Los cuerpos de Paul Delvaux
La pinacoteca muestra 'L´appel', una obra de madurez del pintor surrealista belga
El pintor belga Paul Delvaux (Antheit,1897-Veurne, 1994) quedó fascinado por los esqueletos que colgaban de las paredes del laboratorio de su escuela. Los desnudos femeninos y la arquitectura clásica llegaron a su pintura en composiciones en las que aparecían acompañados de esqueletos, que reforzaban el carácter lúgubre de su iconografía. Estos elementos característicos de su obra están presentes en L’appel (1944), una obra de madurez del pintor que el Museo de Bellas Artes de Bilbao muestra hasta el próximo 7 de julio.
L’appel, un lienzo de 156 por 160 centímetros, pertenece a la Colección Telefónica. La pintura se muestra en el Museo de Bellas Artes dentro del programa La obra invitada, que incorpora a las salas de exposición piezas cedidas de forma temporal por otras colecciones.
Desde su puesta en marcha en 2001, el programa ha permitido contar con cerca de una cincuentena de obras invitadas, representativas del trabajo de Berruguete, Zurbarán, Van Dyck, Tintoretto, Artemisia Gentileschi, Canaletto, Fortuny, Monet, Sorolla, Picasso, Chillida, Hockney o Freud, entre otros artistas. La última fue el Tríptico de la guerra, pintada por Aurelio Arteta en su exilio de Biarritz.
La obra de Delvaux cuenta en su composición con un desnudo femenino y un esqueleto en un marco de arquitectura clásica. Como es característico en su obra la mujer tiene un aire hierático, en una escena atemporal. El artista reconocía, según explica Laura Ramón Brogueras, de la Colección Telefónica, que la suma de inspiración clásica y surrealismo debía mucho a su encuentro con Giorgio de Chirico y sus paisajes metafísicos. "Sus composiciones tienen proporciones geométricas dentro de un academicismo sumamente clásico y simulan un decorado teatral pero silencioso en el que las figuras-actores mantienen relaciones desconcertantes. De este modo, decorados y figurantes conforman lo simbólico de su lenguaje", añade.
Delvaux pintó L'appel cuando era ya un artista ampliamente reconocido. Había expuesto junto a pintores como Magritte, en colectivas dedicadas al arte surrealista y ya había realizado su primera retrospectiva en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas. Tenía 47 años y le quedaban aún medio siglo de oficio y premios a su trayectoria como pintor, que incluyó bienales, exposiciones retrospectivas, condecoraciones y homenajes.
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