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La trémula memoria de las letras andaluzas

Las fundaciones de ilustres escritores se mueven entre la incertidumbre y la supervivencia

Habitación de la Casa - Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, en Granada.
Habitación de la Casa - Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, en Granada. M. ZARZA

Están todos sus libros. Y en ellos hay apuntes, anotaciones al final de las páginas, sus reflexiones, su modo de leer. También hay dedicatorias ilustres. De Roberto Bolaño, de Octavio Paz. Están sus amplias colecciones de literatura francesa. Y sus fotos. La de su vestuario hippy. Otra besando una serpiente. La Fundación Carlos Edmundo de Ory acaba de abrir las puertas de su nueva sede. Y con ellas, el abismo de la responsabilidad. El que han padecido y padecen otras fundaciones que arrastran años, deudas y problemas. Otras resisten en la discreción. Y alguna, como la de Rafael Alberti, siguen en el aire esperando que la memoria del poeta deje de temblar.

Carlos Edmundo de Ory coleccionó trozos de su vida desde muy joven. “Creo que era consciente de su importancia y, por eso, guardaba y almacenaba muy bien sus objetos, sus recuerdos”, explica Javier Vela. Este joven poeta ha sido elegido para hacerse cargo de la gerencia de la Fundación de su admirado De Ory en Cádiz. Fue una de las herencias marcadas por el escritor antes de morir: que su legado se quedara en la ciudad en la que nació en 1923. Esta semana, Javier Vela ha estrenado despacho en el Centro Cultural Reina Sofía. Allí están sus miles de libros, sus juguetes, sus álbumes, sus máquinas de escribir.

Hay todavía cuadros por colgar. Hay cosas por hacer y muchas buenas intenciones. “Queremos que se convierta en un lugar para conocerle y descubrirle. Queremos también tener una fuerte implicación con los estudiantes de enseñanzas medias porque es un autor que llega a los jóvenes”, explica Vela. Por eso quiere firmar con la Universidad de Cádiz un convenio para elaborar cuadernos didácticos. El gerente ha empezado la semana buscando subvenciones, preparando la participación en la feria del libro y dibujando en su mente las jornadas de su memoria que estarán dedicadas a las vanguardias.

En la Fundación Carlos Edmundo de Ory, que acaba de arrancar, todo está por hacer. Aunque este año solo cuenta con 10.000 euros para gestionar. “Practicamos la economía de guerra”, admite el gerente. Otras fundaciones, con más trayectoria, soportan años de problemas. Ocurre ahora con la Fundación Fernando Quiñones, con sede en Chiclana, en memoria del célebre escritor gaditano. El Ayuntamiento, principal patrocinador de este organismo, se queja de la falta de actividades. Su actual director, Mauro Quiñones, hijo del fallecido autor, lamenta la escasa inversión. “Estamos pendiente de una reunión del patronato para saber qué va a pasar”, anuncia.

El organismo acumula un déficit de 12.000 euros cuya resolución debe aclarar esa esperada reunión. Mauro Quiñones apuesta por más aportación de los patronos y recuerda que el 93% del presupuesto sirve para pagar nóminas. El año pasado esta fundación tuvo 70.000 euros y dos trabajadores, uno de ellos, Mauro Quiñones. “En otras entidades las nóminas no se incluyen en el presupuesto”, recuerda. El Ayuntamiento aboga por otro modelo de gestión. Cree que la aportación municipal de 40.000 euros es suficiente y no se ve compensada con un programa de actos acorde con esa cantidad. Al menos, la Consejería de Cultura ha aportado este año 3.400 euros para actividades. El director quiere organizar unas jornadas en torno al Romanticismo y el bicentenario del poeta Antonio García Gutiérrez.

Mauro Quiñones no sabe si el futuro de la Fundación será Chiclana o Cádiz. “No hay ninguna propuesta de traslado”, asegura. No cree tampoco que esté en peligro como ocurrió con la de otro ilustre gaditano, Rafael Alberti. Problemas económicos y la marcha de la viuda María Asunción Mateos llevaron al Ayuntamiento de El Puerto de Santa María a plantear la disolución y crear un patronato con la participación de más administraciones. De eso hace tres años. Se aguarda todavía un informe económico. La sede de la Fundación sigue abierta, aunque sin apenas programación para difundir la obra del poeta.

En esa espera está el legado de Miguel Hernández que ahora se custodia en Jaén. Al menos, la Junta ya se ha comprometido a integrarse, y con ello a realizar aportaciones económicas al proyecto cultural que sirva para difundirlo. Todavía no se ha aclarado bajo qué fórmula legal.

Otras fundaciones como la de García Lorca, Caballero Bonald, Francisco Ayala, Juan Ramón Jiménez o Antonio Gala mantienen su labor, aunque las aportaciones públicas vienen reduciéndose hasta en un 50% desde 2009. Ya no es tan fácil organizar conciertos, exposiciones, o reediciones de obras. Y en ese panorama acaba de colarse Carlos Edmundo de Ory. Con el descaro de quien besa una serpiente. Con la buena intención de hacer de la imaginación virtud. Quizá dedicaría a este momento uno de sus reconocidos aerolitos. “Cada vez somos menos los hombres que no somos nada”.

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