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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tahrir en Cataluña

La negativa de Rajoy a celebrar un referéndum en Cataluña obliga a Mas a decidir si sigue la vía rupturista

Enric Company

Un cualificado dirigente de Esquerra Republicana (ERC) explicó la semana pasada en un debate en TV-3 cómo podría ser la Diada del año próximo si para entonces no se ha celebrado la consulta sobre la independencia de Cataluña que su partido impulsa. Dijo que los manifestantes que en la Diada de 2012 ocuparon Barcelona y en la de 2013 han formado una cadena humana de más de 400 kilómetros, en la Diada de 2014 no se limitarán a manifestarse. Lo que harán será, dijo, reunirse por cientos de miles en la plaza de Cataluña y en las plazas de otras ciudades catalanas y no se irán de ellas hasta que se convoque el referéndum.

O sea, alguien está pensando en convertir la plaza de Cataluña de Barcelona en una versión de la plaza Tahrir de El Cairo. Visto el crescendo de la tensión catalanista desde la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto en 2010, comienza a ser difícil elevar un grado la presión política sin llegar a la insurrección. El ejemplo de Egipto, y antes el de Túnez, indica que por muy pacífica que se pretenda, la ocupación permanente de plazas públicas termina abocando al poder político interpelado a vaciarlas sea como sea.

La experiencia europea reciente demuestra que en la mayoría de las ocasiones la independencia no se alcanza sin ruptura

Dicho de otro modo, los núcleos dirigentes del movimiento independentista catalán están comprobando que el rechazo del Gobierno de España a convocar o permitir un referéndum para decidir sobre la pertenencia de Cataluña a España es inamovible y no hay motivos serios para imaginar que vaya a cambiar.

Un referéndum de este tipo es tan improbable como para estar pensando ya en qué hacer cuando desaparezca incluso como opción virtual. Piensan en cómo saltar la pared. En cómo forzar la situación. La experiencia europea reciente demuestra que en la mayoría de las ocasiones la independencia no se alcanza sin ruptura. Casos como el de Chequia y Eslovaquia son la excepción.

Entretanto, el calendario corre y el Gobierno del presidente Artur Mas se ha resistido hasta ahora a poner fecha al referéndum pese a la presión a que le somete su sostén parlamentario, la ERC de Oriol Junqueras. Esta cuestión será debatida a partir de mañana en el Parlamento catalán en un debate general en el que intervienen todos los partidos. Es el marco adecuado. En ayuda de Mas ha acudido su socio Josep Antoni Duran Lleida con la propuesta de que en vez de un referéndum con una alternativa en blanco o negro, es decir, una pregunta que pida un sí o un no a la independencia, se convoque una consulta que ofrezca una tercera alternativa, que podría ser una reformulación del estatuto de Cataluña en España.

El interés de la posición adelantada por Duran radica en que procede del propio campo gubernamental catalán y se suma a la que han formulado los socialistas desde la oposición. Pero, sobre todo, importa porque rechaza el planteamiento del que parten Oriol Junqueras y el movimiento independentista: la exigencia de un referéndum con una pregunta binaria. El sí o no, a secas. El planteamiento binario es, si bien se mira, lo que ha ganado espacio político en Cataluña desde 2010. En el actual periodo democrático español, desde 1977, la posición ampliamente mayoritaria en el catalanismo se ha caracterizado por los matices, la flexibilidad, el posibilismo, por una empática comprensión por las dificultades de la otra parte para atender las reivindicaciones catalanas, en cuya base se halla el reconocimiento de la nacionalidad catalana formal, explícito y con sus correspondientes consecuencias políticas.

Se puede opinar lo que se quiera acerca de estas reivindicaciones y también acerca de cómo han sido planteadas desde 1977 en el escenario español. Pero, a estas alturas, es innegable que una gran parte del catalanismo considera que la vía seguida hasta ahora ya no vale y sigue a quienes consideran que el Estado español no es un marco plurinacional adecuado para a las aspiraciones catalanas. Está llegando la hora de que Mas decida si, ante la cerrada posición del Gobierno de España, retrocede y retoma la vía del posibilismo o bien sigue el planteamiento binario.

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