Tenerlos bien puestos
Algunos de los alumnos de esta siniestra profesora se han manifestado asqueados por ese siniestro asunto
Los ovarios, quiero decir. ¿Puede una profesora, o tal vez catedrática, del CEU de Moncada, en Valencia, enseñar Doctrina Social de la Iglesia asegurando en clase ante el consternado alumnado que la violación tiene la fortuna de sembrar un hijo, que es un don de Dios? Puede. Gloria Casanova, que así se llama esta joya del adoctrinamiento crepuscular de estirpe franquista, tiene además en su haber toda una asombrosa colección de opiniones convergentes, como que el maltrato del varón a la mujer es una muestra de amor, y otras perlas por el estilo.
Pero no nos apresuremos, ya que esas afirmaciones dan para mucho y todavía ignoramos hasta dónde llega el percal. ¿Esa pobre mujer se hace una idea concreta de lo que es una violación? ¿Y a santo de qué supone que toda violación está encaminada hacia la procreación? ¿Tan interesada está, acaso de un modo enfermizo, en los bebés que está dispuesta a admitir la violación si se produce con un buen fin, el de engendrar una vida no deseaba? ¿Qué hacemos entonces con el dogma de la Inmaculada Concepción, que está en la base de estas aberrantes opiniones de estirpe eclesiástica? Y no solo eso. Supongamos que de una violación callejera florecen no un nasciturus sino mellizos y hasta trillizos. ¿Qué hace entonces la víctima ante ese exceso de prodigalidad de los dones de Dios? ¿Se suicida? ¿Se apresura a llamar a Gloria Casanova para que se haga cargo de ellos? ¿Escribe una misiva al Rey para que le eche una mano en tan peliagudo asunto? No es imprescindible echar más dramatismo al asunto, pero supongamos que al violador lo han pillado haciendo de las suyas en un ascensor, que está en chirona, que la víctima del atropello vive con sus padres en una casa al borde del desahucio y que la chica, lejos de agradecer los dones inesperados de Dios a manos de un violador de cercanías, se encuentra tan desesperada que sabe –sabe- que jamás podrá atender a esa o a esas criaturas engendradas por un delincuente y no por la persona que más amas en este mundo.
Algunos de los alumnos de esta siniestra profesora se han manifestado asqueados por ese siniestro asunto, pero más siniestro resulta que una señora de estas características pueda impartir clases impunemente para desbarrar como le venga en gana. Por lo demás, ¿es esa la Doctrina Social de la Iglesia o la opinión de un Rouco Varela cualquiera? Podían haber esperado un poco antes de cometer semejante barbaridad a saber lo que piensa sobre el asunto el nuevo papa Francisco. Y respecto al alumnado que no sintió desasosiego alguno ante semejante adoctrinamiento, ¿son conscientes de las atrocidades que les internalizan como si nada? ¿Saben que es pecado maltratar incluso a los animales más desvalidos y que semejante práctica está muy lejos de constituir una ruda muestra de amor? Al menos, que se lo piensen.
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