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Cierre industrial: daños irreversibles

Mientras Flix lucha contra el cierre de Ercros, Roquetes y Cervera no se han recuperado de la clausura de las factorías de la norteamericana Lear

Corte de la Diagonal de Barcelona el pasado lunes en protesta por el ERE de Ercros en Flix.
Corte de la Diagonal de Barcelona el pasado lunes en protesta por el ERE de Ercros en Flix.CARLES RIBAS

Más de 8.200 empresas y más de 210.000 empleos perdidos, el 28% de los que había en la industria. Son los estragos de la crisis que se desató en 2008 sobre las fábricas catalanas. Un lento pero incesante goteo de cierres que van dañando entornos socioeconómicos de todo el mapa de Cataluña. Flix con el ERE Ercros representa el último de ellos. Como Tradema (Solsona), GE Power Controls (Sant Vicenç de Castellet) o carrocerías Noge (Arbúcies), por citar algunas de las amenazas de las que más se ha hablado en las últimas semanas. ¿Pero qué pasó con cierres anteriores? La experiencia demuestra que los estragos perduran, pese a las buenas palabras de empresarios y también de la Administración en plena crisis. Que se lo digan, si no, a las economías de las comarcas de Lleida que todavía hoy arrastran las consecuencias del cierre de las industrias papeleras de los años noventa y registran tasas récord de paro, o, más recientes, a los vecinos de Cervera (Segarra) o Roquetes (Baix Ebre) tras el cierre de Lear durante la década pasada.

Los que siguen son algunos casos de industrias situadas la mayoría en medianas y pequeñas ciudades cuya actividad repercute positivamente en la comarca en la que se hallan enclavadas y cuya desaparición las deja desasistidas social y económicamente, ya que, aparte de los empleos directos, otros tantos indirectos dependen de la continuidad de su actividad.

» Flix, en lucha contra el cierre de Ercros. En Flix (Ribera d’Ebre), 4.000 habitantes, el municipio en bloque, lucha para evitar el despido del 75% de la plantilla de la fábrica química Ercros, una industria emblemática con 116 años de historia en la población.

El viernes la empresa aceptó pasar de los 156 despidos anunciados a 103, sobre una plantilla de 207 personas. La Generalitat pide que Ercros retire el expediente o lo segregue. El Ayuntamiento ha convocado dos nuevas manifestaciones esta semana: hoy y el miércoles. Los representantes de los trabajadores piden que las negociaciones se trasladen a Barcelona en lugar de desarrollarse en Madrid.

Es el problema de cierre de instalaciones más actual y hasta el 22 de este mes no concluyen las negociaciones de un ERE que puede dejar definitivamente tocada a la población de Flix y su comarca.

Concentración contra el cierre de Lear en Roquetes.
Concentración contra el cierre de Lear en Roquetes.JOSEP LLUIS SELLART

» Lear, un agujero en Roquetes, y Cervera. En las tierras del Ebro en 2010 también cerró la fábrica de la multinacional norteamericana Lear en Roquetes (7.000 habitantes). La multinacional de componentes eléctricos para automóviles despidió a 515 trabajadores directos y a otros tantos indirectos, como personal de limpieza y porteros. Desde entonces, los afectados por el ERE viven situaciones dramáticas, cuenta Soledad Roca, que fue miembro del comité de Lear y trabajó en la empresa 34 años.

“Cuando nos despidieron, la mayoría teníamos entre 45 y 55 años, esta gente no ha encontrado otro trabajo, quien puede cobra un subsidio de 400 euros o vive de los abuelos”, explica Roca. Algunos trabajadores más jóvenes, que tenían unos 30 años de edad, se gastaron la indemnización del despido en estudios, haciendo cursos de enfermería, por ejemplo. “Pero ahora se encuentran con los recortes sanitarios, con lo que este campo también está arrasado. No vemos ningún futuro ni esperanza, no quedan industrias en la comarca, fuera de Lear nos hemos encontrado con un desierto”, concluye Roca.

El cierre de la factoría de Roquetes no fue el único de Lear. Antes, en 2002, tras un largo y penoso proceso de negociación y movilizaciones, echó el cerrojo la planta de Cervera, ciudad de unos 9.500 habitantes.

En octubre de 2002, después de un largo y penoso proceso de negociación y movilizaciones, echó el cerrojo la factoría dedicada a la fabricación de componentes eléctricos para la automoción. El cierre de Lear dejó a 1.280 trabajadores sin trabajo, la mayoría mujeres, una herida demasiado profunda que todavía no ha cicatrizado en el frágil tejido industrial de la comarca.

Algunos de los damnificados lograron recolocarse enseguida en empresas de la zona, pero no todos tuvieron la misma suerte. La economía de familias enteras dependía de los sueldos de Lear. Altos cargos de la Generalitat prometieron entonces una rápida recolocación y el desembarco de nuevas industrias en la comarca para ocupar el vacío de Lear, pero aquellos optimistas presagios, 11 años después, todavía no se han cumplido.

»Noge, golpe sobre golpe en Arbúcies. En Arbúcies (Selva, 5.000 habitantes), el oficio de trabajador metalúrgico se pasa de generación en generación. Así ha sido siempre en la centenaria industria carrocera. “La tradición empezó en el siglo XIX, cuando se construían carruajes”, explica el alcalde, Pere Garriga. Pero la crisis ha tocado esta línea de flotación de Arbúcies y parte de la comarca de la Selva. Tras sucesivas reducciones de empleo en todas las industrias de carrocería (cuatro), acaba de cerrar Noge con 93 trabajadores. Solo quedan 18 que acaban los pedidos de autobuses pendientes mientras se resuelve el ERE en los juzgados. Noge, que el año que viene cumpliría 50 años, daba trabajo a multitud de proveedores: fabricantes de asientos, tapicería, equipos de vídeo, etc., muchos de ellos de la comarca. La crisis de Noge hace tiempo que se percibe en Arbúcies. “Los proveedores se quedaban a comer, daban actividad al pueblo”, explica Jordi Cali, secretario del comité de empresa, de CC OO. Todos los pueblos del Montseny se verán afectados. “Arbúcies es el centro neurálgico de la economía de 9 pueblos”, resume el alcalde.

