‘Blancanieves’ en el palacete prohibido
El filme muestra la durante 22 años inaccesible vivienda del industrial Julio Muñoz Ramonet, mientras el Ayuntamiento asegura que la ejecución de la sentencia “es inminente” El Supremo cerró el proceso por el legado en noviembre En los diferentes inventarios se comprueba la disminución de las obras de arte
Entre las miles de personas que han visto Blancanieves, la película muda y en blanco y negro dirigida por Pablo Berger sobre el popular cuento de los hermanos Grimm, seguro que están los miembros de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. La casa sevillana donde vive la malvada madrastra, que interpreta Maribel Verdú en el filme es, en realidad, el palacete situado en el número 288 de la calle Muntaner de Barcelona, una vivienda que está en el centro de un largo litigio entre el consistorio y las cuatro hijas del industrial Julio Muñoz Ramonet, fallecido en 1991.
El filme que más candidaturas tiene para los premios Gaudí y Goya ha permitido lo que no se había conseguido en más de dos décadas: ver el interior de esta vivienda, pese a que existen tres sentencias: una de 2007 del Juzgado de Primera Instancia de Barcelona, otra de 2009 de la Audiencia Provincial, y la última, de marzo de 2012, del Tribunal Supremo, que aseguran que el dueño del edificio y de la fabulosa colección de obras de arte, en la que se contabilizan más de 700 pinturas y 67 objetos de arte, de gran valor artístico y patrimonial, es la ciudad de Barcelona.
Pero todo cambiará pronto. Las cuatro hijas de Muñoz Ramonet, que se consideran las legítimas herederas de la casa y de las obras de arte, tras recurrir en mayo la última sentencia al Tribunal Constitucional que ya ha sido resuelta, presentaron también en septiembre un nuevo escrito a la Sala del Tribunal Supremo solicitando la nulidad y suspensión íntegra de la sentencia de marzo.
El Tribunal Supremo desestimó el 5 de noviembre la petición de las herederas “sin posibilidad de interposición de ningún recurso”, dando por acabado el recorrido legal. De forma inmediata, la Fundación Julio Muñoz Ramonet, la entidad municipal que lleva reivindicando el legado desde 1995, presentó un escrito al Juzgado de Instancia número 1 de Barcelona “instando a la ejecución de la sentencia del Tribunal Supremo”, algo que tenía que haberse producido en el plazo de 20 días desde el pasado 22 de marzo, pero que las hijas del industrial han intentado impedir y retardar mediante la presentación de diferentes medidas legales.
Según el Ayuntamiento, tras enviar el juez barcelonés el oficio para que confirme que ha quedado todo resuelto, se procederá a la ejecución de la sentencia y adoptar las medidas ejecutivas. “El Supremo lo ha confirmado”, por lo que “estamos a la espera de que el juez ordene las medidas para la ejecución de la sentencia, pero será inminente”, insisten. Una acción que comportará, además, que el ayuntamiento se haga cargo de dos obras valoradas en seis millones de euros: La Anunciación de El Greco y La Virgen del Pilar con Santiago y tres figuras, de Goya, que permanecen retenidos en un juzgado de Alcobendas (Madrid), tras ser recuperados en 2011 por la Guardia Civil en Alicante, después de que una de las hijas de Muñoz Ramonet denunciara a su exmarido del robo de las mismas.
¿Pero qué encontrarán cuando entren los responsables municipales? En julio de 2011 se dispararon las alarmas cuando unos camiones de mudanza ocuparon el jardín del palacio de la calle Muntaner. Incluso algún vecino llamó a la policía pensando que venían a robar las obras. Pero en realidad transportaban lo necesario para convertir la vivienda en la casa de la madrastra. “Rodamos sólo un día, en la planta baja, el jardín y la piscina y la única indicación que tuvimos fue la de no tocar nada, pero no tuve la sensación de que la casa estaba deshabitada. Al contrario, había mucha gente que trabajaba en el mantenimiento y no tuvimos que llevar atrezzo, ya que todo estaba en la vivienda”, recuerda Pablo Berger, el director de la única película rodada en el palacete barcelonés, inmerso en su promoción y a la espera de estrenarla en Francia y Estados Unidos.
Tras viajar la obras a Madrid en 1991 se aseguraron por 21 millones de euros
Pero del vetusto edificio de la calle Muntaner ya había perdido muchas de las obras que coleccionó Muñoz Ramonet hasta su muerte, entre ellas esculturas, tapices, jarrones de Sèvres, 1.300 miniaturas y más de 700 cuadros firmados por Fortuny (26), Goya (18), El Greco (12), Anglada Camarasa, Martí Alsina, Sorolla (7 obras de cada uno), Nonell, Rembrandt (4), Murillo, Casas, Madrazo, Winterhalter y Zurbarán (3), Mengs, Monet, Pantoja de la Cruz y Rafael (2), un patrimonio de valor incalculable por el que la ciudad litiga hace décadas, que ya no cuelgan de las paredes del palacio barcelonés.
El Ayuntamiento de Barcelona dispone de varios inventarios realizados entre los años 1968 y 2005. De la comparación de los mismos se comprueba el expolio que se ha producido en el interior y se dibuja un panorama desolador. En 1998, cuando el concejal de Cultura municipal Joaquim de Nadal acompañó a los funcionarios judiciales que realizaron uno de los inventarios, aseguró: “hay paredes vacías en las cuales se pueden observar las marcas que dejan los cuadros colgados”. Y eso ocurrió hace quince años.
Pero hay más. En las diferentes sentencias emitidas por la justicia se incorpora documentación en la que queda demostrado que casi todas las obras, y sin duda las importantes, ya no están. Según las sentencias de 2007 y 2009, Culturarte, la empresa propiedad del inmueble y de todos los bienes del legado, suscribió una póliza de seguros en octubre de 1991, meses después de la muerte Muñoz Ramonet, para trasladar 325 obras a Madrid. Al mes siguiente, en otra póliza suscrita con Zurich, se aseguró la colección depositada en un palacete situado en la calle Villanueva de Madrid por valor de 21 millones de euros, mientras que el inmueble por 1,8 millones.
El Ayuntamiento, tras conocer la sentencia de marzo, aseguró que reclamaría todas y cada una de las obras de arte de los inventarios a las hijas, las responsables hasta ahora de su conservación. En caso de que las obras no aparezcan, dijeron, exigirán una compensación económica igual al valor en las que se tasen.
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