_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La productividad de los zombis

La compañía hispano-suiza L'Alakran propone una reflexión humorística sobre la necesidad de cambiar el curso de los acontecimientos

Javier Vallejo
Un momento de la representación.
Un momento de la representación.nicolas lieber

Nadie cree a estas alturas que se pueda convertir en esclavo zombi a una persona administrándole una toxina del pez globo, pero anímenle a firmar un préstamo hipotecario a 30 años y verán como trabaja hasta el último aliento para ayudar a financiar las jubilaciones multimillonarias del presidente y el consejero delegado del banco. “Somos zombis, y nuestra actividad principal es consumir: objetos, relaciones, experiencias, drogas”, observa Óscar Gómez Mata en el irónico prólogo fílmico de Kairós, sísifos y zombis (castellanizado a medias en el programa de mano: Kaïros, sísifos y zombis), espectáculo donde el autor director y su equipo hispanosuizo de la compañía L'Alakran proponen al público una reflexión humorística compartida sobre como cambiar el curso de los acontecimientos.

Gómez Mata, artista en absoluto cartesiano, prefiere el boceto al cuadro acabado, el chispazo al teorema, la indicación concisa a las instrucciones de uso. Sus espectáculos, armados con escenas silentes, diálogos de besugos y discursos al público veteados de una comicidad bufa, mezclan realidad y ficción de manera equívoca: en ellos, lo fingido parece verdadero y los actores se presentan como si no llevaran el personaje puesto.

KAIRÓS, SÍSIFOS Y ZOMBIS

Concepción y director: Óscar Gómez Mata, con la colaboración de Esperanza López. Textos: Perú C. Sabán y Ó. Gómez Mata. Intérpretes: María Danalet, Óscar Gómez Mata, Michèle Gurtner, Esperanza López, Olga Onrubia y Valerio Scamuffa. Luz: Michel Faure. Coordinación escenográfica: Claire Peverelli. Producción: Compañía L’Alakran. Teatro Pradillo, del 16 al 18 de mayo.

En Kairós, sísifos y zombis, el rumbo se pierde, se reencuentra, vuelve a perderse y, cuando parecía extraviado definitivamente, se retoma con un poderoso golpe de timón. Rara vez un espectáculo coloca al espectador en tantos lugares distintos: lo hace reír, lo aburre a conciencia, le hace pensar sucesivamente que está viendo algo pésimo, genial, necesario, prescindible, deslavazado y perfectamente organizado, sensación esta que acaba imponiéndose: digresiones y ocurrencias, pensamos al final, estaban ahí como está el ayuno en la vida entre banquete y banquete.

L'Alakran tiene acuñado un lenguaje propio: sus actores funden su propia personalidad con el personaje y gastan una ironía que les libra de ser pedantes y de parecer ingenuos. Valiente, el discurso sin ambages que su director se marca contra la manera en que el PP ejerce el poder que le concedimos, y, significativo, el silencio por respuesta que los integrantes de la compañía han recibido de la Comunidad de Madrid tras solicitar, como hacen en cada ciudad donde actúan, que algún cargo público comparta con ellos una escena en la que dan cuenta de lo que cuesta el espectáculo, del presupuesto del festival que lo contrata (el de Otoño a Primavera) y del que el Gobierno regional dedica a la cultura, para significar con ello que las cuentas públicas han de ser cristalinas y accesibles para quienes las financiamos: las de los teatros suizos son de libre acceso a través de internet.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_