Cataluña ha destruido casi la mitad de sus primeros 500 metros de costa
La entidad ecologista Greenpeace analiza el litoral mediante fotografías satélite
Arena u hormigón. Naturaleza salvaje o urbanización descontrolada. Rocas y mar batiente o un paseo marítimo kilométrico. Los municipios catalanes han optado más bien por lo segundo. Cataluña ha destruido cerca de la mitad de su franja de los primeros 500 metros de costa y, a este ritmo, alcanzará el 50% en 2030. Lo muestra un informe de la entidad ecologista Greenpeace, que ha diseccionado el litoral español por primera vez mediante fotos satélite y ha elaborado una lista de los municipios más destruidos. Hay dos catalanes entre los 25 peores: Cubelles (Garraf) y Torredembarra (Tarragonès). El informe no tiene en cuenta a Barcelona y ciudades vecinas cuya costa ya estaba urbanizada antes del boom inmobiliario.
La costa está “inundada de ladrillo”, afirma María José Caballero, directora de Campañas. Greenpeace ha utilizado distintas variables para elaborar la lista negra: superficie absoluta artificial; superficie artificial en la franja de los primeros 500 metros respecto al total del municipio; ritmo de crecimiento del municipio y municipios que antes dejarán de tener suelo natural. El análisis acaba abarca desde 1987 a 2005, último año en que hay fotos, por lo que se supone que la situación es ahora peor.
Las playas de Cubelles están “totalmente transformadas” con espigones verticales hacia el mar y un paseo marítimo kilómetrico. Torredembarra presenta una ocupación de su línea de costa del 82%. “De seguir las tendencias actuales” de construcción “su costa se verá totalmente ocupada mucho antes de 2020”.
Burbuja inmobiliaria
Hay muchos otros municipios que salen mal parados: Alella, Sant Pere de Ribas y El Prat de Llobregat, en Barcelona y Sant Carles de la Ràpita son los cinco que más rápido han destruido su costa durante la burbuja inmobiliaria. La situación en algunos municipios es devastadora. Lugares como Altafulla y Roda de Barà “no han dejado superficie no urbanizada en la costa para las futuras generaciones”, critica la organización. En el lado de las buenas prácticas están municipios como Amposta o Mont-ras, entre los 155 de España que menos han construido en primera línea. Además del valor ambiental y paisajístico, la destrucción de la costa es un peligro porque aumenta el riesgo de inundaciones y otros efectos del cambio climático.
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