeto profundo a la justicia, solo mediante el respeto al árbitro de esta sociedad podemos garantizar su independencia e imparcialidad. Hay que reformar la ley de partidos para hacer más democrático y transparente su funcionamiento, así como la ley electoral, para que los políticos ganen en representatividad y en cercanía con la ciudadanía.
Pero los socialistas debemos dar ejemplo empezando por nosotros mismos. Si aseguramos que vamos a limitar los mandatos a la presidencia de la Junta de Andalucía, los limitaremos. Si decimos que es necesario abrir el PSOE a la sociedad tendremos que hacer primarias abiertas a los ciudadanos.
En contra de esta creación destructiva siempre estarán los luditas, aquellos que en la revolución industrial se resistirán a cualquier cambio e innovación puesto que ven peligrar sus privilegios económicos y de influencia social. Aquello que describió el sociólogo Robert Michels como “la ley de hierro de la oligarquía”, una forma particularmente perniciosa del círculo vicioso.
Este es el verdadero reto del llamado nuevo tiempo del socialismo andaluz, estar del lado del cambio y la innovación, o ser un ludita.
Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Josele Aguilar son miembros del comité federal del PSOE y Joaquín Dobladez, del comité director del PSOE de Andalucía.
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