El arte de la señora Pirelli
Una artista descubre la oculta obra vanguardista de la mujer del heredero de la firma de neumáticos
El arte sigue deparando sorpresas casi novelescas. En la historia de Marinella Pirelli (Belluno, 1925 - Varese, 2009), autora de una extraordinaria obra de cinematografía experimental, se mezclan todos los ingredientes: amor, dinero, rebelión y creatividad, en el escenario de la alta burguesía intelectual romana de la posguerra y los círculos de artistas, donde se estaba imponiendo el arte povera. Pintora de vocación, Marinella Lotto conoció el joven Giovanni Pirelli, heredero de la célebre casa de neumáticos en los años 50. Ella está buscando su camino artístico entre Roma y Milán, mientras él reúne fuerzas para renunciar a las riendas del imperio Pirelli y dedicarse al mundo editorial. Ambos quieren una carrera independiente, tienen dinero y quieren ser libres: amor a primera vista.
Aunque nunca llega a romper los vínculos familiares, Giovanni cede el mando de la empresa y juntos se van a Roma donde, gracias a sus dotes de dibujante, Marinella trabaja en animaciones para publicidad. A partir de entonces, le interesa cada vez más el cine e inicia una serie de investigaciones sobre la luz, el movimiento y el color, que constituyen el hilo conductor de su trabajo entre 1960 y 1974. Un año antes su marido había fallecido en accidente de coche y Marinella, sola, con dos pequeños y todo el peso del apellido Pirelli, desaparece hasta 2002.
Todo eso lo cuenta Lucia Aspesi, joven performer y artista sonora, formada en Londres en pleno auge del cine para exposición. Fue entonces cuando se acordó de la obra de una cineasta experimental italiana, que había visto fugazmente y se extrañó de que no apareciera en ningún estudio. Así empezó una apasionante investigación, que a través de los dos hijos de la artista la llevó hasta su olvidado archivo, que ahora está digitalizando. “En sus últimos años, Marinella intentó retomar la obra que había abandonado 30 años antes, cuando empezaba a conocerse en los ámbitos vanguardistas. Sin embargo, al digitalizar sus películas en 16 mm., no volvió a encontrar los efectos vinculados a la consistencia matérica de la luz. Fue un shock tal que lo dejó”, continúa Aspesi, en Barcelona para presentar la obra de Marinella, en el marco de Xcèntric, programación de cine experimental y documental creativo del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.
En la sesión se proyectó Gioco di Dama (1961), su primera obra, que se resiente de su etapa como animadora, y Sole in mano (1973), juego de sombras a partir de su propia mano, cuyo interés por la poética del cuerpo anticipa temas del arte feminista. También los juegos de formas y colores de Il lago, soggettivo-oggettivo e Inter-vento, deudoras de Normal McLaren, de cuya obra Marinella era admiradora. La selección concluye con Doppio autoritratto de 1974, su última película conocida, de cuando ya había decidido dejarlo. Sin embargo, lo que la sitúa un escalón más arriba de otros cineastas de la época son sus instalaciones lumínicas, sobre todo Film ambiente (1969). “Es una pantalla modular con una única proyección que se fragmenta al colisionar contra la trama a puntitos de un conjunto de hojas de papel y crea un efecto 3-D. La banda sonora de Livio Castiglioni es una pieza de música electrónica que se crea en tiempo real según los movimientos del público captados por células fotoeléctricas”, explica Aspesi. La instalación se reconstruyó en 2003 para una muestra en el castillo del conde Panza de Biumo, cerca de Milán, coleccionista de arte conceptual, conservada en el Guggenheim de Nueva York. Entre aristócratas quedaba la cosa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.