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La quinta de Torre Arias permanecerá cerrada por falta de dinero

El Ayuntamiento de Madrid alega ahora que los jardines resultarían peligrosos por falta de mantenimiento pese a que dijo en febrero que estaban en buen estado

El Ayuntamiento de Madrid heredó en 2012, tras la muerte de la condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez, una casa solariega del siglo XVI plantada en una finca de 130.000 metros cuadrados en el número 551 de la calle de Alcalá. El pasado mes de febrero, el gobierno municipal (PP) aseguró que estaba en buen estado de conservación, y comenzó a estudiar su uso futuro. Ayer, sin embargo, admitió que los jardines no sólo se encuentran en un estado lamentable, sino que, además, constituirían un peligro para la seguridad en caso de ser abiertos al público.

Solo requieren cuidados y limpieza, tras años de abandono, pero eso cuesta dinero, y dinero es precisamente lo que no tiene el Ayuntamiento. Así, la reforma de los jardines y su posterior apertura al público “no se producirá a corto plazo”, según el área municipal de Medio Ambiente. “¿Cuánto tiempo es a corto plazo?”, preguntó la concejal de IU Raquel López. “En el próximo ejercicio presupuestario será muy difícil”, recibió como respuesta. O lo que es lo mismo, al menos hasta 2015, los jardines de la quinta seguirán cerrados.

La finca perteneció a la condesa hasta que, en 1986, se la entregó al Ayuntamiento en virtud de un convenio que la permitía explotar a cambio otros terrenos próximos. El gobierno local (entonces socialista) le permitió seguir usándola como residencia privada hasta su muerte (acaecida en 2012, a los 88 años) y la de su marido (fallecido en 2003). La propiedad estaba siendo gestionada por la fundación que lleva el nombre de la condesa, constituida en abril de 2012, y que ha pedido usarla para fines culturales. El Ayuntamiento se ha mostrado dispuesto (la fundación se encargaría de reparar, mantener y proteger la finca) a cambio de que los jardines se convirtieran en públicos.

Pero ayer, la directora municipal de Zonas Verdes, Marta Alonso, admitió que esos jardines “no ofrecen garantías de seguridad” y requieren de “actuaciones previas”. Y añadió: “Su estado de conservación es muy deficiente. Hay que estudiar los elementos vegetales, retirar los muertos o irrecuperables con riesgo de caída... Hay dos viveros en muy mal estado, depósitos de agua que hay que eliminar por su peligrosidad. Todo eso, solo para que la finca fuera segura. Para alcanzar los criterios de calidad del resto de parques, haría falta un estudio histórico, plantar ejemplares, conservación, rehabilitación...”.

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