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Las escuelas de música garantizan la cantera de bandas y conservatorios

El Consell regula y preserva los estudios de 60.000 educandos en un decreto

Ferran Bono
Estudiantes de música.
Estudiantes de música.José Jordán

Si la mitad de las bandas de música de España se encuentra en la Comunidad Valenciana, parece lógica y coherente la voluntad de preservar y regularizar las escuelas que las nutren. La Federació de Societats Musicals de la Comunitat Valenciana lo lleva reivindicando desde hace años. Las estructuras educativas de las bandas se remontan al siglo XIX y el modelo, aunque muy evolucionado, adolece de una falta de adecuación al actual sistema, sin menoscabo de su reconocida labor social, cultural y docente a lo largo de la historia.

El Consell ha recogido el guante y el pasado 5 de julio aprobó un decreto para regular las escuelas de música. No se juega políticamente con las bandas de música, que reúnen a 60.000 educandos o alumnos y cuentan con más de 200.000 asociados y gozan de una gran penetración social. No obstante, la Generalitat aún se les debe una modificación presupuestaria pactada para atajar las protestas y paliar los recortes. Las escuelas de música recibirán 4,5 millones de euros este año.

La Federació participó, junto a las consejerías de Educación y Gobernación, en la elaboración del marco legal que permita un cambio de modelo y sostenibilidad ante el futuro de estos centros de educación musical no reglada que “necesario potenciar y preservar”. El decreto recoge los objetivos al exponer que se conjugarán la flexibilidad en la formación musical dirigida a toda la sociedad “evitando la rigidez en los planteamientos pedagógicos” y la calidad que apueste por una formación más profesional de aquellos alumnos que “por su capacidad e interés, tengan condiciones y voluntad de acceder a estudio reglados”, subraya la asociación.

Las escuelas se abren a todos los sectores de la sociedad sin renunciar a ser la cantera de las bandas de música, al tiempo que encauza también a sus alumnos hacia la formación profesional en centros y conservatorios. Es decir, las escuelas continuarán alimentado a las más de 500 bandas valencianas de música y, además, “orientarán y proporcionarán la formación adecuada al alumnado que desee acceder a los estudios reglados de carácter profesional”. Deberán procurar “mantener relaciones de cooperación con los conservatorios de música y centros autorizados”, añade el texto que representa “un avance considerable” para la Federació, si bien no recoge todas sus reivindicaciones.

Se necesitará un mínimo de tres profesores para que una escuela de música pueda ser inscrita en el Registro de Centros Docentes de la Generalitat. Para impartir docencia a niños menores de ocho años, se deberá contar con el título de maestro en la especialidad de música o el título profesional de Música, imprescindible para impartir clases a los mayores de esa edad.

Se darán enseñanzas mínimas de dos especialidades instrumentales, de lenguaje musical y conjunto instrumental y coral. Para ello, las escuelas deberán elaborar y evaluar un proyecto educativo, en el que detallen los objetivos del centro, así como una memoria de cada curso, que incluirá una evaluación final. La Generalitat podrá recabar la elaboración de la Inspección Educativa para la valoración de las memorias de las escuelas de música, que son definidas en el decreto, como “centros educativos de enseñanza no reglada para la formación musical práctica de los ciudadanos de cualquier edad”.

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La Federació también destaca la apuesta de la consejera de Eduación, María José Catalá, y del ministro de Educación, José Ignacio Wert, por la “troncalidad autonómica” de la enseñanza de la música en la Comunidad Valenciana. Catalá también anunció un proyecto de innovación pedagógica contra el fracaso escolar de la Federació financiado por el Ministerio.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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