Sol... y sombra, árboles, bancos...
El Colegio de Arquitectos impulsa una reflexión ciudadana, con debates y encuestas, que culmine en un concurso de ideas que defina en diciembre la reforma de la plaza. Ayuntamiento y Comunidad lo apoyan pero sin aportar financiación
¿Cree que la Puerta del Sol necesita una reflexión para la mejora de la calidad del espacio público? Puede responder: sí o no. ¿Le gustaría que la Puerta del Sol tuviera un área donde sentarse o descansar? Sí o no. ¿Considera necesario que exista sombra en la Puerta del Sol? En caso afirmativo, seleccione de qué tipo: vegetación, toldos, marquesinas y/o sombrillas.
Con este cuestionario, al que ya puede contestar en internet (http://cort.as/688t) y que, en las próximas semanas, podrá incluso lanzar rellenado a través de su teléfono móvil contra una pantalla gigante en la plaza, usted y el resto de madrileños, de nacimiento o adopción, de paso o de toda la vida, podrán participar en la reforma de la Puerta del Sol, que impulsa el Colegio de Arquitectos de Madrid con la complicidad de Comunidad y Ayuntamiento (ambos, del PP). Sin embargo, las Administraciones no se han comprometido a aportar la financiación, lo que deja el plan en el aire.
Si algo ha tenido Sol han sido reformas, pero algo ha debido fallar si el propio presidente regional, Ignacio González, cree que en pocos momentos de su historia centenaria ha estado “menos atractiva que ahora”.
Sin tener que remontarse a sus albores, en el siglo XV, cuando aguadores y vendedores ambulantes se instalaban entre la ermita y el arroyo del Arenal, o al engalanamiento que impulsó Carlos III para el que ya se había tornado en principal mentidero de la corte, la primera reforma moderna de calado tuvo lugar en el siglo XIX.
Asegura el cronista Pedro Montoliu en su libro Madrid, Villa y Corte que, “mientras en Londres cada habitante disponía de 112 metros cuadrados de superficie, los vecinos de Madrid y París tenían tan solo 28. Los cerca de 300.000 madrileños que vivían en la villa hacia 1860 se concentraban en menos de 9.900 casas”.
La reforma de Sol, uno de los muchos proyectos de la época para ampliar y mejorar la ciudad, se encargó a Lucio del Valle; antes, se había adoquinado para ordenar el paso de 3.950 carruajes y 1.414 caballos cada día entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche, añade Montoliu. El primer semáforo no se instalaría no se instalaría en Madrid hasta 1926, en Alcalá con Gran Vía.
Durante esta reforma, se derribaron primero buena parte de los edificios existentes, entre 1854 y 1858 (entre ellos, la iglesia y el hospital del Buen Suceso, cuyos restos se han descubierto este verano bajo la futura tienda de Apple y antiguo hotel de París, el más lujoso de la ciudad por décadas); la plaza se concluyó en 1862, y en seis años se levantaron los nuevos inmuebles. “La reforma supuso la desaparición de las calles Zarza, Duda y del callejón de Cofreros, aparte de una inversión de 63 millones de reales”, dicta Montoliu. La ciudad ganó, además, el reloj del edificio de Gobernación.
Con el siglo XX llegó el diabólico enrejado de raíles y cables de los tranvías, la primera línea de metro, entre Sol y Cuatro Caminos, la reconversión de una pequeña sastrería de la calle Preciados en los grandes almacenes de El Corte Inglés... y más reformas.
Voces para la reflexión
- "Es el primer paso de un proceso que debe abordar otros espacios degradados del centro, desde la plaza de España a las terrazas. No es una intervención radical a realizar de una sola vez". (José Antonio Granero, decano de los arquitectos).
- "Sol ha sido siempre un espacio de experimentación. Debe resumir lo mejor de Madrid, donde convivan los grandes ejes comerciales y verdes. Es el centro excéntrico de la periferia, donde la gente se ha visto reflejada y acogida". (José María Ezquiaga, arquitecto y sociólogo)
- "Sol es un foco de tensión y contradicciones, el espacio de la ruptura, de los acontecimientos, levantamientos, luchas contra el invasor o, en los últimos tiempos, de los movimientos populares" (Carlos Sambricio, catedrático de Historia de la Arquitectura)
En 1950, el arquitecto Manuel Herrero Palacios elimina líneas de tranvía para dejar paso a los coches, y plantó dos fuentes gemelas y la placa del kilómetro cero, a los que se sumó años después la estatua del oso y el madroño.
En marzo de 1985, los arquitectos Antonio Riviere y Javier Ortega sometieron a debate en el Colegio de Arquitectos su proyecto de remodelación, al que se opuso, entre otros, Miguel Fisac. Se llevó a cabo, y el entonces alcalde, el socialista Juan Barranco, inauguró la plaza en diciembre de 1986 tras dos años de obras y una inversión de seis millones de euros; el tráfico se redujo de cinco a tres carriles por sentido, y el área para viandantes se concentró en la desembocadura de las calles Preciados, Carmen y Montera. Sin embargo, el detalle más recordado de la reforma fue la revuelta popular contra las 80 farolas de estilo supositorio, que Barranco sustituyó al final por otras de estilo fernandino, contra el deseo de los arquitectos.
Aquella reforma mantuvo la plaza paralizada, patas arriba y colapsada durante dos años. La siguiente, y última hasta la fecha, duró el doble. Entre 2005 y 2009, aprovechando la construcción de una estación de tren en sus entrañas (la obra se retrasó al hallarse restos de la iglesia del Buen Suceso), se limitó el tráfico a dos carriles entre Mayor y la carrera de San Jerónimo (a los que el Ayuntamiento ha arañado este año un carril-bici) y se aumentó la superficie peatonal.