Balaguer no se ha recuperado del cierre hace 20 años de Inpacsa

»Levi's, de Sant Julià a China, la época de las deslocalizaciones. Hace pocos años las empresas no cerraban: se trasladaban para abaratar costes. Son pocos los sectores que no vivieron la crisis de las deslocalizaciones a Asia, Europa del Este o el norte de África. En Sant Julià de Llor i Bonmatí (Selva, un millar de habitantes) vivieron el drama con el traslado de la fábrica de ropa tejana Levi's, que dejó en la calle a 285 trabajadores en el 2004. “Se la llevaron a China”, recuerda Rosa Vilamitjana, presidenta entonces del comité de empresa por CC OO. “Sois muy trabajadoras, pero vuestros salarios no son competitivos”. La marcha de la empresa venía a ahogar aún más al sector textil en Girona, donde había tenido un importante papel. En los cinco años anteriores al cierre de Levi´s otras 11 empresa del sector habían bajado la persiana. Pero era otra época, no todos los sectores estaban en crisis y la ley laboral favorecía la negociación. Las trabajadoras de Levi´s (la mayoría eran mujeres) consiguieron salir con buenas indemnizaciones. “Casi todas encontraron de nuevo trabajo”, continúa Vilamitjana. En geriátricos, industrias cárnicas o en el sector servicios. Un entorno bien distinto al actual.

»Inpacsa dejó un negro futuro en Balaguer. Lleida no es una provincia que se caracterice por una fuerte implantación industrial. Por eso cada vez que desaparece una empresa emblemática se resiente el tejido social de toda la comarca, como ocurrió tras el cierre de la papelera Inpacsa de Balaguer (Noguera). La capital de la Noguera todavía no se ha recuperado del golpe. La segunda ciudad de Lleida, con 17.000 habitantes, es también la que registra una mayor tasa de parados, con 1.765 personas. Inpacsa, que llegó a facturar en su apogeo 20.000 millones de pesetas, daba trabajo a 750 personas, entre puestos directos e indirectos. Esta industria, creada en 1965 bajo los auspicios de la familia del que fuera alcalde franquista de Barcelona José María de Porcioles, generó mucha riqueza en la ciudad durante el tiempo que estuvo en funcionamiento, pero también fue una de las más conflictivas por sus niveles de contaminación ambiental. La ciudad es ahora un importante núcleo de servicios que no puede emplear a todos sus desocupados, mayoritariamente de entre 25 y 45 años.

La desaparición de General Electric disparará el paro al 35% en Sant Vicenç

»Tradea, deja Solsona por Linares. La última crisis laboral importante registrada en la provincia de Lleida ha significado el cierre a primeros de este año de Tradema en Solsona (Solsonés, 9.300 habitantes), de la multinacional portuguesa Sonae, que ha trasladado su producción a Linares (Jaen). El cese de esta industria, la principal de Solsona (9.300 habitantes), ha dejado sin ocupación a unas 500 familias, ya que había 142 trabajadores directos, 160 de indirectos y pequeños talleres y aserraderos que suministraban a la fábrica y que también se han quedado sin trabajo. Los sindicatos consiguieron buenos acuerdos económicos, pero todavía no tienen noticias de las instituciones que prometieron una rápida industrialización de la comarca. En cambio, han visto cómo se disparaban las cifras oficiales del paro en un 10%. A finales de febrero había un millar de parados en la comarca, de los que más de 800 pertenecen a Solsona.

»Sant Vicenç de Castellet, en jaque pese a los beneficios de GE. La dirección de GE Power Controls, filial de General Electric, ha puesto en jaque a Sant Vicenç de Castellet (Bages, 9.500 habitantes) al anunciar hace menos de un mes la clausura de la fábrica de sistemas y equipamientos eléctricos. El cierre dejaría en la calle a 135 trabajadores (el 70% mujeres) y acabaría con un centenar de empleos indirectos. La multinacional presentó un expediente de extinción para trasladar toda la actividad a Polonia. El comité de empresa acusa a General Electric de querer “deslocalizar” la producción y centralizar toda la actividad en Europa del Este: “La empresa ha dicho en la mesa de negociación que tiene que amortizar terrenos y naves en Polonia”, señala la secretaria de la sección sindical de CC OO, Marina López. Los trabajadores, en huelga indefinida desde hace varios días, continúan negociando para intentar acercar posturas y llegar a un acuerdo: “Exigimos un proyecto industrial que garantice el mantenimiento de los empleos”, apunta López, que recuerda que la planta cerró 2012 con un beneficio que superó al del año anterior en un 27%. La empresa ha informado a los sindicatos que la decisión está tomada y es irreversible. La ejecución del expediente de extinción dejaría en la ruina a una localidad en la que vive el 80% de la plantilla y a la mayoría de las empresas subcontratadas. San Vicenç tiene una de las tasas de paro y pobreza más altas del Bages y, si la fábrica cierra, el índice de desempleo podría superar el 35%.

Con información de Antía Castedo, Jessica Mouzo, Mercè Pérez y Lluís Visa.

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