El tórrido verano del PP
La gestión del PP en esta Comunidad constituye un excelente laboratorio para analizar las políticas y aleccionar acerca de lo que en ningún caso debe hacerse
Resulta patético el cinismo que el PP —“el partido de la honradez y la decencia”, al decir de uno de sus líderes— viene desplegando para maquillar el escándalo en el que lo ha sumido su extesorero, Luis Bárcenas. Este verano, y sobre todo este mes de agosto, figurará, por aciago, como uno de los momentos estelares de su historia. Nunca como ahora sus portavoces, telepredicadores y rábulas han abundado en tantas contradicciones, trolas y desplantes, cuyo corolario no es tanto la imagen de un partido gobernante a la deriva, sino la de una democracia degradada hasta extremos que reclaman remedios más enérgicos que las mociones o ficciones parlamentarias al uso. Unas elecciones anticipadas, como ya se viene sugiriendo por calificados observadores, sería la menos descabellada de las opciones para aventar las miasmas políticas que envenenan el ambiente e incluso sacudir ese engendro de trampas y delitos en que ha devenido el universo pepero.
El próximo fin de semana el PP desarrollará en Gandia su Escuela de Verano con la participación de algunas de sus cabezas más esclarecidas. La misma comparecencia del secretario general del PPCV, Serafín Castellano, y Esteban González Pons, vicesecretario de Programas y Estudios del PP, en la presentación del evento académico es toda una garantía de su fuste intelectual. Algo singularmente necesario por cuanto, según se tiene anunciado, uno de los temas centrales de esta reflexión será la “regeneración política”. Ahí es nada, abordar este asunto en el seno del PP y en Valencia donde, como es sabido, se han batido verdaderas marcas en punto a corrupción de prácticas democráticas —opacidad, desprecio hacia las minorías— y censo de implicados, imputados y corruptos de toda laya.
Ironías aparte, lo bien cierto es que la gestión del PP en esta Comunidad constituye un excelente laboratorio para analizar las políticas desarrolladas y aleccionar acerca de lo que en ningún caso debe hacerse si realmente se quiere servir desde el Gobierno los intereses generales y se tiene de la política una concepción ajena e incluso opuesta al lucro personal. A modo de talleres, seminarios o mesas redondas los escolares que acudan a esta convocatoria, además de degustar las bondades culinarias de La Safor, pueden analizar con provecho didáctico algunos de los disparates más recientes cometidos por el Consell de la Generalitat. En su descargo habríamos de anotar que los tales desaguisados pueden responder a una política de tierra quemada, habida cuenta de que tanto las encuestas como el pulso de la calle anticipan la ineluctable y salutífera derrota electoral del PP. Amén.
Disparates a considerar al filo de la actualidad. Por lo pronto, la bochornosa liquidación de RTVV, un chapucero proceso que cada semana modifica el número de afectados, lo que delata que nunca se tuvo claro el propósito, más allá de desmantelar a las bravas un tinglado cuyos verdugos desconocen. Una de las insanias del PP indígena es la frivolidad con que han reclutado a sus ejecutivos. Otro enredo: el patrocinio económico de un partido de baloncesto en el que el Molt Honorable, por mor de la amistad, ha derrochado lo que no tiene, no es suyo o se necesita para tapar otros agujeros: becas de libros, pagas atrasadas de dependientes, la “extra” en los geriátricos. Y para acabar, mencionemos las prodigalidades en la financiación de los grandes clubes futboleros de la región. Puestos a regenerar la política, el PP tiene tajo al que aplicarse.
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