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Reus negocia con Metrovacesa un cobro de 41 millones, vital para su futuro

Las finanzas de la ciudad dependen de la reanudación de las obras de un centro comercial

Carles Pellicer, alcalde de Reus por CiU.
Carles Pellicer, alcalde de Reus por CiU.JOSEP LLUÍS SELLART

El Ayuntamiento de Reus (Baix Camp) negocia con Metrovacesa la reanudación de las obras de un centro comercial para asegurarse el cobro de 41 millones de euros. El plazo para pactar expira el viernes y Consistorio y constructora siguen sin sellar un acuerdo, explicó ayer el alcalde, Carles Pellicer (CiU). El Ayuntamiento ultima un contrato de concesión a Metrovacesa del centro comercial por 50 años por 38 millones más tres de intereses. Reus necesita este dinero para afrontar un crédito y cancelar el aval que pende por las obras de la nueva Fira. Si las negociaciones con Metrovacesa no llegan a buen puerto, el Consistorio, que debe 381 millones, llevará la empresa ante los tribunales.

El 18 de abril ambas partes firmaron un principio de acuerdo que comportaba pagar 38 millones en concepto de canon antes del 18 de este mes. Con el paso de los meses y de los desencuentros, el Ayuntamiento ha cedido y ha flexibilizado los pagos. Así, Metrovacesa debería abonar un millón en el momento de firmar el contrato y un pagaré que vencería en noviembre por 1,9 millones. Después, realizaría tres ingresos de 2,4 millones cada uno entre mayo de 2014 y mayo de 2015 y una liquidación de 27,9 millones más tres de intereses el 10 de noviembre de 2015. Estos plazos coinciden con los pagos del crédito de la Fira.

El “gran problema”

El centro comercial forma parte del “gran problema” —así lo califica Pellicer— de las finanzas municipales. El asunto se remonta a 2008, cuando el Consistorio, gobernado por PSC, ICV y ERC, concedió a Metrovacesa la licencia del centro e ideó un plan a tres bandas que comportaba pagar la construcción de la nueva Fira con el canon de Metrovacesa.

En la operación, la constructora quedaba exenta de hacer frente al cánon —cinco millones de euros anuales los primeros años— si el centro no abría y no se estipuló ninguna penalización. Con la empresa controlada por entidades bancarias, este escenario se hizo realidad en junio de 2011, cuando Metrovacesa paró la construcción del centro comercial, un esqueleto de hormigón y hierro en el Parc Sant Jordi.

En este contexto está programado el viernes, día en que expira la prórroga del contrato, un pleno extraordinario para aprobar o revocar la nueva concesión a Metrovacesa.

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