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La respuesta del arte

‘Qué hacer’ cierra un ciclo de tres exposiciones que ofrecen una relectura de la colección de La Caixa

Touch, videoinstalación de Antoni registrada a la playa en 2002.
Touch, videoinstalación de Antoni registrada a la playa en 2002.

Che fare?, la enorme reproducción fotográfica de las palabras que Mario Merz escribió en la pared de una galería romana en 1969, preside Qué hacer, tercera y última entrega de un proyecto expositivo expandido en el tiempo, concebido por Rosa Martínez para poner en valor los fondos de la colección de arte contemporáneo de la Fundación La Caixa. Tras la reflexión social, política y ecológica de Qué pensar y el análisis del deseo como pulsión ya no inconsciente y espontánea, sino influida por ideologías y estereotipos de Qué desear, ahora le toca el turno a que se puede hacer.

Abierta en CaixaForum de Barcelona hasta el 8 de septiembre, la muestra no ofrece fórmulas ni consignas para la acción, sino que más bien intenta responder a preguntas sobre el papel del arte y los creadores en una sociedad inmersa en una profunda crisis sistémica. Para conseguirlo, Martínez, una de las comisarias más relevantes del circuito internacional, ha optado por una selección de 11 obras icónicas de artistas fundamentales, tanto en el ámbito de la colección de La Caixa como del arte contemporáneo. Un sinuoso felpudo de Pedro Mora, que parece brotar de la fotografía de Merz, indica el camino y a la vez plasma la voluntad de interconexión entre técnicas y conceptos. “Todo está vinculado, ya no hay límites entre las disciplinas, las jerarquías se van disolviendo y el propio espacio expositivo debe abrirse”, indicó Martínez.

Para reforzar la sensación de interconexión, la comisaria ha diseminado en el espacio unos nichos de cera perfumada de Valeska Soares, que sumergen la sala en un aroma al principio agradable, pero cada vez más pesado y casi ponzoñoso a medida que pasa el tiempo. Cada obra encierra una historia y múltiples reflexiones, facilitadas por las excelentes cartelas, en un recorrido que arranca con el desconcierto de Joan Miró, “que en víspera de la Segunda Guerra Mundial pinta sus constelaciones en una huida intelectual hacia otros mundos”, explicó Martínez. Varios autores utilizan su propio cuerpo como material artístico. Janine Antoni con el vídeo de una performance, en la que camina sobre la cuerda floja convertida en línea del horizonte. También son memorias de performances las obras audiovisuales y fotográficas de Bruce Nauman y Àngels Ribé, que apelan a las reconfortantes normas geométricas para repensar el entorno en relación al ser humano.

Rosa Martínez ha seleccionado 11 obras icónicas del arte contemporáneo

La perplejidad frente a las desigualdades sociales y la violencia económica y política, se plasma en dos obras que se exhiben por primera vez en Barcelona. Una, Las joyas de la corona del cubano Carlos Garaicoa, despliega las reproducciones miniaturizadas en plata de ocho edificios (el Pentágono y Guantánamo, entre otros), símbolo de la represión política en el siglo XX. La otra, La Pasión de Juana de Arco del venezolano Javier Téllez, materializa la estigmatización de los enfermos mentales con la proyección enfrentada de la película homónima de 1928 de Dreyer, intertitulada con frases de las internas de un hospital psiquiátrico canadiense y de una grabación en la que las propias enfermas relatan con escalofriante lucidez los motivos de su reclusión. El recorrido, que incluye piezas de Juan Muñoz y Doris Salcedo, se cierra con el divertido y a la vez inquietante Album de Gillian Wearing, una serie de autorretratos de la artista que se transforma en todos los miembros de su familia, con la ayuda de máscaras de silicona, pelucas y otros recursos no digitales.

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