Los presos torturados señalan al subdirector médico como agresor
“Recibí palos hasta que me fui al coche de los Mossos”
El círculo se estrecha en torno a Xavier Martínez, uno de los nueve funcionarios acusados por apalear y maltratar a presos como represalia por el motín que estalló, en abril de 2004, en la cárcel de Quatre Camins. Cuatro de los internos agredidos señalaron a Martínez, que entonces era subdirector médico del centro, como autor de algunas de esas agresiones. Una vez sofocada la revuelta, los presos pasaron por la enfermería y fueron trasladados a otras prisiones. En ese recorrido se produjeron las torturas, por las que la fiscalía pide penas de entre uno y ocho años de cárcel.
En su declaración como testigo en el juicio, uno de líderes del motín, Francisco de Paula, relató que Martínez le cogió de los pelos, preguntó al resto de trabajadores si había participado en la revuelta y le pegó mientras le gritaba: “¡Te vas a enterar, cabrón, te vas a enterar!” Otro interno del Módulo 1 de la prisión barcelonesa también apuntó a Martínez como autor de los golpes y, a petición de la fiscalía, le reconoció en el banquillo de los acusados.
El círculo se estrecha en torno a Xavier Martínez, uno de los nueve funcionarios acusados por apalear y maltratar a presos
En su declaración, el lunes, el exsubdirector médico negó haber pegado a los presos, pero admitió “cierta contundencia” en los traslados. Martínez reconoció que, durante los reconocimientos, cogió una porra de goma, pero matizó que no la usó. Los presos le contradijeron. “Cuando estaba en lo del médico me dijo que dijera la verdad [sobre el motín]. Estando allí, me golpeó con la porra”, dijo uno de ellos, que también señaló a otra acusada, Trinidad M., de pegarle “a gomazo limpio”.
Los presos, algunos de ellos condenados a elevadas penas de cárcel por el motín, relataron que recibieron golpes, insultos y vejaciones y que fueron obligados a pasar por un “pasillo” formado por funcionarios. “Recibí palos hasta que me fui al coche de los Mossos. Me metieron a patadas”, añadió otro testigo, que destacó el contraste entre la brutalidad de los funcionarios de prisiones y el trato “correcto” de los policías.
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