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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Hay otra alternativa?

El único problema es que los tres tenores sumen y ninguno reste

La paliza mediática de estos días es, sin duda, el culebrón que protagoniza el emprendedor, marchante de arte y extesorero del PP, Luis Bárcenas. No hay espacio de debate que se precie en cualquier medio que no repique las noticias que a diario decanta este escándalo político que ha puesto en un brete al mismísimo presidente Mariano Rajoy -más pasmado y perplejo que nunca- e incluso la continuidad de su gobierno. Aunque siempre han cundido las sospechas y los indicios, ha sido ahora cuando se ha desvelado sin ambages la financiación mutimillonaria e irregular del partido gobernante y la ósmosis entre sus dineros y la clase empresarial beneficiaria de sus chanchullos.

El episodio, que promete intensas conmociones, no puede sino acentuar el descrédito electoral del PP, tal como registraba el sondeo de Metroscopia para este periódico publicado el pasado domingo. Este mismo sondeo recoge también la decantación del PSOE por causas similares y concretamente por los ERE de Andalucía, un lastre que le impide acortar distancias o incluso superar a su contrincante en las urnas. Ambas formaciones son más o menos por igual víctimas de esa epidemia que es la corrupción. Algo y enérgico deberán hacer ambos partidos para convencer a los ciudadanos de que los políticos apestosos no tienen cabida en sus filas, aunque hasta ahora se hayan nutrido de no pocos de ellos. Catarsis difícil, pero insoslayable.

En Valencia no tenemos —o no nos consta— ninguna encuesta que oriente acerca de la deriva de los distintos partidos en el marco de la autonomía y en estos momentos. Es probable, sin embargo, que el Consell o el PPCV dispongan de algún muestreo, pero que lo mantengan en secreto, tanto por su deprimente resultado como por su crónico desdén por la transparencia. Lo más parecido a un sondeo es la noticia que publicaba El Mundo el jueves y que se refería a un análisis demoscópico realizado por la dirección del PP en Madrid. No se mencionaban las características técnicas de la consulta y podemos cuestionar su fiabilidad, pero a tenor de esta fuente a los populares se les pronostica tal batacazo electoral que ni siquiera les valdría un pacto con UPyD para seguir gobernando. Si a ello le añadimos el notorio desgaste que está sufriendo en el seno de sus propias huestes la imagen del molt honorable no resulta descabellado —aunque quizá sí prematuro— pensar en un cambio de color político en la Generalitat. Nada más necesario.

A principios del siglo pasado, Mark Twain escribía: “Dejar todo el poder en manos de un único partido y mantener esa situación es asegurarse un mal gobierno y el inevitable y gradual deterioro de la moral pública”. Naturalmente el gran autor norteamericano no pensaba en nosotros, pero en 1995 los valencianos confiaron todo el poder político al PP y hoy podemos confirmar ese pronóstico: al mal gobierno, la depredación democrática y el despilfarro económico los populares han sumado la mayor corrupción nunca registrada en este país que, asimismo, desde la transición, nunca ha estado regido por gestores más incompetentes y hasta depredadores. Cualquier otra alternativa política difícilmente puede hacerlo peor, sobre todo si es plural, postula la transparencia y ha sido aleccionada contra la falta de honradez. Podríamos estar hablando del tripartido, PSPV, Compromís y EU. ¿Hay otra opción? El único problema es que los tres tenores sumen y ninguno reste.

 

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