Catalán, francés, castellano.....
El Salón de Libro de París apacigua la polémica con los idiomas abierta en 2007 durante la Feria de Fráncfort
“La cultura es única; nunca hay que politizarla”, afirmaba ayer Juan Goytisolo por uno de los concurridos pasillos del 33º Salón del Libro de París. Quien escribió que siempre se ha sentido “castellano en Cataluña, afrancesado en España y español en Francia”, entre otras sensaciones apátridas, predicó con el ejemplo y, recitando incluso fragmentos en catalán, elogió encendidamente La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda ante un notorio auditorio francés en el puesto que el Institut Ramon Llull tiene en la feria con motivo de la designación de Barcelona como ciudad invitada. Amén de por un éxito notable de público, que empieza a superar (y en algún momento, a sobrepasar) las expectativas de los organizadores, la iniciativa Barcelona, ciudad de prodigios en el salón pasará ya también a la pequeña historia por haber revertido la tensión de las relaciones entre las literaturas en catalán y en castellano, maltrechas desde la Feria de Francfort de 2007.
A la carga simbólica de la participación de Goytisolo se añadió también la de Javier Cercas, muy crítico hace seis años con la opción de llevar sólo a autores en lengua catalana a la mayor feria europea. “Mi nueva novela, Las leyes de la frontera, no aparece aquí hasta septiembre; o sea, he venido por la concordia; Barcelona por descontado, pero Cataluña también, son lugares de dos lenguas y funcionan con dos sistemas literarios distintos que requieren una relación más fluida, entre otras cosas porque no son enemigos”, afirmaba el escritor. Certificaba así la voluntad de pasar página y cerrar una polémica que ni ha aflorado.
Literatura universal
Entre las 650 novelas que protagonizarán la rentrée literaria francesa en septiembre, amén de Las leyes de la frontera de Javier Cercas estará, como mínimo, otro título de autor catalán, Jo confesso, de Jaume Cabré. El denominador común será la editorial, Actes Sud, sello que muestra interés por Cataluña.
Más de una decena de autores están presentes en su catálogo. "Puede influir la proximidad cultural y geográfica, pero a Cabré, a Sánchez Piñol o a Cercas los publicamos porque su literatura es universal", cuenta Alzira Martins, secretaria general de Actes Sud. Y los números, claro. "Vendemos entre 1.500 y 2.000 ejemplares, y, en algunos casos, hasta 10.000 como con La pell freda, de Sánchez Piñol", añade. Las colas ayer de Carlos Ruiz Zafón, la de Eduardo Mendoza, Alicia Giménez-Bartlett y Marc Pastor daban fe.
Cercas protagonizó dos anécdotas impagables: por un lado, firmó un ejemplar de Soldados de Salamina a un joven francés cuyo padre, de orígenes alicantinos, se apellida Miralles, como el miliciano protagonista del libro; por otro, dedicaba ejemplares en francés y castellano de sus libros en francés, castellano… y en catalán, a petición de los compradores. Un particular babel entre las tres lenguas que es una constante estos días en el puesto de Cataluña, algo que quizá no debe darse en ninguno de los casi 500 que conforman la feria.
Goytisolo y Cercas, sin coincidir en el mismo acto, compartieron éxito y afluencia de público, algo que no ha fallado en el Café Barcelona, como se ha bautizado el espacio de encuentro catalán. El autor de Señas de identidad hizo la media del auditorio (60 personas asisten cada hora en cada una de las charlas) en su elogio de la popular obra de Rodoreda, a la que comparó con Flaubert y a la que conoció siendo ya lector de Gallimard por indicación del editor Joan Sales. “La Colometa es la inocencia absoluta, que pasa por los peores episodios de la República y la Guerra Civil sin una reflexión política, sin mencionarlos siquiera aunque se detectan; hay pocos antecedentes en literatura de eso, lo que demuestra su fuerza poética”, resumió. A esa precisión poética se refirió también la escritora y estudiosa de la obra rodorediana Mercè Ibarz, que destacó “la profunda compasión que muestra la autora por sus personajes, cómo les escucha y crea su vida interior”.
Goytisolo había protagonizado pocas horas antes un bello coloquio con su traductora francesa desde 1970, Aline Schulman, quien elogió la libertad que le ha dado siempre un autor que se declaró “muy difícil de traducir”, una confianza que quien también ha vertido el Quijote ha empleado para traducir “no tanto las palabras como las sombras del texto”.
Incluso consiguió Cercas el lleno hasta la bandera en su charla, algo a lo que no fue ajeno la participación de Jaume Cabré y del francés Laurent Binet (autor de HHhH, donde narra el asesinato del temible gerifalte de las SS Heydrich). Entre los tres disertaron sobre el uso de la novela como instrumento para explicar la historia. Cabré y Cercas hermanaron sus obras Les veus del Pamano y Soldados de Salamina, mientras Binet se acercó más a Anatomía de un instante, la mirada novelesca (o no) de Cercas sobre el 23-F. El animado debate sobre la verdad histórica y la novelística debió ser truncado ante las colas que se habían formado a la captura de las firmas. Por encima de lenguas, los tres triunfaron.
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