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Un gran proyecto comercial revive la batalla urbanística en Vigo

Un grupo inmobiliario promete invertir 500 millones de euros urbanizando una zona forestal. La iniciativa divide a los dueños del monte y a los partidos

Zona del monte Cabral, en Vigo, donde se proyecta una gran área comercial.
Zona del monte Cabral, en Vigo, donde se proyecta una gran área comercial.LALO R. VILLAR

“Claro que sabíamos que el urbanismo en Vigo es distinto”, reflexiona Salvador Arenere, directivo de Eurofund, el grupo inversor que promueve en Vigo un gran centro comercial y de ocio denominado Porto Cabral. Tan distinto que el pasado 26 de mayo, la asamblea de comuneros de Cabral en la que se iba a tratar la venta de 300.000 metros cuadrados de monte a un precio de 18 millones de euros acabó con siete heridos y tres detenidos. En realidad, es la misma tensión que presidió los larguísmos trámites del Plan General de Ordenación Municipal de Vigo, telón de fondo de siete años de agitación política y social en la ciudad. A ese planeamiento se agarran Eurofund y el Ayuntamiento para impulsar una inversión que Arenere cifra en 500 millones de euros.

El planeamiento de Vigo se discutió, por lo general con vehemencia, por las alturas permitidas en algunas zonas, por las reservas de vivienda protegida o por el propio modelo de ciudad. Pero nadie puso demasiadas objeciones a la conversión de Liñeiriños --al oeste de la ciudad, donde se cruza la autopista que atraviesa Galicia de Norte a Sur con la autovía de salida de las Rías Baixas hacia Madrid-- en un gran complejo de uso principalmente comercial. El plan lo consideraba una actuación estratégica. La crisis aún no hacía estragos y se hablaba de Ikea como motor de un gran parque que abarcaría en su radio a una población de más de cuatro millones de personas a una distancia de hora y media de coche. “Su situación estratégica es inigualable”, corrobora Arenere. Las cargas urbanísticas permitirían desarrollar dos proyectos públicos: una ciudad del deporte y parte de la futura Ronda de Vigo. Ahora que llega el momento, cinco años después de su aprobación definitiva, el debate se ha reabierto.

Arenere cita el ejemplo del consenso que presidió en Zaragoza el centro Porto Venecia, inaugurado el pasado octubre. Y aunque asume que conocía la tradicional tensión urbanística de Vigo, se muestra sorprendido por el crecimiento del conflicto. Los tres principales sindicatos, el BNG —cuyos votos necesita el alcalde, Abel Caballero, para mantener la gobernabilidad—, Esquerda Unida, el pequeño comercio y sobre todo la oposición interna a la junta directiva de la comunidad de montes configuran el heterogéneo pero amplio frente opositor. El primer escollo es la consecución de los terrenos, que se debatirá este mismo junio en un tercer intento de asamblea vecinal. Pero la concejal de Urbanismo, la socialista Carmela Silva, avisa: “Es una gran oportunidad para la ciudad. Si no se hace con acuerdo, el Ayuntamiento expropiará”.

El modelo aragonés

La compañía promotora del macroproyecto de Porto Cabral es una empresa asentada en Zaragoza aliada con un fondo de capital británico especializado en centros comerciales. Su modelo, asegura el directivo del grupo Salvador Arenere, no tiene nada que ver con los centros al uso que existen en Galicia. “Está planteado en un ámbito regional, para abarcar desde el Norte de la comunidad autónoma al Norte de Portugal, y no ofrece solo tiendas, sino también ocio y deporte”, explica Arenere. Por eso sostiene que, lejos de castigar al pequeño comercio, contribuirá a empujar el conjunto de la economía de la ciudad.

Las cifras que maneja Eurofund pasan por una inversión de 500 millones de euros, sin contar con la que acometan las firmas que se instalen en Porto Cabral, y la creación de 2.000 empleos en la fase de construcción y otros 3.000 en la de explotación. “Son cifras claramente infladas”, discrepa José Manuel Estévez, portavoz de los comuneros opositores al proyecto. “Se están dando muchos datos, incluso sobre el precio de venta de los terrenos, pero muchas veces son contradictorios”.

El espejo en el que se quiere mirar Porto Cabral se llama Porto Venecia y se encuentra en Zaragoza. Allí no hubo mayores discrepancias políticas en la tramitación de ese gran espacio comercial y de ocio aragonés, algo más grande que el que Eurofund quiere implantar en Vigo. Lo que no significa que no se registrase oposición: el pequeño comercio se movilizó para intentar impedir un proyecto que consideraba muy perjudicial para sus intereses. No pudo evitar su inauguración en octubre. Tras un inicio fulgurante, Porto Venecia se ha estabilizado. Funciona aparentemente bien, y es pronto para medir su influencia en el pequeño comercio, que en la capital aragonesa ya estaba tan hundido como lo está en Vigo cuando el nuevo complejo abrió sus puertas.

El portavoz de los comuneros que rechazan el proyecto presenta distintos argumentos. El principal, la defensa del monte. “No encaja en el sentido común construir un centro comercial en un parque forestal”, argumenta su portavoz, José Manuel Estévez. También apela Estévez a cuestiones de forma: pide una votación en urna, y no a mano alzada, en una asamblea monográfica abierta a todos los vecinos, no solo a los que tengan derecho a voto. Y la tercera de las razones obedece al impacto de un centro semejante en el pequeño comercio. “Para abrir un comercio hay que cerrar otro”, argumenta.

Tras el enfrentamiento entre comuneros asoma una vieja disputa que matienen los actuales directivos de la junta con sus antecesores. “En el fondo, quieren sacarnos a nosotros para volver a ponerse ellos”, sostiene el actual presidente, Luis Rodríguez, un veterano de los movimientos vecinales de la ciudad, apodado Luis plataformas por sus detractores, al que que ahora la toca soportar la insurrección en sus propias carnes.

Pero si para alguien la situación es novedosa es para el BNG. El Plan General nació con un alcalde nacionalista, Lois Pérez Castrillo, y se aprobó con el PP en la alcaldía y el BNG como aliado. ¿Por qué rechaza ahora el Bloque lo que antes apoyó? “Inicialmente, esa zona estaba prevista como un gran centro logístico para el transporte, con una reserva para uso comercial menor. Y cuando el plan se aprobó provisionalmente, ya con el PSOE, la reserva comercial fue ganando peso”, responde el responsable local del Bloque, Henrique Viéitez.

A eso se añade el radical cambio sufrido por la economía. “La realidad es una recesión espantosa, con centros comerciales que no solo afectan al pequeño comercio, sino que van quedando paulatinamente despoblados”, explica el dirigente nacionalista. Vigo cuenta con otras previsiones de centros comerciales. Por ejemplo, el de la futura estación del AVE. “Existe oferta comercial suficiente, y no conviene traspasar empleos del pequeño comercio a las grandes superficies, porque el primero es estructurante, mientras que los centros comerciales se llevan las plusvalías”.

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