Alegato ultra en la Audiencia
La defensa de dos acusados sostiene que los indigentes “no son humanos” La fiscalía pide cárcel para los neonazis que dejaron en coma a un mendigo
El juicio contra unos supuestos cabezas rapadas que se celebra estos días en Madrid acabó convirtiéndose ayer en un alegato a favor de la violencia ultra. Ángel Pelluz, abogado de dos de los cuatro procesados por agredir gravemente a un indigente en la cabeza en 2009, presentó un escrito de defensa que dejó boquiabiertos a los asistentes.
“La vagancia no está recogida en nuestra Carta Magna. La ocupación de terreno público por quien no se procura una existencia digna es causa de rechazo en otras personas que cumplen las leyes. La vagancia, el no querer hacer nada, el constituirse en parásito de lo decente, lleva a la repulsión”, señala Pelluz en el escrito.
Preguntado por sus palabras a la salida de la Audiencia Provincial, Pelluz dijo a la agencia Europa Press: “Yo he visto vecinos apartando cartones y a estas personas, con chinches y piojos, para poder entrar en su casa. Esto no son personas humanas. No han trabajado en su vida. Son cánceres de la sociedad. Yo, si tengo un cáncer, el médico no me pone paños calientes: me lo extirpa. Pues esto es igual”, ha señalado.
A Pelluz, de 90 años, que lleva 61 ejerciendo la profesión de abogado y que en unos días tendrá que operarse precisamente de un cáncer, se le asignó la defensa de Iván Lorente Vázquez y María Leticia García Durán a través del turno de oficio.
La víctima sufre secuelas que le impiden valerse por sí mismo
El letrado recibió en su casa a este periódico y se ratificó en las declaraciones que había hecho por la mañana. “Mis defendidos no han hecho nada. Solo pasaban por allí”, afirma Pelluz. “Lo que quiero decir es que este caso se explica porque ha habido una provocación previa, la existencia de esa persona en la calle. A nadie nos gusta ir apartando pies descalzos por la Gran Vía. La mierda siempre se ha recogido”, insistió el abogado en su despacho.
También evocó los años pasados del franquismo en los que existía la Ley de Vagos y Maleantes. “A Franco se le ha acusado falsamente de muchas cosas, pero él puso orden en España”, mantuvo.
Pelluz dice que no se habría metido a hacer esas declaraciones si el juicio no se hubiera politizado. “Para mí, lo que se juzga es una agresión, pero la ONG que ejerce la acusación popular ha politizado el tema, así que he tenido que enfocar el asunto de esa manera”, concluyó el abogado, cuyo teléfono no paró de sonar en toda la tarde con llamadas de periodistas que solicitaban un encuentro con él.
Un procesado dice que iba rapado por sufrir dermatitis seborreica
La organización no gubernamental a la que se refiere Pelluz es Movimiento contra la Intolerancia. Su presidente, Esteban Ibarra, habló ayer de los indigentes como “las víctimas silenciosas”. “Más de la mitad han sufrido agresiones”, señaló Ibarra, que destacó que durante el juicio se mantuvieron tres versiones distintas de lo ocurrido aquella noche de la agresión. Los “cabezas rapadas nunca reconocen su odio hacia el indigente, no pueden explicar cómo se han acercado a una persona dormida y le han pegado con brutalidad”, comentó.
La fiscalía solicita 12 años de cárcel para uno de los procesados, Mykhaylo Tsyku, y 10 para los otros tres, además de una indemnización conjunta de 300.000 euros para la víctima, Rafael Santamaría. El sin techo pasaba la noche del 23 de agosto de 2009 en un fotomatón de la zona de Moncloa. Sobre las tres de la madrugada, los acusados, de estética skinhead, empezaron a propinar golpes a Santamaría, según las conclusiones de la fiscalía.
Los golpes le causaron un traumatismo craneoencefálico y una hemorragia que le dejaron en coma. Estuvo postrado en cama durante 541 días. Nunca se curó del todo. Las lesiones neurológicas le impiden realizar por sí solo cualquier actividad de cierta complejidad. Para la fiscalía, los cuatro acusados actuaron de común acuerdo y con el ánimo de causar daño.
El cuarto de los procesados, Javier Royo Blasco, es miembro del partido ultraderechista Alianza Nacional. En el momento de los hechos se encontraba en libertad condicional tras ser condenado por un delito de lesiones en una pelea en su barrio. Royo, que reconoció ayer que lleva un tatuaje con la palabra “sangre”, le echó la culpa al ucranio Mykhailo. Dijo que esa noche, al salir de un bar, oyó los gritos de dolor de alguien. Cuando se giró, vio a Mykhailo encima del indigente “pegándole y pisándole con cara de estar poseído por la ira”.
La versión del ucranio solo confirmó que estaba allí esa noche. Dijo que iba andando por la calle y que se encontró a un mendigo borracho que le insultaba. Nada de patearle la cabeza, según afirmó el procesado, que dijo sentir lástima por los desahuciados y la crisis en España.
“No odio a nadie”, dijo. También aseguró que lo de la estética de cabeza rapada se explica porque sufre dermatitis seborreica y negó pertenecer a un grupo neonazi: “No puedo. Soy comunista. Mi abuelo murió en la II Guerra Mundial”.
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