Aquella obra costó 4,6 millones. Sin embargo, el ahora líder regional y entonces vicepresidente, Ignacio González, consideró el viernes “muy urgente recuperar la Puerta del Sol y hacer una plaza, que es la más importante de Madrid por su carácter céntrico, mucho más atractiva a mi modo de ver de lo que hoy es”. “Y que se haga por parte de profesionales y con el objetivo de convertirla en una de las más atractivas de Madrid, que pueda competir con otras plazas del mundo y que sea un sitio exclusivo para turistas internacionales y nacionales. Eso le falta a la Puerta del Sol”, añadió.
Olvidó mencionar que, pese a esta “urgencia”, la Comunidad no planea poner ni un euro. Tampoco el Ayuntamiento, que no ve necesario cambiar la plaza de arriba abajo pero fue el detonante de esta reforma, al anunciar en 2012 su intención de colocar un quiosco con terraza de 300 metros cuadrados y un centenar de árboles en Sol. Los árboles fueron los primeros en desaparecer, al admitir el propio Ayuntamiento que no había tierra suficiente bajo los adoquines para plantarlos. La terraza está paralizada después de que el Colegio de Arquitectos les convenciera para abrir un proceso de reflexión entre la ciudadanía y convocar un concurso internacional de ideas que reordene lo que ya hay en la plaza antes de sumar elementos adicionales.
El proyecto —comisariado por Carlos Lahoz, Manuel Leira y Ariadna Cantis , y con la colaboración de José Antonio Blasco— busca “orientar el rumbo de la evolución de Sol”. A las bases de la convocatoria, presentadas mañana por el Colegio de Arquitectos, el Ayuntamiento y el Gobierno regional, se añadirán como referencia obligada las conclusiones del formulario con el que se abre este artículo y las reflexiones ciudadanas recopiladas a través de las redes sociales Facebook, Twitter e Instagram de aquí a diciembre.
Para enriquecer el debate, el Colegio de Arquitectos organizará en octubre y noviembre dos rondas de encuentros con políticos, técnicos, historiadores, comerciantes y otros profesionales, además de una exposición en su sede de la calle Hortaleza, 63.
El concurso, presidido por la alcaldesa, Ana Botella; el presidente regional, Ignacio González; y el decano del Colegio, José Antonio Granero; cuenta con un jurado integrado por Rafael Moneo, Emilio Tuñón, Juan Herreros y Martha Thorne. Se fallará en diciembre y tendrá tres premios de 24.000, 9.000 y 6.000 euros, pero el principal reconocimiento consistirá en la ejecución, total o parcial, del proyecto. Total o parcial porque, dado que Ayuntamiento y Comunidad han evitado comprometerse a la hora de realizar o financiar la reforma, su llegada a buen puerto dependerá de las empresas patrocinadoras: OHL (que rehabilita ya el complejo Canalejas), Samsung, JCDecaux y Banco Sabadell. El Colegio de Arquitectos defiende que tiempo habrá, a lo largo de los años, para convertir el proyecto paulatinamente en realidad. Todo para que no termine como definió Ángel Fernández de los Rios en su Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero (1876) la reforma del siglo XIX, y como se podría aplicar a otras que llegaron después: “Al cabo de infinitos proyectos, luminosos informes, extensos dictámenes y reñidas polémicas, la obra estuvo muy lejos de corresponder a las proporciones que se le habían dado, ni en belleza ni en forma ni en comodidad para el público”.
¿Adónde se pretende llegar?
El Colegio de Arquitectos de Madrid, “que contará en todo momento con el apoyo político, técnico y de gestión de la Comunidad y el Ayuntamiento”, convoca este concurso para definir “la ordenación del espacio público de todo el entorno de Sol en base a varios criterios, no tratando únicamente de resolver una foto fija sino de proponer las posibles evoluciones de la plaza, otorgando a Sol una solución unitaria y de futuro”.
Las “cuestiones de obligada consideración en la propuesta” son “la ordenación general del ámbito; la integración de la actividad (comercio, hostelería, recreativa, etcétera); elementos de sombra; iluminación; mobiliario urbano; jardinería y vegetación; y movilidad y accesibilidad universal”.
Se marcan así “un reducido número de condicionantes y limitaciones para dar a los participantes la mayor libertad posible” y “facilitar la libre expresión de planteamientos arquitectónicos y urbanísticos originales”. En la valoración de las propuestas se tendrá en cuenta su “adecuación al entorno urbano”, “la calidad arquitectónica”, su “viabilidad técnica, económica y constructiva” y “los criterios de sostenibilidad económica y ambiental, mantenimiento y eficiencia energética”.
“No se trata de resolver sólo la Puerta del Sol, sino un ámbito mayor, desde Canalejas a la Gran Vía o a Jacinto Benavente”, explica Manuel Leira, responsable del proceso. Los participantes deben aportar una solución para terrazas, mercadillos y demás actividades comerciales temporales; sugerir elementos de sombra (toldos, marquesinas, parasoles); definir una identidad de iluminación que Madrid, “al contrario que París y Londres, no tiene”, según Leira; detallar la gestión y ubicación de los siete quioscos, tres estatuas, etcétera.
Las bases concluyen con un apartado titulado “Adónde se pretende llegar”, que dice: “El Colegio de Arquitectos tiene la firme voluntad de conseguir un Madrid mejor mediante actuaciones concretas como este concurso, y hará todo lo que esté en su mano para que el Ayuntamiento, sensible a la cuestión planteada y compañero de viaje en este proceso de reflexión colectiva, haga suya la propuesta ganadora, contando con los autores de la misma para, en la medida en que las circunstancias lo permitan, llevarlo a buen puerto”.
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