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El gerente del Sant Pau en 2004 alertó sin éxito a la Generalitat de irregularidades

Xavier Pomés, presidente de la fundación hasta junio, niega incompatibilidades y asegura que dimitió de Ambulancias Reus

Xavier Pomès, ayer durante su comparecencia ante la comisión de sanidad del Parlament.
Xavier Pomès, ayer durante su comparecencia ante la comisión de sanidad del Parlament.GIANLUCA BATTISTA

La maratoniana sesión de ayer de la comisión de investigación de los escándalos en Sanidad en el Parlament sirvió para constatar que la gestión del hospital de Sant Pau ha sido un desaguisado desde hace años. Y que la Generalitat, pese a ser advertida, ha hecho oídos sordos a los problemas por los que pasa el hospital. Lo puso en evidencia el primero de los comparecientes, Jordi Colomer gerente del centro entre 2004 y 2007: se encontró un hospital en pleno proceso de renovación cuya construcción se había licitado sin concurso y con retribuciones a directivos que no se correspondían a sus funciones. De todo ello tomó buena nota Colomer y lo detalló a las autoridades que regían el hospital: el Arzobispado de Barcelona, con Lluís Martínez Sistach al frente; la Generalitat, comandada por José Montilla, y el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por el también socialista Jordi Hereu. Hicieron caso omiso.

“Repetí a Sistach, Montilla y Hereu que el de Sant Pau era un proyecto vulnerable si no se cambiaba la gobernabilidad. Y en la ausencia de gobernabilidad, hay elementos que se aprovechan de ello”, dejó claro el exgerente, destituido en 2007 pese a lograr el saneamiento de las cuentas del Sant Pau. Colomer tampoco logró la atención de la consejera de Sanidad, Marina Geli, pendiente de comparecer en la comisión.

Colomer intentó poner orden y evitó nuevas adjudicaciones a dedo en el último tramo de la construcción del Sant Pau, que ya acumulaba un importante sobrecoste. “Establecí que se debía seguir la ley de contratación, porque no tenían costumbre”, subrayó.

Jordi Colomer avisó a Montilla, Hereu y Sistach de la situación del centro

El exgerente pudo cambiar la forma de contratación, pero no logró evitar que hubiera retribuciones que no se ajustaban a las funciones de quienes las cobraban. Es el caso de Ricard Gutiérrez, exgerente adjunto, que cobró durante siete años por ese cargo pese a que ya no lo ejercía. Colomer no pudo acabar con esa retribución por orden directa del entonces director del Servicio Catalán de la Salud, Carles Manté. “Me dijo que le siguiera pagando pese a que siempre manifesté que no se ajustaba a la ley”. El propio Gutiérrez, que compareció más tarde, justificó su sueldo asegurando que siempre siguió lo que le ordenaba la gerencia del hospital pero evidenció que no hizo funciones ejecutivas en el centro.

También tuvo que dar explicaciones sobre sus trabajos en el hospital José María Cuervo, ex delegado de la Generalitat en Madrid que dos meses después de cesar, en 2011, fue fichado por el hospital. Cuervo aseveró que fue contratado por dos proyectos concretos y que fue elegido por su experiencia médica y no como contraprestación política.

El desgobierno del Sant Pau provocó el sobrecoste del 35% en la construcción del nuevo centro, 77 millones sobre los previstos. Colomer aseguró que todo se debió a la excesiva duración de las obras, sus imprevistos, fallos en el proyecto y un exceso de ambición: “Se quiso hacer un edificio de autor. Esto tiene un coste y quizás no hacía falta”, apuntó. Su sucesor, Jordi Varela, aclaró que el coste por metro cuadrado se ciñe al precio habitual en un hospital".

Pomés culpa al Patronato de Fundaciones: “No tienen ni idea”

En la sesión de la comisión de ayer también recibió críticas el actual Gobierno de la Generalitat. Vinieron del último presidente de la Fundación de Gestión Sanitaria del hospital de Sant Pau, Xavier Pomés. Pero el que fuera consejero de Sanidad e Interior con Jordi Pujol tuvo que responder acerca de las incompatibilidades por sus cargos en la sanidad pública y sus ocupaciones en el sector privado. En el momento en que fue nombrado presidente del Sant Pau, Pomés era consejero de Ambulancias Reus, concesionaria del Servicio de Emergencias Médicas, y del gupo MGO, que cuenta con una docena de centros médicos en Cataluña. Pomés negó haber incurrido en incompatibilidades. Según su relato, tras tomar posesión como presidente del Sant Pau en mayo de 2012, dimitió de Ambulancias Reus en la primera junta de accionistas que se celebró, un mes más tarde. Pomés puso esa dimisión como ejemplo de su voluntad de evitar compatibilidades, pero omitió que cuando dejó su cargo en ambulancias Reus hacía ya un año que presidía el patronato del Hospital Clínic, cargo que mantiene en la actualidad. Respecto al grupo MGO, Pomés confesó que sigue de consejero, pero quiso desmentir cualquier incompatibilidad asegurando que los centros sanitarios que gestiona la firma se dedican al chequeo para el permiso de conducir.

Pomés se había preparado una intervención distinta. Puso su empeño en criticar a la Generalitat y a los trabajadores del centro. Acusó al Patronato de Fundaciones, que depende del Departamento de Justicia, de dejar desprotegidos a los directivos frente a la ofensiva judicial del comité de empresa y provocar, con su inacción, la última crisis en el hospital: la dimisión en bloque de sus directivos. Los gestores del Patronato de Fundaciones, sentenció, “no tienen ni idea”. Una frase que generó un considerable revuelo entre los diputados. Pese a su duro alegato, sostuvo que el Sant Pau saldrá de esta crisis con vida, no sin concluir con una advertencia: “Sant Pau no cerrará nunca, pero si no se consigue corregir el déficit será inviable como hospital de máximo nivel”.

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